La Guerra Dakota de 1862 (XI y final). El segundo asalto a fort Ridgely.

Otra noche, otro consejo, los Dakota de Pequeño Cuervo, reunidos en torno a sus hogueras, curando sus heridas y llorando a sus muertos, sin duda se preguntaban ya cómo habían hecho para meterse en aquella terrible aventura. De nada les servía recordar sus tierras perdidas, los agravios sufridos y los abusos soportados. Su rebelión, iniciada aquel 18 de agosto de terrible memoria, parecía al borde del fracaso tras la derrota sufrida durante la jornada en su segundo ataque a Fort Ridgely. No había marcha atrás y solo les quedaba una carta por jugar, de modo que mientras un grupo marcharía hacia los poblados al amanecer, seguramente con los heridos, unos cuatrocientos guerreros (hasta seiscientos cincuenta, según algunas fuentes) iban a partir, esa misma noche, contra New Ulm.

El campo de batalla de New Ulm, por Michael Eischen (1879-1969)

Eran las 9.30 horas del 23 de agosto de 1862 cuando los indios surgieron sigilosamente de los bosques, avanzando en silencio por la pradera, ocultos por la base del risco que se alzaba sobre la ciudad. Poco a poco se fueron desplegando en línea, con las alas más adelantadas como si su objetivo fuera rodear a los defensores que, esta vez, no se habían atrincherado dentro de la ciudad, sino que se hallaban desplegados en un escalón sobre la ladera del risco y formando, a su vez, una fila que cruzaba la pradera. Por mucho que esta hubiera sido su intención, los Dakota no tenían el factor sorpresa a su favor. Aun así, eran un enemigo a tener en cuenta. “Cuando estaba más o menos a dos kilómetros de dónde nos encontrábamos, la masa empezó a desplegarse como un abanico e incrementó la velocidad de su avance… –escribiría posteriormente el juez Flandrau, jefe de la defensa–. Entonces, los salvajes emitieron un alarido terrorífico y cayeron sobre nosotros como el viento”.

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Acción de retirada en Corea (XVII) – El embalse de Chosin (II)

Con esto en mente, el Coronel Faith colocó sus compañías en un perímetro que se extendía a través del camino hacia el norte, con el flanco derecho doblado hacia el sur para enfrentar las montañas que se alzaban altas hacia el este.

Al final de la tarde las compañías excavaron sus posiciones y abrieron campos de fuego a través de unos matorrales en las colinas. Después de atravesar ocho o diez pulgadas de tierra congelada, la excavación era fácil. No había piedras en el suelo. El coronel Faith estableció su puesto de mando en unas cuantas granjas en un pequeño valle a menos de mil metros detrás de las líneas del frente. Oscureció temprano, aún con un frío intenso. Durante una o dos horas después del anochecer se oyeron detonaciones de proyectiles en todo el perímetro, ya que los observadores del frente no habían completado el registro de los disparos defensivos de artillería y mortero antes del anochecer. Durante una o dos horas más, hasta después de las 21:00, estuvo tranquilo.

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Viento divino – El fenómeno kamikaze japonés (XXXI). Las Ohka en Okinawa (II)

Entre tanto, en el Piquete de Radar 1, el destructor USS Cassin Young había sufrido graves daños por el impacto de un avión kamikaze. Los destructores Stanly y Lang recibieron órdenes de acudir en su rescate, siendo atacados a su vez por aviones kamikaze durante le trayecto.

En 20 minutos, mientras los destructores maniobraban bajo una Patrulla Aérea dirigida por el director de la caza a bordo del Stanly, se acercaron más aviones kamikaze. Entre ellos había bombarderos Betty con bombas Ohka en sus panzas. Picando a través de la pantalla de cazas y luego nivelando aparentemente inermes del intenso fuego antiaéreo de 20 mm y de 40 mm del destructor, una bomba Ohka impactó en la proa del Stanly por el costado de estribor.

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La Guerra Dakota de 1862 (X). El segundo asalto a fort Ridgely.

Tras unas largas semanas de parón obligado por el virus de moda, y no muy lejos del final la historia del estallido de la rebelión Dakota, ha llegado el momento de ir acercándose a los últimos capítulos de esta narración, que comenzó ya durante el año pasado y cuyos enlaces, de principio a fin, se exponen a continuación para aquellos interesados que no hayan tenido la ocasión de leerla o, simplemente, quieran refrescar la memoria.

