El hundimiento del U-191 (II)

Por suerte, el ASDIC tenía fijado al submarino, que, como de costumbre, había bajado a gran profundidad. Así que el Hesperus procedió a realizar un ataque con cargas de profundidad convencionales.

U-203

El submarino se defendió intentando ocultar su posición con el dispositivo SBT (Submarine Bubble Target), pero los operadores británicos del Hesperus no cayeron en la trampa y mantuvieron fijado al submarino alemán. Para entonces, la Clematis se había unido a la refriega y procedió también a atacar. A continuación, ambos buques hicieron una pasada conjunta con cargas de profundidad convencionales y arrojaron también una nueva carga de profundidad de 1 tonelada que según el capitán del Hesperus era «un torpedo sin motor, con su cuerpo cargado de explosivos y disparado desde nuestros tubos de torpedos».

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Ataúdes de Acero – Memorias de un Capitán de U-Boot

Ediciones Salamina acaba de publicar una nueva edición y traducción del clásico de Herbert A. Werner sobre la guerra submarina en el Atlántico y el Mediterráneo durante la Segunda Guerra Mundial. Os dejamos en primicia la Introducción que hace el propio Werner a su libro.

Este libro, que relata mis experiencias personales en la Fuerza de Submarinos alemana durante la Segunda Guerra Mundial, cumple con un antiguo compromiso. Desde el final de esa devastadora guerra, el papel de la Fuerza de Submarinos ha sido distorsionado y subestimado en algunas ocasiones, incluso por historiadores militares que deberían de haberlo conocido mejor. Como yo fui uno de los pocos comandantes de submarino que luchó durante la mayor parte de la guerra y que logró sobrevivir, sentí que era mi deber para con mis camaradas caídos poner las cosas en su debido lugar. Yendo al grano, el deber era la primera y la última palabra en el léxico de los hombres de los U-Boote y, pese a las afirmaciones en sentido contrario, cumplimos con nuestro deber con una gallardía y corrección no superadas por ninguna otra arma en servicio en los bandos en liza. Éramos soldados y patriotas, ni más ni menos, y en la consagración a nuestra causa perdida morimos alcanzando cifras aterradoras. Pero la gran tragedia de la Fuerza de Submarinos no fue solo que pereciesen tantos buenos hombres, sino que nuestras vidas fueron despilfarradas a causa de un material inadecuado y unas políticas inadmisibles del Cuartel General del Arma Submarina.

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El nacimiento de la Kriegsmarine (III): El tratado naval anglo-alemán.

No se puede ocultar que, a principios de 1935, la percepción europea con respecto a la Alemania nazi se había deteriorado. Considerado inicialmente como un gobernante más, las noticias sobre lo que estaba empezando a pasar con los judíos –muchos estaban emigrando a Austria– o sobre el asunto Röhm, la llamada “noche de los cuchillos largos”, entre otras cuestiones, habían deteriorado seriamente la imagen de Hitler, y el plebiscito del Sarre del 17 de enero no ayudó. “Hitler ha insistido de nuevo en que, a la vista de la presión esperable por parte de Gran Bretaña y Francia después del plebiscito del Sarre, es necesario acelerar la implementación de algunos planes de armamento importantes […] para haber alcanzado el nivel de preparación más elevado posible cuando se inicien las negociaciones”, anotaba el almirante Raeder.

Von Ribbentrop, en Londres, durante los acuerdos que llevaron a la firma del tratado.

Uno de los planes de armamento que se benefició de esta circunstancia fue el de la Marina, y muy poco después de comenzar el año se ordenó la construcción de varios destructores, el montaje de los primeros submarinos y que la fecha de inicio de la construcción del primer portaaviones se adelantara al 1 de abril de 1935.

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