La Guerra Dakota de 1862 (IV). La llegada del «hombre blanco».

¿Quiénes eran los indios que tan repentinamente habían decidido alzarse contra los colonos de Minnesota? Sabemos que pertenecían a las bandas guerreras de los Sioux Santee, o del este, divididos en cuatro tribus: Mdewakanton, Wahpekute, Sisseton y Wahpeton. Se daban a sí mismos el nombre colectivo de Dakota, que quiere decir “aliados”. Más allá, en las llanuras en dirección oeste, se extendían otras tribus que no forman parte de esta historia como los Yankton, Yanktonai y Teton o Lakota.

Sioux Dakota. Se pueden apreciar tanto atuendos tradicionales como ropa occidental.

Los primeros contactos de estas tribus con los blancos habían sido, en general, amistosos. Los recién llegados traían mercancías apetecibles, y muchos acabaron por casarse e integrarse en las sociedades tribales como uno más. Sin embargo, como había sucedido y sucedería en el resto del continente, las visitas se convirtieron en una riada que incluyó soldados, agentes del gobierno, misioneros y colonos que, lejos de integrarse en las tribus, se instalaron aparte y empezaron a construir su propia sociedad.

La primera tribu que firmó un tratado de cesión de tierras fue la de los Medawankton. En 1837, con la caza expoliada y ante el temor al hambre, se dejaron convencer por el agente indio local, quien él mismo era uno de ellos, casado con una mujer de la tribu y padre, para vender unos cinco millones de acres al este del Mississippi. A cambio, el gobierno les pagaría un millón de dólares, distribuidos en sucesivas entregas anuales de comida y dinero líquido, además de suministrarles equipo y conocimientos para que se hicieran agricultores. El tratado fue un fracaso. La comida llegó y salvó a los indios de morir de hambre, pero el dinero se retrasó, y los intentos de convertir en granjeros a unos hombres que habían sido nómadas hasta entonces fueron un desastre. Culturalmente, eran incapaces de adaptarse. También resultaron fallidas otras promesas, como la creación de escuelas. Finalmente, el agente dimitió, dejando un primer resquemor entre ambas partes pues las tierras sí habían sido ocupadas.

Incluimos de nuevo el mapa, en el que se pueden ver los territorios a ambos lados del Mississippi, así como el territorio de la reserva.

En 1849, Minnesota se convirtió en un territorio y el nuevo gobernador, Alexander Ramsey, se propuso adquirir todas las tierras de los Dakota (las cuatro tribus) al oeste del Mississippi. Para ello propuso un nuevo tratado, nuevas entregas de comida y dinero, y el cumplimiento de las promesas fallidas de 1837. Una a una, las tribus, aunque desconfiadas, accedieron a discutir la cuestión. Los años siguientes fueron testigos de una presión constante por parte de diversos interesados: comerciantes (muchos de ellos indios), que vieron en las entregas de dinero una fuente de riqueza para ellos mismos, pues serían los encargados de vender las mercancías a sus congéneres; misioneros, seguros de que la sedentarización y la concentración de los indios ayudaría a su labor civilizadora; y agentes colonizadores y especuladores, deseosos de gestionar las ricas tierras al oeste del Mississippi. En 1851, los jefes de las tribus accedieron a reunirse con Ramsey en Traverse des Sioux y en Mendota.

New Ulm, cuadro de Julius Berndt, 1860

Tras mucho tira y afloja, los más recalcitrantes fueron convencidos y los Dakota accedieron a retirarse a una reserva alargada situada en la orilla oeste del río Minnesota. A cambio de ceder 24 millones de acres de tierras ancestrales y terrenos de caza, los indios obtendrían algo más de tres millones de dólares, de los que la mayor parte iría a parar a un fideicomiso del que obtendrían los beneficios anuales para desarrollar la reserva, y 495 000 dólares serían destinados a gastos de manutención inmediatos (evitar que murieran de hambre), costes de traslado desde los lugares en que habitaban a la reserva y pago de las deudas que tenían con los comerciantes. El tratado fracasó de inmediato. Negligencia, avidez y desinterés una vez obtenida la tierra llevaron a que el dinero desapareciera. Inmediatamente surgieron decenas de comerciantes reclamando deudas, verdaderas o falsas, entre ellos la American Fur Company, que reclamó 145 000 dólares; y el propio Ramsey se embolsó entre un diez y un quince por ciento del total en comisiones por gestión de los pagos. Y esto no era lo peor.  

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies