La Campaña de Pea Ridge (III), 7 de marzo por la mañana, ofensiva en Elkhorn Tavern.

Durante la primera mitad de la mañana del 7 de marzo de 1862, las tropas del general Sterling Price, que durante la noche habían efectuado una extenuante marcha para rodear a las tropas del general de Brigada Curtis, se presentaron ante Elkhorn Tavern provenientes del norte. Allí se encontraba, de guardia, el 24.º Regimiento de Infantería de Misuri, cuyos soldados, muy probablemente, no tenían ni idea de que el enemigo se había desplazado hacia retaguardia, aunque sus mandos si lo supieran. De hecho, nada más enterarse de la maniobra el jefe del Ejército del Sudoeste había enviado tropas a proteger su retaguardia: la brigada de Dodge de la división de Carr (4.ª), hacia Elkhorn Tavern por Telegraph Road; y la brigada de Greusel de la división de Osterhouse (1.ª), acompañada por algo de caballería y doce piezas de artillería, en dirección a Ford Road, el camino que unía Elkhorn Tavern con Leetown.

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A las 11.30 horas, Carr, que se había ido desplazando hacia el norte con más elementos de su división, informaba de que “la batalla está que arde”. Hasta entonces, Price había avanzado lentamente, por hondonadas y mesetas, dejando Pea Ridge a su derecha, hasta topar con la artillería federal, momento en el que decidió desplegar sus propias baterías. El duelo de artillería que siguió iba a durar más de una hora, hasta que la artillería federal dejó de disparar. Entonces, queriendo aprovechar una posible ventaja y olvidando toda la prudencia que había desplegado hasta entonces, Price pidió al coronel Elijah Gates que atacara con su 1.er Regimiento de Caballería de Misuri, cosa que este hizo, para encontrarse con una pared de fuego de fusilería.

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La Campaña de Pea Ridge (I), febrero-marzo de 1862 la retirada de Sterling Price

Tras la victoria confederada en la batalla de Wilson’s Creek el 10 de agosto de 1861, en Missouri, la Guerra de Secesión al oeste del Mississippi sufrió un cambio radical en lo que a los mandos se refiere. En el bando federal, el general John C. Frémont, “una garantía contra cualquier peligro inmediato”, lo definía irónicamente un oficial confederado, había sido sustituido por el también general Henry W. Halleck, un hombre mucho más capaz que en el futuro ascendería a comandante en jefe de todos los ejércitos de la Unión. El 27 de diciembre este puso al frente del Distrito del Sudoeste de Misuri al general de brigada Samuel Ryan Curtis.

La batalla de Wilson’s Creek

Entretanto, en el bando confederado, la relación entre el general de brigada Ben McCulloch y el general Sterling Price se deterioraba a marchas forzadas sin que el general Albert S. Johnston, muy ocupado al este del Mississippi, pudiera hacer nada para mediar, por lo que Jefferson Davis –presidente de la Confederación– decidió crear un nuevo departamento, el de Trans-Mississippi, y ofrecérselo al general Braxton Bragg, a quien se prometió total independencia y se encomendó la misión de convertir a las fuerzas confederadas en la región en un auténtico ejército. Sin embargo, este se negó. Posteriormente, Bragg afirmaría que si le hubiera ordenado ir lo hubiera hecho sin un murmullo, pero ante la pregunta: “¿Se encargará usted de este trabajo?”, decidió que el Departamento de Trans-Mississippi no le resultaba lo suficientemente atractivo.

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La Décima Flotilla MAS ataca Gibraltar

Alugnas de las audaces incursiones de ataque a puertos de la Décima Flotilla MAS italiana tuvieron lugar en la bahía de Algeciras, y más concretamente en el fondo del puerto de Gibraltar. A continuación os dejamos un extracto del nuevo libro de Esteban Pérez Bolívar (autor de Zafarrancho Podcast).

Tienda OnLine Ediciones Salamina (antes Platea)

Allí, cubierto por las aguas de la parte más septentrional de la bahía de Algeciras, Borghese asignó los blancos a sus hombres usando la información recabada con el periscopio durante la penetración: Tesei, que guiaba el maiale con más autonomía, debía atacar el acorazado más lejano, el que estaba amarrado más al interior del puerto.

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Cuestión de sal.

Uno de los problemas a los que se enfrentó la máquina de suministro sureña durante la Guerra de Secesión fue la carencia de algunos alimentos. “¡Cargad contra ellos, muchachos, llevan queso en sus mochilas!” se dice que gritó un soldado de Luisiana en una ocasión. Parte del problema se había originado antes de la guerra, cuando los propietarios de la tierra decidieron dedicar la mayor parte de sus cultivos a producir productos valiosos, como el tabaco y el algodón. Con los beneficios de estas cosechas los estados no tenían dificultad alguna en importar comida siempre que hiciera falta, pero cuando empezó la contienda, las cosas cambiaron drásticamente.

La galleta y el cerdo salado eran la comida de los campeones, demostrando que la hora de la cena podía ser tan dura como la de la batalla.

