1937. El incidente del río Amur (y II)

Al final de la entrada anterior, habíamos dejado al río Amur dándose un garbeo hacia el norte, al menos su corriente principal, y a los soviéticos tratando de devolverlo a su cauce primero, y de asegurarse la posesión de la isla de Kanchatzu después. Los japoneses, por su parte, tras protestar enérgicamente, como Demi Moore en Algunos hombres buenos, habían hecho navegar una flotilla por el río, y tratado, sin éxito, de recuperar la isla mandando a unos pocos uniformados a bordo. Estamos a 22 de junio de 1937.

Tojo Hideki, quien sería primer ministro y ministro de la guerra del Imperio Nipón.

Aquel día, en Tokio no estaban nada contentos. Desde su punto de vista, y aunque se debiera a la casualidad de que el río Amur hubiera trasladado su cauce principal hacia el norte, los soviéticos habían invadido Manchukuo, nada menos. Por ello, el Estado Mayor General del Ejército japonés decidió enviar un mensaje claro al general al mando del Ejército de Kwantung, responsable de la región: “Si tropas soviéticas han ocupado ilegalmente un territorio que pertenece, claramente, a Manchukuo, creemos que la situación podría tener consecuencias importantes en nuestras futuras operaciones, y se le ordena que tome las medidas apropiadas para volver a la situación anterior”. No era difícil que alguien le quitara el condicional a la orden, sobre todo si el general al mando del Ejército de Kwantung era nada menos que Tojo Hideki, un halcón, quien en el futuro iba a liderar Japón entre 1941 y 1945.

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1937. El incidente del río Amur (I)

A finales de 1936 España estaba en guerra y la Alemania hitleriana apenas había dado un paso en su escalada hacia el conflicto mundial, remilitarizando Renania en marzo, si bien la situación europea era grave, mucho más lejos, en Extremo Oriente, parecía gestarse una nueva guerra. La tensión había comenzado en 1931, cuando el Imperio del Japón se había hecho con Manchuria, arrebatada a China, y creado el Estado títere de Manchukuo, que lo llevó a tener frontera directa –una frontera muy mal definida en algunos aspectos– con otro de los imperios de la región, el soviético.

El emperador Puyi, de la dinastía Quing, gobernante títere de Manchukuo, junto al emperador Showa del Japón en 1935.

Las fronteras de Manchuria se basaban en los tratados ruso-chinos de Aigún (1858) y Pekín (1860), y seguía, siempre que era posible, los grandes cauces fluviales para definir donde estaban los límites entre territorios. La precisión, y la indefinición, de estos tratados radicaba en que se basaban en las convenciones internacionales de la época para indicar a qué Estado fronterizo pertenecían las innumerables islas que surgían del cauce en base al canal principal de navegación. En el caso de la frontera del Amur, todas las islas situadas al sur o al oeste del cauce principal del río serían chinas, mientras que las situadas al norte o al este serían rusas. No hubo problemas hasta que los japoneses entraron en escena, o tal vez se debió a que la mejora en las comunicaciones hizo que la región fuera más accesible.

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Viento Divino – El fenómeno Kamikaze japonés (IX). ¿Voluntarios para la muerte?

La predisposición a la voluntariedad estuvo presente desde el mismo principio, y en ningún momento hubo escasez de voluntarios para las misiones kamikaze.

Y no hay duda de que los pilotos suicidas que llevaron a cabo las anteriores misiones en las Filipinas eran voluntarios en el sentido más literal, motivados por un patriotismo sincero y un sentido del honor. Resulta difícil juzgar que revulsivo era mayor, si el honor personal o la honra nacional.

