Batallas navales – 1759 Bahía de Quiberon (III)

Una partida de abordaje inglesa apenas tuvo tiempo de desmontar y llevarse como trofeo el mascarón de un sol de rayos dorados que adornaba su proa. No pudieron hacerse con sus espléndidos cañones de bronce hechos de viejas campanas, cobre sueco, cobre amarillo y puro estaño.

Los británicos también tenían sus problemas. Durante las horas de oscuridad, tanto el Essex como el Resolution encallaron y no pudieron ser liberados. Tras evacuar a sus tripulaciones, fueron incendiados. La mayoría de los navíos franceses lograron salir de las aguas confinadas en el transcurso del 21 de noviembre, pero de un grupo menos afortunado que tuvo que deshacerse de cañones y equipo para tratar de rebasar la barra de la desembocadura del río Vilaine, a uno, el Inflexible, se le partió la quilla y no se le volvió a ver, y el resto quedaron inmovilizados durante buena parte del año.

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Batallas navales – 1759 Bahía de Quiberon (II)

Aquella tarde de noviembre estaba cada vez más oscura, con un temporal del noroeste, antes de que los navíos de vanguardia de Conflans hubiesen pasado entre los bajíos Du Four por estribor y la zona de arrecifes de Cardinaux por babor, donde podía considerarse a salvo.

Su oponente no tenía pilotos familiarizados con la zona, pero allá donde fuese Conflans podía seguirlo Hawke. Con el anochecer a unas cuantas horas y un mar cada vez más agitado, un hombre más prudente podría haberse mantenido a distancia teniendo espacio suficiente, y esperar a ver qué deparaba el día siguiente. Si el mero objetivo de Hawke hubiese sido derrotar a la flota de invasión, eso habría sido suficiente. Ninguna fuerza de invasión con sus vulnerables transportes se haría a la mar con navíos de guerra enemigos en las inmediaciones.

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Batallas navales – 1759 Bahía de Quiberon (I)

Uno de los primeros conflictos globales fue la denominada Guerra de los Siete Años (1756-1763), que en su dimensión marítima enfrentó principalmente a Gran Bretaña y Francia por el dominio de los océanos, quedando España relegada a un tercer lugar.

En el teatro de operaciones terrestre Austria y Prusia se disputaron la supremacía en Alemania y Francia, deseosa siempre de una Alemania débil, se puso del lado de Austria contra Federico el Grande, dedicando Luis XV casi todos recursos a esta contienda continental. Gran Bretaña, centrada principalmente en su poder naval y colonial, se puso del lado de Prusia. En lo que a las marinas se refiere, la cosa comenzó en julio de 1759, cuando Sir George Rodney, dio el primer paso al destruir las naves de quilla plana fondeadas en Havre para un ataque a través del Canal. En agosto, Edward Boscawn derrotó a una flota procedente de Tolón al mando de De la Clue frente a las costas de Portugal, capturando tres barcos y obligando a otros dos a refugiarse en la costa.

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Viento divino – El fenómeno kamikaze japonés (XXXII). Las Ohka en Okinawa. Última misión (III)

La última misión exitosa de las Ohka, que demostraba el peligroso potencial de estos cohetes tripulados en ataques masivos suicidas, tuvo lugar el 11 de mayo, cuando 4 Bettys despegaron el segundo y último día de la sexta ofensiva Kikusui.

En el Piquete de Radar N.º 15, los destructores Evans y Hugh W. Hadley de los capitanes Archer y Mullaney, acompañados de tres lanchas de desembarco, llevaron a cabo una de las acciones anti kamikaze más feroces de la batalla de Okinawa. Se calcula que entre las 7.50 y las 9.30 fueron destruidos unos 50 aparatos enemigos por los 12 cazas Corsair de la patrulla aérea (CAP) del piquete, mientras que otros 50 aviones japoneses eludieron a los cazas norteamericanos y atacaron a los navíos de superficie.

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Viento divino – El fenómeno kamikaze japonés (XXXI). Las Ohka en Okinawa (II)

Entre tanto, en el Piquete de Radar 1, el destructor USS Cassin Young había sufrido graves daños por el impacto de un avión kamikaze. Los destructores Stanly y Lang recibieron órdenes de acudir en su rescate, siendo atacados a su vez por aviones kamikaze durante le trayecto.

En 20 minutos, mientras los destructores maniobraban bajo una Patrulla Aérea dirigida por el director de la caza a bordo del Stanly, se acercaron más aviones kamikaze. Entre ellos había bombarderos Betty con bombas Ohka en sus panzas. Picando a través de la pantalla de cazas y luego nivelando aparentemente inermes del intenso fuego antiaéreo de 20 mm y de 40 mm del destructor, una bomba Ohka impactó en la proa del Stanly por el costado de estribor.

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Viento divino – El fenómeno kamikaze japonés (XXX). Las Ohka en Okinawa (I)

La invasión aliada de Okinawa comenzó el 1 de abril de 1945, día en que se llevó a cabo la segunda misión Ohka. Tres bombarderos Betty y tres Zeros kamikaze despegaron de Kanoya por la tarde, con la pretensión de atacar a la flota de invasión después de anochecido y disminuir así las probabilidades de ser interceptados.

USS Mannert L Abele

Aproximándose a la flota de desembarco desde el norte, los Betty lograron evitar las patrullas aéreas y lanzar sus misiles tripulados. Una de las Ohkas picó e impactó contra una de las torretas de cañones de 406 mm del acorazado USS West Virginia, causando daños considerables y varias bajas. Las Ohka restantes y los Zeros kamikaze lograron dañar al transporte de tropas Alpine (16 muertos y 27 heridos) y a los cargueros Achernar y Tyrrel.

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Viento divino – El fenómeno kamikaze japonés (XXIX). Ataque de las Ohka al 58 Grupo de Combate (II)

Cuando el capitán de corbeta Nonaka entró en su aparato, afirmó, «Este es mi Manatogawa» – una referencia a la heroica lucha de Masashige Kusonoki con 700 hombres contra muchos miles en el río Minato en 1336.

Esta vez la superioridad numérica a la que se enfrentaría era mucho mayor. Ya que de los 55 Zeros asignados a la escolta de la fuerza Ohka, solo pudieron realizar la misión 30. Ocho no lograron despegar y 17 tuvieron que volver por fallos de motor. Aún así, el almirante Ugaki decidió que la fuerza Ohka continuase con la misión encomendada. Los 18 Bettys con su exigua escolta volaron hacia sus blancos de la Fuerza de Combate 58.1 del almirante Clark, que incluía a los portaaviones de batalla Hornet, Bennington y Wasp (éste útlimo con graves daños causados por un ataque kamikaze el 19 de marzo pero todavía operativo) y el portaaviones de escolta Belleau Wood, escoltados por los acorazados Massachusetts e Indiana y una poderosa fuerza de cruceros y destructores.

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