Primavera de 1940 – Tres pinceladas demoledoras sobre la sociedad alemana de comienzos de la guerra

Uno de esos libros imprescindibles para conocer la óptica de la sociedad alemana a comienzos de la Segunda Guerra Mundial es el Diario de Berlín, del corresponsal norteamericano William Shirer.

Desde mediados de los años treinta, este periodista norteamericano vino desempeñando sus labores informativas en al Alemania nazi y la retrató en las entradas de su diario, cubriendo los acontecimientos de esos años y trufándolas de observaciones, rumores, cotilleos y vivencias personales. Las tres primeras anécdotas están fechadas en 4 de febrero de 1940, y la cuarta en junio del mismo año:

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La aparición de los experten (IV) – Adolf Galland

Adolf Galland está considerado por muchos como el más grande Experten de todos. Su marca de 104 victorias no era excepcional para los estándares de la Jagdwaffe, incluso aunque las consiguiera todas contra aliados occidentales y en su mayor parte antes de noviembre de 1941, año que trataremos.

 

Fue una de las grandes personalidades de la Luftwaffe. De natural simpático, le gustaban los placeres de la vida, y volaba el único Bf-109F que tenía instalado un encendedor de puros. Por debajo de la cabina estaba pintado su emblema: Un Mickey Mouse blandiendo un hacha y un revolver. Su visión del combate de caza era:

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1 de mayo de 1940 – La Drôle de Guerre o Sitzkrieg vista por el corresponsal en Berlín William Shirer

La drôle de guerre o guerra de broma fue el «tenso» periodo de paz transcurrido desde la declaración de guerra a Alemania en septiembre de 1939 por parte de las  potencias occidentales, hasta el 10 de mayo de 1940. Durante dicho periodo que no se llevó a cabo prácticamente ninguna acción de guerra en la frontera franco alemana.

Quizá una de las mejores síntesis de lo que fue esta Sitzkrieg, así llamada por los alemanes, la constituya la entrada del día 1 de mayo de 1940 del diario del corresponsal norteamericano en Berlín William Shirer, apenas 9 días antes de que se desencadenara la Campaña del Oeste. El diario de Shiller, compilado, se convertiría con posterioridad en un clásico de la literatura de estos años, llamado en la edición española «Diario de Berlín 1934-41». El 1 de mayo, Shiller viajaba en tren a Frankfurt desde Basilea, contemplando por la ventanilla del tren la vida prácticamente normal que había en las dos orillas del Rin, la francesa y la alemana. Veámos su airada reacción ante semejante espectáculo.

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Medalla de Honor – Charles E. «Commando» Kelly

El apodo ya lo dice todo de este soldado de infantería, que en el desembarco de Salerno neutralizó a 40 soldados enemigos, varios nidos de ametralladoras y resistió numantinamente en un almacén alemán de municiones llegando a disparar entre otras armas un cañón contracarro de 37mm.

Kelly nació el 23 de septiembre de 1920 en Pittsburgh, en una familia de nueve hermanos. Su padre era herrero y creció en un barrio problemático al norte de la ciudad, donde abandona la escuela a los 14 años. Posteriormente, se alistó en el ejército en mayo de 1942, pero antes de entrar en acción estuvo dos veces en la prisión militar por ausentarse del servicio sin permiso. En el otoño de 1943 era miembro de la Compañía L del 43 Regimiento de Infantería de la 36 División de Infantería. entró en combate por primera vez durante la Operación Avalanche, el asalto anfibio a Salerno en la península italiana, que tuvo lugar el 9 de septiembre de 1943. Una vez en tierra, la división avanzó hacia el interior. Cuatro días después de los desembarcos y una semana antes de su 23 cumpleaños, Kelly se presentó voluntario para arrastrarse por espacio de 3 kilómetros bajo el fuego alemán de morteros y artillería, y la amenaza de francotiradores para explorar una colina ocupada por el enemigo que constituía el próximo objetivo de su batallón.

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Agosto de 1944. Von Choltitz en París.

Y tras haber seguido a von Choltitz por dos de las acciones más interesantes de su carrera, sin duda ha llegado el momento de volver al lugar que le abrió las puertas de la Historia. ¿Arderá París?

El Hotel Meurice, en bajo los arcos de la Calle de Rívoli. La plaza de la Concordia está al fondo.

Aquel 23 de agosto de 1944 era sin duda un preocupadísimo Choltitz quien se hallaba en su despacho del Hotel Meurice, en la céntrica Rue de Rivoli, que bordea el lado norte del Palacio del Louvre y se extiende hasta la Plaza de la Concordia; donde se hallaba su Cuartel General. Acababa de recibir una orden directa de su Führer: “Paris no debe caer en manos del enemigo, salvo siendo un montón de escombros”, rezaba. Pero el general no lo tenía tan claro.

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Muerte de un general alemán (VI) – Günther von Kluge

Hay al menos dos versiones conocidas de la muerte del mariscal von Kluge, una contada por el General Bodo Zimmerman que damos por cierta y que referimos a continuación, y otra dada por el criminal Jurgen Stroop, a la que hacemos referencia al final de la entrada.

Mariscal von Kluge

Hacia mediados de agosto de 1944, el mariscal von Kluge decidió visitar al Séptimo Ejército, que no estaba aún completamente rodeado, en la bolsa de Falaise. Pernetró en la bolsa con la intención de visitar el cuartel general de Septimo Ejército y el Grupo acorazado de Eberbach, acompañado sólo por su ayudante y un camión de transmisiones.

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Verdun: La Trinchera Cercada. El Testimonio del Abad Polimann (III/3)

Desde mi puesto de observación, bastante rústico, interrogué el horizonte buscando a los salvadores a los que aún estábamos esperando. En torno a las 14:00, otro problema: resulta que algunos individuos, equipados con aparatos de líquido inflamable colgados de la espalda, salen de sus trincheras a ochenta metros de mí. Pero son avistados, y eso bastó, un sargento y varios granaderos les ajustaron las cuentas rápidamente.

Las trincheras hoy. Casi cien años después, la tierra aún no ha sido capaz de recuperarse.

A pesar de todo la situación se fue haciendo más y más crítica. Las ametralladoras boches barrían nuestras trincheras con facilidad, pues podían ver todos y cada uno de nuestros movimientos. Recomendé a mis hombres que debían actuar con la mayor precaución; pero a pesar de todo otro ametrallador recibió un tiro, cerca de mí, ya que  el rincón en el que me hallaba era un objetivo especialmente favorecido, pues que los alemanes podían ver mis señales ópticas. A pesar del riesgo, tenía que comunicar con la retaguardia a toda costa.

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