Desperta Ferro Historia Contemporánea N.º 15: Ardenas, la ofensiva alemana.

 

No podemos acudir a la imagen tópica de los inmensos Könistiger surgiendo de entre la nieve y la niebla para arrollar las posiciones de vanguardia de los estadounidenses, sembrando muerte y caos entre los pozos de tirador y las posiciones de las ametralladoras, sería demasiado fácil. Sin embargo, la realidad de aquel 16 de diciembre tiene su propio glamour, qué duda cabe. Proyectiles de cañones y lanzacohetes surcando el cielo nocturno en la hora oscura que precede al alba, soldados infiltrándose por la nieve, en silencio, en largas columnas que se dirigen hacia el oeste, como en los tiempos de gloria de 1940, y la luminiscencia fantasmagórica de los focos antiaéreos, apuntando a las nubes y rebotando hacia los campos nevadas de las quebradas Ardenas.

La última gran ofensiva alemana de la Segunda Guerra Mundial es una de las batallas más evocadas por aquellos que quieren pensar en escenarios alternativos, en lo que hubiera podido ser y no fue. En cierto modo, quienes así lo hacen tienen algo de razón pues hacía mucho tiempo que los alemanes no habían sido capaces de lanzar una ofensiva a semejante escala. Tras los desastres sufridos en el segundo semestre de 1944 parecían acabados, hasta tal punto que los ejércitos de los aliados occidentales estaban convencidos de que la guerra acabaría antes de Navidad. Sin embargo se les iba a acabar el resuello, y los germanos iban a aprovechar el paso (o el salto) atrás para atacar mejor.

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Desperta Ferro Historia Moderna N.º 21: Rusia 1812 (I)

La campaña de Napoleón en Rusia ha sido posiblemente una de las más comparadas de la historia, precisamente con otra campaña rusa, la de Hitler, cuyo final fue aparentemente similar: derrotados por el invierno ruso, los invasores tuvieron que retroceder primero y que huir finalmente, derrotados por completo, primero por el zar Alejandro I, y luego por Stalin. No son las únicas similitudes. Puede decirse que ambos “emperadores” eran agresores que querían llevar los territorios que dominaban más allá de la megalomanía; que en ambos casos surgió el mito de la Patria Rusa, invadida injustamente y, finalmente, que ambo habían sido aliados antes de la guerra, entre otras muchas posibilidades.

Sin embargo, quedarse en estos tópicos es conocer poco la campaña Napoleónica de 1812. Es cierto que desde la paz de Tilsit, en 1807, el imperio ruso y el francés eran aliados. Tras el fasto de los encuentros, tras los desfiles y los banquetes, quedaba un acuerdo secreto por el que, entre otras cosas, Rusia se comprometía a apoyar el bloqueo continental francés contra el Reino Unido en caso de fracasar una eventual mediación a favor de la paz, que no llego a buen puerto. Sin embargo, los años siguientes dieron paso a la desilusión y a la desconfianza. Francia mantenía el Gran Ducado de Varsovia, que aunque gobernado por el rey de Sajonia, era una daga que amenazaba a Rusia, y el bloqueo estaba resultando mucho más dañino para el bloqueador oriental que para las islas asediadas, y todo ello llevó a un nuevo aumento de la tensión que, finalmente, significaría la guerra.

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Desperta Ferro Historia Contemporánea N.º 14: Afganistán, 2001.

Afganistán es una de esas guerras tan cercanas que no sabe uno si calificarla como historia o como noticia y, de hecho, forma parte de ambas. Todo recomenzó el 11 de septiembre de 2001, cuando un brutal atentado derribó las torres gemelas de Nueva York, variando el skyline, la línea que formaban los edificios sobre el horizonte y una de las imágenes emblemáticas de la ciudad, para siempre. No cabe duda que fue un acontecimiento traumático, lo suficiente como para que años, cuando tuve la ocasión de visitar Nueva York, los vendedores callejeros aún siguieran vendiendo “de tapadillo” los poster en los que se podían ver las torres gemelas. Un acontecimiento traumático que tuvo su primera repercusión al otro lado del mundo, en un país que se debatía entre el olvido y las primeras planas, en Afganistán.

Allí, todo había comenzado mucho antes del 11/9. La historia reciente del pueblo afgano es sin duda una de sinsabores, en parte de producción interna, y en parte potenciados por fuerzas externas. Primero fue la invasión soviética, promovida por un régimen que pretendía ampliar su área de influencia hacia el océano Índico recuperando una de las antiguas aspiraciones de los zares, solo que en esta ocasión la oposición no fue el imperio británico, sino el nuevo imperio estadounidense, que lo había sustituido en 1945. Norteamérica y, por supuesto, los propios afganos, los muyahidín, que se hicieron lo suficientemente famosos como para ser retratados –por supuesto como luchadores a favor de la libertad– en una de las entregas de Rambo, asaltaron las primeras planas de los periódicos, en el marco de la guerra fría.