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La Red de Espionaje TO – Agentes españoles al servicio de Japón en la Segunda Guerra Mundial (II)

Aparentemente, la red TO tenía informadores en Estados Unidos a los que se pagaba por su información. No se mencionan nombres en los documentos, solo cargos:

«La información en los reportes de TO ha sido atribuida a las siguientes fuentes», señalan los documentos, «un alto cargo en la oficina del jefe de la rama aérea: un oficial de Estados Unidos que regresó recientemente de Australia; un hombre del ejército en el cuartel general de la Fuerza Aérea; cierto oficial en el Mando de la Defensa Aérea; un instructor en la Escuela de la Marina Mercante de New London; el director de una fábrica de municiones de Scranton y un supervisor de muelles flotantes de Nueva York».

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La Red de Espionaje TO – Agentes españoles al servicio de Japón en la Segunda Guerra Mundial (I)

En la serie de entradas del U-505 tuvimos ocasión de ver el enfado del Almirante King por la posibilidad de que los códigos alemanes, ya rotos, pudieran verse comprometidos por el intento de captura, como había sucedido en 1943 a consecuencia de un asalto a la embajada japonesa en Lisboa.

Pues bien, resulta que durante la Segunda Guerra Mundial, Japón operó una red de espionaje constituida por miembros de la delegación diplomática española en Estados Unidos. Los japoneses activaron la organización tres días después del ataque a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, y financiaron los primeros meses de la operación con 500.000 dólares que habían dejado ocultos en una caja fuerte empotrada en una pared cuando fueron obligados a dejar su embajada en Washington DC. Los españoles ocuparon la embajada japonesa y representaron los intereses de Japón en Estados Unidos una vez iniciada la guerra.

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Japón y la Guerra de 1914.

Es imposible no asociar a la marina japonesa con la Segunda Guerra Mundial. Las operaciones que ejecutaron sus portaaviones, especialmente el espectacular asalto sorpresa contra Pearl Harbor, y sus impresionantes acorazados, entre ellos monstruos superpesados como el Yamato y el Musashi, cautivan la imaginación del más frío.

El acorazado Aki, botado en 1904, uno de los grandes buques de la flota nipona de entonces.
El acorazado Aki, botado en 1904, uno de los grandes buques de la flota nipona de entonces.

Sin embargo, Japón había entrado en la escena geopolítica internacional mucho antes. Desde que el comodoro americano Perry abriera el país a la influencia occidental gracias a sus buques, “obligando” a Japón a firmar un tratado que permitiera a los buques estadounidenses reabastecerse en dos puertos japoneses, el país empezó a pasar, a marchas forzadas, de la Edad Media a la Contemporánea. Un buen ejemplo de ello fue la Guerra Ruso Japonesa, pero la cosa no terminó en este punto.

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Japón, los Blindados Desconocidos de la Segunda Guerra Mundial (V)

      Una vez mencionadas algunas de las características de la forma de operar de las compañías, vamos a volver a un plano más teórico que real para mencionar las condiciones de actuación de los regimientos y de las divisiones.

Vamos a dedicar nuestras fotos de hoy a los cañones de asalto nipones. Aquí tenemos el Tipo 1, Ho-Ni, armado con un cañón de 75mm, del que se fabricaron 125 ejemplares entre 1941 y 1943.

                Un regimiento de carros de combate desplegado para el ataque ocupaba un frente de aproximadamente 500 m. La vanguardia estaba formada por unidades de tanquetas o de carros ligeros cuya misión era localizar los puntos defensivos más poderosos del dispositivo enemigo, muy probablemente recibiendo una buena dosis de fuego. Según la teoría japonesa, un frente de unos 500 m de ancho debía contener en su línea defensiva 3 piezas anticarro, 6 ametralladoras pesadas, 5 morteros y hasta 12 ametralladoras ligeras; estas eran las armas que debían ser localizadas. Tras esta vanguardia se situaba el cuartel general del regimiento, lo más cerca posible del frente, para poder tomar la decisiones adecuadas sobre la marcha; y tras este llegaba una sección de carros, ligeros o medianos, cuya misión fundamental iba a ser acabar con las defensas anticarro del enemigo.

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