Batallas navales – 1759 Bahía de Quiberon (I)

Uno de los primeros conflictos globales fue la denominada Guerra de los Siete Años (1756-1763), que en su dimensión marítima enfrentó principalmente a Gran Bretaña y Francia por el dominio de los océanos, quedando España relegada a un tercer lugar.

En el teatro de operaciones terrestre Austria y Prusia se disputaron la supremacía en Alemania y Francia, deseosa siempre de una Alemania débil, se puso del lado de Austria contra Federico el Grande, dedicando Luis XV casi todos recursos a esta contienda continental. Gran Bretaña, centrada principalmente en su poder naval y colonial, se puso del lado de Prusia. En lo que a las marinas se refiere, la cosa comenzó en julio de 1759, cuando Sir George Rodney, dio el primer paso al destruir las naves de quilla plana fondeadas en Havre para un ataque a través del Canal. En agosto, Edward Boscawn derrotó a una flota procedente de Tolón al mando de De la Clue frente a las costas de Portugal, capturando tres barcos y obligando a otros dos a refugiarse en la costa.

En noviembre, Sir Edward Hawke coronó las operaciones saliendo airoso de una galerna tras una de las persecuciones más audaces de la historia. La bahía de Quiberon, en las costas de Bretaña, donde tuvo lugar el enfrentamiento de Hawke con el almirante Conflans, era un lugar peligroso de acantilados e islas rocosas, un lugar de peligrosos bajíos. Hawker había sido nombrado caballero en 1747 tras perseguir y capturar un convoy escoltado que había zarpado de la Rochelle. En la nueva guerra ostentaba un alto cargo en la marina real británica y durante algún tiempo había estado bloqueando el puerto de Brest.

Durante todo el verano, Hawke se mantuvo tan cerca de la isla de Ushant que Conflans, al mando de la flota francesa de Brest, no podía zarpar sin verse obligado a luchar. El ejército francés de invasión, que había sido concentrado en Vannes, en el área de la bahía de Quiberon, esperaba a que Conflans lo embarcase y lo llevase al otro lado del Canal.

La estación veraniega se fue pasando y Conflans continuó en el interior de Brest. Sin embargo, también se le acabó el tiempo a la flota británica que imponía el bloqueo, al llegar el mal tiempo y las habituales galernas. El 9 de noviembre el viento soplaba del oeste con tal fuerza que Hawke se vio obligado a refugiarse en Torbay. Menos de una semana más tarde estaba de nuevo en el mar, pero Conflans había aprovechado su oportunidad.

Reforzado por un escuadrón al mando de Bompart, que había logrado entrar en Brest durante la ausencia de los navíos británicos, zarpó con su escuadra de Brest el mismo día que Hawke dejaba Torbay. Era un ejemplo perfecto de la debilidad del sistema de bloqueo y de las deficiencias de Brest como puerto. Si bien los fuertes vientos del oeste podían mantener alejados temporalmente a los bloqueadores de Ushant, por desgracia para Francia, el puerto de Brest estaba situado de tal forma que ninguna flota de vela podía surcar el estrecho de Goulet mientras durasen dichos vientos.

Almirante Hawke

La situación cambió cuando cambió la dirección del viento. Los franceses tenían la oportunidad de salir y perderse antes de que la flota británica tuviese tiempo de regresar. Era ahora o nunca. Conflans, salió y se dirigió al sureste, en dirección a Quiberon, para recoger al ejército de invasión. Ambas flotas se vieron afectadas por un tiempo de perros y vientos cambiantes, pero para el 20 de noviembre, Conflans se acercaba a su destino, donde se hallaba el capitán Duff, que vigilaba con su escuadrón de fragatas a los transportes franceses.

Conflans dio órdenes de atacar a los ingleses y perseguirlos, pero la maniobra tuvo que ser interrumpida. Sus vigías le informaron de la presencia de velas al oeste y que eran de Hawke. El almirante inglés se había enterado por casualidad por unos mercantes británicos de que la escuadra francesa se había hecho a la mar. Conflans, que contaba con pilotos del lugar, se acercó a la costa, mientras Hawke, que tenía por eslogan atacar, izó la señal: «En formación sin abandonar la persecución». Era la oportunidad de su vida.

Viene de Batallas navales – 1676 Augusta (II)

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