Uno de los muchos productos fundamentales para la dieta del soldado fue la carne, en cuya producción pronto se especializaron estados como Florida y Texas que, sin embargo, estaban muy lejos del frente, con lo que el transporte de esta carne hasta los ejércitos en campaña se convirtió en un nuevo problema. Una de las soluciones fue confiar en la que pudieran traer hasta puntos más cercanos al frente los barcos que rompían el bloqueo, pero sus dueños preferían invertir el espacio disponible en productos más provechosos; otra fue despiezar y transportar esta carne usando las vías de comunicación disponibles en el sur: ferrocarriles y caminos, principalmente, pero para eso había que conservarla, con lo que la sal se convirtió en un producto de primera necesidad. La idea de trasladar el ganado a pie, por interesante que pueda parecer, resultaba poco práctica tanto por el cansancio que iban acumulando los animales como por las dificultades para alimentarlos y abrevarlos durante el traslado, por no hablar del problema sanitario que podía provocar el sacrificio y despiece de decenas de miles de cerdos y vacas en un lugar no preparado para ello.

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 LA BATALLA EN BEVERLY FORD ROAD. (Brandy Station, 2.ª parte).

 

 Aquella mañana la niebla era densa en torno al vado de Beverly, y en consecuencia no se veía gran cosa, pero los sonidos que hacían los hombres del ala derecha federal acercándose al paso fueron advertencia suficiente para los dos hombres destacados junto al río, que dieron la alerta disparando sus pistolas y marcharon a reunirse con el resto del destacamento de 30 hombres del 6.º de Caballería de Virginia del que formaban parte. Los primeros federales que se acercaron al río fueron los jinetes del 8.º de Caballería de Nueva York, que fueron recibidos por el fuego de los virginianos, tan solo un par de descargas, pues inmediatamente después el destacamento se retiró para ir a dar la alerta.

Combate de caballería durante la guerra civil americana. La persecución del piquete confederado pudo ser muy parecido a esta escena.

Dicho esto, ha llegado el momento de interesarnos por la artillería montada confederada, cuya ubicación no quisimos desvelar anteriormente, pues van a ser los segundos protagonistas de nuestra historia. Sin duda Stuart debió haber situado patrullas al norte de Rappahannock, que le habrían advertido con mucha más anterioridad de la llegada del enemigo, pero lo que fue un error mayúsculo, que solo se justifica porque pensaba ponerse en marcha al día siguiente, fue acampar a dicha artillería en vanguardia, bajo los árboles de un bosque no lejano al vado por la carretera. El sonido de las balas zumbando sobre sus cabezas y la galopada de los 30 hombres de la caballería de Virginia provenientes del vado fueron el primer aviso de que algo iba mal. Fue una auténtica suerte que, detectando más presencia enemiga, los perseguidores del Regimiento de Nueva York se detuvieran. De haber sabido que frente a ellos solo se hallaban los sorprendidos 500 hombres del comandante Robert F. Beckham, habrían podido hacerse con los 20 cañones en un santiamén.

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9 de Junio de 1863, la Batalla de Brandy Station (I).

                Estamos a 5 de junio de 1863. Los sables brillan, suenan cornetas y tambores, las bandas de música interpretan tonadas patrióticas y los oficiales ladran sus secas órdenes mientras los regimientos de caballería se lanzan a la carga… pero no se trata de un día de guerra, sino de un día de fiesta. Mientras el Ejército de Virginia del Norte, comandado por Robert E. Lee, ha iniciado sus desplazamientos hacia el valle de Shenandoah y hacia la batalla de Gettysburg, el flamante Cuerpo de caballería confederado de James Ewell Brown (JEB) Stuart está celebrando una impresionante revista pública. Oficiales del ejército y altos cargos civiles felicitan al flamígero general, el público de las localidades cercanas aplaude a sus defensores, sin embargo, a Stuart le falta alguien, le falta su comandante en jefe, que tal vez se encuentra demasiado ocupado dirigiendo una guerra como para asistir al espectáculo. Lee no vendrá hasta el día 8, cuando se celebre una nueva revista, esta vez sí, con el general en jefe presente. Sin embargo cabe preguntarse si Lee había acudido a Culpeper Court House para ver desfilar a sus jinetes, o para dar órdenes; Stuart debe partir hacia el norte al día siguiente, cruzando el río Rapahannock, para cubrir y ocultar el avance confederado hacia Pennsylvania.

La gran revista del 5 de junio (por Mort Künstler)

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Marzo de 1863; El Raid de Mosby contra Fairfax (3ª Parte y final).

<<Nuestra salvación dependía de abandonar las líneas unionistas antes del amanecer. Nos topamos con el camino a unas cuatro millas de Centreville. En ese momento, el peligro que me preocupaba era que nos persiguiera la caballería que estaba acampada detrás de nosotros. Cuando llegamos cerca del camino detuve a la columna para concentrarla. Algunos de mis hombres montaban a retaguardia y otros en los flancos, para evitar que los prisioneros se escaparan. Dejé al Sargento Hunter al mando y me adelanté para reconocer el terreno. Como no había enemigos ante nosotros, llamé a Hunter y le indiqué que avanzara al trote, manteniendo las riendas de Stoughton [el general enemigo que habían capturado] en la mano, sin soltarlas, bajo ninguna circunstancia. Sin duda el General apreció mi interés por su persona.

Otra visión romántica del ataque, esta vez sobre la nieve.

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