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Batallas Navales – 1798 La Batalla del Nilo (I)

Uno de los mayores admiradores de Howe fue John Jervis, Earl de Saint Vincent (Conde de San Vicente), y el alumno más destacado e ilustre de Saint Vincent era Horacio Nelson. Howe había servido a las órdenes de Hawke, éste a las de Anson, y Anson recordaba a oficiales que habían luchado en la última de las viejas guerras contra los holandeses. La cadena de la tradición naval no se había interrumpido.

Batalla del Nilo, 1798. Explosiónd el buque insignia francés L’Orient.

Nelson zarpó por primera vez abordo de un navío a los doce años como joven guardia marina. Nacido en 1758, había servido de joven en las Indias Orientales a las órdenes de Hughes contra el líder rebelde indio Hyder Alí. Había luchado por tierra y por mar. Por tierra contra los españoles en Nicaragua y contra los franceses en Córcega, donde perdió su ojo derecho. Por mar en las Indias Occidentales, en Norte América, en el Atlántico y en el Mediterráneo, también contra españoles y franceses, perdiendo su brazo derecho en el fracasado intento de invasión de Tenerife.

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Desperta Ferro Historia Moderna N.º 20: Gettysburg 1863.

 

Dentro de la historia militar, hay algunas batallas, no muchas, que por alguna razón han acabado, a lo largo de los años, acaparando la atención tanto de los más serios historiadores como del gran público, pero es difícil determinar cuáles son los motivos de que esto sea así. ¿Por qué se habla más de Kursk (1943) que de Gembloux (1940)? ¿Por qué nos resulta más interesante Las Navas de Tolosa (1212) que Muret (1213)? Y, finalmente, ¿por qué tan pocos hablan de Chickamauga y todo el mundo se acuerda de Gettysburg?

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Esta última batalla se ha convertido, precisamente, tanto en uno de los iconos de la historia como en un paradigma de las batallas que pasan a la memoria colectiva. Algunos de los motivos son evidentes: ha pasado a la fama como el momento álgido de los ejércitos confederados; fue la batalla que pudo dar la independencia al Sur; supuso la derrota de Robert E. Lee, considerado como el general más capaz de aquella contienda; duró tres días, 1, 2 y 3 de julio de 1863, y hubo combates que pudieron decantar la victoria a favor de cualquiera de los dos contendientes; y tuvo momentos de increíble heroísmo, como el de aquellos 12 500 confederados que cruzaron el llano para lanzar el último asalto de aquella increíble jornada. Motivos evidentes, decíamos, ¿pero son realmente tan importantes?

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DESPERTAFERRO CONTEMPORÁNEA N.º 13: VERDÚN 1916.

Queda poco para el centenario de una de las batallas más recordadas, conocidas y contadas de la Primera Guerra Mundial. Y sin embargo ¿Qué sabemos de Verdún? Sabemos que fue una batalla muy larga, duró diez meses, sabemos que no dio resultado alguno, pues al final el frente casi había vuelto al punto de partida, que la “lista del carnicero” fue larga y que la vida en las trincheras se hizo insoportable para unos y otros. Pero hay cosas que son menos conocidas. Por ejemplo, que no fue la batalla más cruenta de la guerra, y que, en realidad, la apuesta fue de escaso valor.

Verdun

La batalla comenzó en febrero, bajo la nieve, con un brutal bombardeo de la artillería alemana. El frente era estrecho, alrededor de 10 km tan solo, y las fuerzas que se lanzaron al asalto fueron relativamente escasas en comparación con lo que iba a verse en batallas posteriores; sin embargo progresó, al menos al principio.

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Desperta Ferro Historia Moderna n.º 19: El Gran Capitán.

Gonzalo Fernández de Córdova, su nombre resuena a lo largo de toda nuestra historia, desde sus primeras campañas en Andalucía, contra los nazaríes de Granada, pasando por Italia, donde se ganó el sobrenombre de “Gran Capitán”, hasta diferentes períodos de nuestra historia posterior a su muerte, donde se le ensalzó como héroe nacional y promotor de una de las grandes revoluciones de la historia militar, la que llevó a los ejércitos hispánicos desde la edad media a la moderna.

Sin embargo, la historia es una gema con muchas facetas, y como toda figura recordada, popularizada y mitificada, el “Gran Capitán” fue mucho más, y a la vez mucho menos que lo que habitualmente tendemos a contar. Participó en los importantes cambios militares que tuvieron lugar en los albores de la edad moderna, es cierto, pero más como protagonista, e incluso tal vez como “usuario”, que como amo y señor, promotor y Deus ex machina de dicha “revolución”.

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