Medalla de Honor – Gerry H. Kisters

Nació en Salt Lake City, Utah, el 2 de marzo de 1919. Su padre había emigrado a Estados Unidos desde Alemania y era peletero, un oficio transmitido de generación en generación en la familia Kisters.

Gerry H Kisters

Kisters fue reclutado e incorporado al ejército el 17 de enero de 1941, en Fort Benjamin Harrison, Indiana. El ejército envió a Kisters a Fort Bliss, Texas, donde fue destinado a una unidad de reconocimiento de caballería, aún en formación, que era parte de la 1.ª División de Caballería. Estaba a pocas semanas de completar su año de servicio obligatorio y acababa de regresar de los servicios religiosos cuando se enteró del ataque japonés a Pearl Harbor. Kisters era consciente de que no servía para ser soldado de guarnición y, como consecuencia, pasó sus primeros 18 meses en el ejército como soldado raso. La unidad de Kisters se convirtió en una agrupación independiente en 1942 y fue rebautizada como 91.er Escuadrón de Caballería de Reconocimiento.

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Los combates por Ponyri desde la perspectiva de un carrista soviético. Frente norte de Kursk (II)

Habiendo hecho mi parte para alentar a la deprimida tripulación, me apresuré de vuelta a mi SU-122 y, estaba subiéndome a la superestructura en busca de la escotilla, cuando vi al cañón autopropulsado de Fomichev –comandante de la 1.ª Sección- salir de su emplazamiento y dirigirse a gran velocidad, aprovechando la protección que le proporcionaba el denso humo que impregnaba el área, al interior de un barranco muy frondoso de matorral situado a unos 200 metros de distancia de la posición de la batería.

Cañón de asalto Ferdinand

Esta maniobra se hizo probablemente por decisión del comandante de la batería con un objetivo táctico: ganar una posición desde la que efectuar fuego de flanco contra el avance enemigo y atacar de forma inesperada en el momento clave. La distancia a los carros de combate nazis era todavía grande, así que las tripulaciones de los carros ligeros de la 129.ª Brigada de Tanques no habían disparado todavía. Nuestros cañones autopropulsados permanecían también en silencio, pero los tiradores, incluido Korolev, mantenían a los vehículos de cabeza enemigos centrados directamente en sus puntos de mira. La tensión se incrementaba con el paso de cada minuto.

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Los combates por Ponyri desde la perspectiva de un carrista soviético. Frente norte de Kursk (I)

Vasiliy Krysov, veterano carrista del Ejército Rojo, publicó unas memorias de su participación en la Segunda Guerra Mundial que publicó Salamina como «Cazador de Panzers». En el pasaje que transcribimos a continuación, Krysov narra los primeros combates por Ponyri el 7 de julio en el frente norte del saliente de Kursk.

Ponyri, 7 de julio de 1943, parte norte del saliente de Kursk

El 7 de julio por la mañana aparecieron los bombarderos enemigos y con ellos comenzó también la preparación artillera. Las tripulaciones estaban en sus puestos con las escotillas cerradas y las explosiones eran tan cercanas a veces, que no podíamos ver otra cosa que llamas a través de nuestros dispositivos ópticos –¡parecía como si el cañón autopropulsado se hubiese incendiado! Los guijarros y terrones levantados en surtidores de tierra por las explosiones que los hacían volar por los aires, caían a continuación con un sonido aterrador sobre el blindaje de la superestructura, dejándonos casi sordos.

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Italia rompe el Eje (III): El último Gran Consejo, Mussolini.

El 21 de julio de 1943, el Duce decidió reunir al Gran Consejo Fascista, formado por los personajes más relevantes del régimen. Los cuadrumviros, Emilio de Bono, Cesare María De Vecchi, Italo Balbo y Michele Bianchi, protagonistas de la marcha sobre Roma, tenían un puesto vitalicio, aunque los dos últimos ya habían fallecido para entonces. También formaban parte del Gran Consejo el presidente del Senado, Giacomo Sardo; el de la Cámara del Fascismo y de las Corporaciones, Dino Grandi; el secretario y dos secretarios representantes del Partido Fascista; los ministros-secretarios de Estado de Asuntos Exteriores, Interior, Justicia, Finanzas, Educación Nacional, Agricultura y silvicultura y Prensa y Propaganda; y, finalmente, el comandante en jefe de la Milicia Voluntaria para la Seguridad Nacional (los Camisas Negras), el presidente de la Academia de Italia, el de la Corte Especial para la Defensa del Estado y los de las confederaciones nacionales del fascismo y de las confederaciones nacionales de diversos sindicatos fascistas .

El Gran Consejo Fascista, en la noche del 24 de julio.

En teoría, este era el órgano supremo de la dictadura instaurada por Mussolini, y con sus capacidades teóricas, podría haber sido una asamblea casi constitucional encargada de moderar al dictador, pero en realidad no era así, pues él era quien convocaba las reuniones, él lo presidía, él dictaba el orden del día y él había nombrado a todos los que lo componían. Así, como mucho estaba al servicio del Duce y, si no, era irrelevante.

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