La Guerra Dakota de 1862 (I). La Guerra de Secesión.

La Guerra Dakota de 1862 (II). El ataque de los sioux.

La Guerra Dakota de 1862 (III). La teoría de la conspiración.

La Guerra Dakota de 1862 (IV). La llegada del «hombre blanco».

Memorial de Fort Ridgely, en la actualidad.

La Guerra Dakota de 1862 (V). Las semillas de la violencia.

La Guerra Dakota de 1862 (VI). Estallido.

La Guerra Dakota de 1862 (VII). Emboscada en Redwood Ferry.

La Guerra Dakota de 1862 (VIII). Fort Ridgely en peligro.

La Guerra Dakota de 1862 (IX). El primer asalto a Fort Ridgely.

Tras el ataque a New Ulm el 19 de agosto y el asalto fallido a Fort Ridgely al día siguiente, los Dakota tuvieron que tomarse un día de descanso forzoso a causa de la intensa lluvia. Esa jornada sería aprovechada por los defensores del fuerte para reforzar sus posiciones y, más concretamente, por el sargento Jones para poner en servicio el obús de veinticuatro libras, que se situó en el centro de la plaza de armas junto con el resto de la artillería, rodeada por un parapeto de troncos y sacos. El mismo estilo de fortificación que se utilizó para algunos de los edificios interiores.

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Fusiles ametralladores de la Guerra Civil (I): BAR

Los fusiles ametralladores tuvieron también una gran presencia en España, antes, durante y después de la guerra. España dispuso de algunos modelos de fabricación nacional mezclados con importaciones extranjeras. Se repite el patrón con otras armas que ya hemos estudiado anteriormente.

Perfil del fusil ametrallador Browning M1918 en su versión original.

Entre esos fusiles ametralladores se encontró el BAR (Browning Automatic Rifle) estadounidense y su variante polaca, el Wz. 28. La II República, siempre necesitada de armas, importó aproximadamente 600 unidades de ambas versiones. De esta cantidad, 100 cayeron en manos rebeldes tras ser capturado el carguero Silvia donde se transportaban junto a otras armas. Aunque su número no se puede comparar a otras armas como la Maxim o la DP-28 soviéticas, es interesante la aparición de este material en la guerra de España.

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Acción de retirada en Corea (XVI) – El embalse de Chosin (I)

Hacía un frío terrible. La temperatura estaba bajo cero. El viento aullaba. La nieve caía tan seca que el polvo del camino se mezclaba con ella en nubes amarillentas que se arremolinaban alrededor de la columna de camiones. Como una tundra, sombría y sin vegetación en la mayoría de los lugares, la tierra era deprimente.

Apiñados en la parte trasera de los camiones, los hombres del 1er Batallón del 32º de Infantería, golpeaban con los pies en las plataformas de los camiones en inútiles intentos de evitar que sus miembros se volvieran rígidos y entumecidos. La mayoría de ellos llevaban ropa interior larga de lana, dos pares de calcetines, una camisa de lana, pantalones de campaña de algodón sobre un par de pantalones de lana, calzado, chaqueta de pelo, parka reversible resistente al viento con capucha, y mitones con dedos de gatillo de relleno de lana y cubierta exterior. Para evitar que se les congelaran las orejas, se ataron bufandas de lana alrededor de la cabeza, debajo de los cascos. Aún así el frío se filtraba a través de ellos. Ocasionalmente, la columna entera se detenía para permitir a los hombres desmontar y hacer ejercicio durante unos minutos.

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Uso de vehículos de combate en la historia (XIX) – Italia

Una vez cerrado el frente de Francia. Las tropas inglesas evacuadas y los junker y messersmith batiéndose el cobre con los spitfire en el Canal de la Mancha, el aliado de Hitler, Italia, entra en la guerra.

T-26/40

Durante los años previos a la contienda Italia tuvo varios periplos con sus blindados: el intento de conquista de Abisinia y la participación del Cuerpo de Tropas Voluntarias Italianas en la Guerra Civil Española (170 tanquetas y 270 blindados ligeros). A la hora de hablar de los blindados italianos desde los años treinta hasta la entrada en la Segunda Guerra Mundial es importante mencionar a la FIAT-Ansaldo. Ésta factoría, fundada por il Duce, producirá el primer modelo en 1929, conocido como CV 29 (Carro Veloce). De esta pequeña tanqueta se fabricaron una veintena pero se sentarán las bases de este arma en el país de la bota.

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