Auge y caída del imperio japonés en la IIGM. A6M Zero el catalizador (IV)

La gran proeza del diseño vino por la necesidad de economizar peso ante la falta de potencia de los motores existentes, así las alas y casco de la célula no presentaban ningún tipo de protuberancia, los remaches estaban enrasados con el revestimiento y los cambios de dirección se realizaban con curvas y elementos sin ángulos que podrían generar resistencia parásita. Pero lo más extraordinario fue su revestimiento.

Modelo de 1939

La compañía Sumitomo Metal Company desarrolló una nueva aleación fuerte de zinc y aluminio conocida como Extra Súper Duraluminio (ESD), lo que permitía utilizar láminas más delgadas para el revestimiento, de hecho sus propiedades mecánicas la hacía más resistente y elástica . Esto se ve claramente en muchas fotografías de la época donde aparecen marcadas las cuadernas y largueros ribeteados con una fila de remaches dando la sensación de vejez y pobreza de calidad. Todo lo contrario: alta tecnología.

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Auge y caída del imperio japonés en la IIGM. A6M Zero el catalizador (III)

Ambas compañías se pusieron en marcha, no obstante en principio manifestaron su perplejidad porque para cumplir las especificaciones deberían adoptarse soluciones de ingeniería contradictorias.

Una de ellas, Mitsubishi, tenía en plantilla a un ingeniero de extraordinarios conocimientos y capacidad de organización, así lo había demostrado con el diseño del Claude y así lo denotaría con el nuevo desafío. Jiro Horikoshi, graduado por la Universidad de Tokio había tenido la oportunidad de conocer de primera mano los procedimientos de diseño y fabricación así como las tendencias aeronáuticas europeas, quedando prendando por la sutiliza de los diseños de Emile Dewoitine. Hacía poco que la compañía Mitsubishi se había desprendido de la influencia de sus ingenieros Alexander Baumann –alemán– y Herbert Smith –inglés– y tiraba de sus intelectos nativos, así que el nuevo diseño y el anterior serían puramente japoneses.

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Viento Divino – El fenómeno Kamikaze japonés (II)

En la entrada anterior vimos el origen del término «kamikaze» y algunos casos de ataques desesperados que han pretendido verse como ataques suicidas. Hoy seguimos con la casuística y con los verdaderos orígenes de estas acciones.

En ciertas ocasiones se ha citado un ataque sobre el portaaviones USS Enterprise el 1 de febrero de 1942 como el primer ataque Kamikaze. Siete bombarderos Mitsubishi G4M “Betty” se aproximaron al navío del almirante Halsey frente a Wotje, en las islas Marshalls: seis fueron derribados rápidamente por el fuego antiaéreo y por la cobertura de cazas, pero el último superviviente trató de estrellarse contra la cubierta de vuelo del Enterprise, alcanzando uno de los bordes y cayendo al mar.

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Viento Divino – El fenómeno Kamikaze japonés (I)

Los escuadrones suicidas japoneses se conocen universalmente como kamikaze (“viento divino”; en tiempos el tifón que destruyó una flota mogola de invasión en el siglo XIII).

Este término es raramente empleado en Japón: se trata de una representación, con matices peyorativos de comportamiento insensato o imprudente, de los caracteres sino-japoneses con el mismo significado pero de transcripción más digna de shimpu (sucede lo mismo con los términos hara-kiri y seppuku, que tienen los mismos caracteres pero en distinto orden de lectura, y donde el seppuku es parte del bushido, el primer término es considerado vulgar).

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Auge y caída del imperio japonés en la IIGM. A6M Zero el catalizador. (II)

Con la introducción del A5M se fue configurando el uso de grupos tácticos de ataque escoltados que podían igualar y superar a sus homónimos lanzados desde tierra por la fuerza aérea del ejército.

Además, aprendieron que era necesario conseguir el dominio aéreo para tener éxito en cualquier penetración en territorio enemigo, con lo que el planteamiento doctrinal fue evolucionando a la necesidad de realizar operaciones de interdicción más allá de las líneas del frente, pues habían aprendido que castigar al enemigo tierra adentro daba más réditos que la simple lucha aérea sobre la línea del frente, sobre todo destruyendo vías de comunicaciones, centros logísticos, concentraciones de fuerzas y otros objetivos.

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La experiencia del marinero de segunda William Rowe en el portaaviones Bunker Hill (II)

En la entrada anterior dejamos al USS Bunker Hill en pleno ataque suicida frente a las costas de Okinawa.

El primero, un zero, arrojó una bomba que penetró la cubierta de madera, atravesó una sección del casco y estalló en el agua. El zero, sin embargo, se dirigió contra los treinta aviones agrupados en la parte trasera de la pista, y armado y con los depósitos llenos de combustible se estampó contra los aviones, cayendo posteriormente al mar y dejando atrás un infierno en llamas.

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La experiencia del marinero de segunda William Rowe en el portaaviones Bunker Hill (I)

Esta es la historia operativa del portaaviones Bunker Hill en el teatro del Pacífico vista con los ojos de uno de sus marineros.

Un chico de pueblo, William Rowe, se decidió por la marina por creer que tendría una vida mejor que en las otras ramas del ejército en los tiempos de guerra que corrían. Pensaba que tendría un sitio decente para dormir, que no tendría que comer Raciones-C ni dormir en pozos de tirador. Y que mientras no lo torpedeasen, todo iría como la seda.

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