El nacimiento del portaaviones (II)

Explicábamos en la entrada anterior de esta serie como, durante la Primera Guerra Mundial, la Royal Navy decidió aceptar y desarrollar los primeros portaaviones a pesar de que, cuando se propuso la idea, por primera vez, en los años previos a la contienda, no había tenido demasiado éxito. En esta entrada expondremos, de modo resumido, los motivos por los que, una vez empezada la guerra, tuvo éxito esta nueva arma naval.

The craft, loaded with a biplane, being towed behind another boat ahead of a launch

Despegar desde una lancha motora, una idea que no funcionó.

En primer lugar, el inicio de la guerra supuso un incremento de recursos. Si antes de la guerra el dinero disponible había sido empleado, fundamentalmente, para construir y modernizar los buques de la línea de batalla, según empezó a actuar la aviación naval los tácticos comprendieron que la nueva arma iba a hacerse un hueco en los combates antes del fin de la contienda y, consecuentemente, empezaron a destinar fondos a su desarrollo.

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El nacimiento del portaviones (I)

A pesar de que durante la Segunda Guerra Mundial la aviación embarcada iba a adquirir un protagonismo fundamental, provocando en las flotas del mundo entero una revolución aún más profunda que la que supuso la aparición del acorazado monocalibre, ya que convirtió en obsoletos a los grandes buques artillados, en el periodo de entreguerras no estaba demasiado claro que las cosas fueran a suceder como efectivamente lo hicieron.

El HMS Argus en 1918

El primero que propuso la construcción de un portaviones desde el que pudieran operar aviones con ruedas (y no hidroaviones) fue el teniente británico Hugh Williamson. Como suele suceder con este tipo de ideas, por supuesto, la marina la rechazó. Estamos en el año 1912, posteriormente, el oficial escribiría: “Antes de la Primera Guerra Mundial, la Marina llevaba mucho, mucho tiempo, sin haber entrado en guerra, y una larga paz hace que se desarrollen, en los oficiales superiores, el conservadurismo y la hostilidad al cambio. Así, ideas revolucionarias que fueron aceptadas de buen grado cuando llegó la guerra, eran impensables en la pacífica atmósfera de 1912.”

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Italia, 1915-1918. El frente del Isonzo (VIII): la quinta batalla

En noviembre pasado os propusimos una serie de pequeños artículos sobre el frente del Isonzo, principal zona de operaciones de los ejércitos italianos durante la Primera Guerra Mundial. Nuestra historia se centró en 1915, el primero de la guerra para este último aliado, y dejamos las batallas siguientes para el futuro. Estos son los enlaces a aquellas entradas.

Italia, 1915-1918. El frente del Isonzo (I).

Italia, 1915-1918. El frente del Isonzo (II): desventajas de los ejércitos enfrentados.

Italia, 1915-1918. El frente del Isonzo (III): el avance inicial.

Italia, 1915-1918. El frente del Isonzo (IV): la primera batalla.

Italia, 1915-1918. El frente del Isonzo (V): la segunda batalla.

Italia, 1915-1918. El frente del Isonzo (VI): la tercera batalla.

Italia, 1915-1918. El frente del Isonzo (VII): la cuarta batalla.

Y retomamos ahora nuestra historia con la quinta batalla del Isonzo, que se desarrollaría entre el 11 y el 16 de marzo de 1916. Pero antes, un interludio que nos vuelva a situar en el campo de la gran estrategia.

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Italia, 1915-1918. El frente del Isonzo (VII): la cuarta batalla

La cuarta batalla del Isonzo (10/11 a 4/12 de 1915)

La cuarta batalla del Isonzo comenzó oficialmente el 10 de noviembre, seis días después de que terminara la tercera, y terminó el día 4 de diciembre, casi un mes después. Siendo tan larga y tan cercana a la anterior, es perfectamente lógico que algunos autores hayan fusionado estas batallas en una sola, más aún si tenemos en cuenta que no cambiaron ni los objetivos, ni los mandos de las unidades. Sin embargo vamos a diferenciar ambas batallas no solo porque así podemos dedicar una entrada a cada una y acercarnos un poco (no mucho) al detalle, sino también porque hubo algo que si cambió en esta batalla: el tiempo climático.

Un puesto de comunicaciones en el frente, es interesante observar que el teléfono empezaba a popularizarse incluso en los campos de batalla más extremos.
Un puesto de comunicaciones en el frente, es interesante observar que el teléfono empezaba a popularizarse incluso en los campos de batalla más extremos.

En el sector norte del Segundo Ejército, por mucho que Cadorna insistiera en que había que tomar el valle de Bovec y eliminar la cabeza de puente austríaca en Tolmin, densas nevadas impidieron que se llevaran a cabo los ataques, por lo que nos atendremos a lo que sucedió más al sur. En el sector centro-meridional del Ejército de Frugoni los objetivos son bien conocidos: cota 383, monte Sabotino, Podgora, Oslavia y el monte San Michele. En torno a la primera de estas ubicaciones, los italianos volvieron a fracasar frente a Plava y a progresar ligeramente en el sector de Zagorra para ser contenidos por la llegada de refuerzos austro-húngaros; y en el último de los sectores citados, la batalla se convirtió en una sucesión de ataques y contraataques que causaron bajas tan terribles como las que se habían visto en la batalla anterior.

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Italia, 1915-1918. El frente del Isonzo (I)

23 de mayo de 1915, redoblan tambores y desfilan soldados; la nueva Italia, llena de emoción, entra en guerra, curiosamente no contra sus enemigos tradicionales a occidente de los Alpes, sino contra sus antiguos aliados austro-húngaros de la Triple Alianza. Como Alemania, la unificación italiana se había consumado en 1870 con la ocupación de Roma y la disolución de los Estados Pontificios. Empezaba una nueva era en la que Italia quería tener mucho que decir, la Guerra Italo-Turca de 1911-1912 había sido un ejemplo, pero la prueba de fuego estaba por llegar.

Soldados italianos marchando al frente. Los primeros momentos siempre son optimistas...
Soldados italianos marchando al frente. Los primeros momentos siempre son optimistas…

En 1914, sin embargo, el país latino se había negado a entrar en guerra a pesar de los acuerdos firmados. Alemania trató de amenazar y sobornar, pero a pesar de que el Primer Ministro romano, Antonio Salandra, si quería participar en la contienda, la situación no lo recomendaba. Salvo el norte, más industrializado, Italia era un país atrasado, con una gran preponderancia del ámbito rural cuya población, pobre e iletrada, si bien era un material bastante decente para convertir en soldados, tenía poco conocimientos de los aspectos tecnológicos que permitirían el manejo de armas más complejas como los morteros o las ametralladoras; y por supuesto carecían de muchos de los conocimientos básicos para formar buenos suboficiales. Por supuesto, excluimos los oficiales, originarios de las capas más altas de la sociedad. La difícil situación económica por la que estaba pasando entonces el país también era un argumento en contra de entrar en guerra.

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