“En la mañana del 29 de marzo se repitió el ataque aéreo. Lo siguió una preparación de artillería. Desde mi puesto de observación, pude ver como los proyectiles pesados eran disparados a bocajarro contra los blocaos y los refugios que el enemigo había acondicionado en los diques. Era impresionante. Las explosiones arrojaban grandes trozos de piedra y troncos hacia las alturas. A las 8.30 horas, nuestros grupos de asalto desembarcaron sobre la isla. Diez minutos más tarde oímos el tableteo de las ametralladoras y de otras armas automáticas, y las explosiones de las granadas y los Panzerfaust”.
Así narró Georgii Zhukov el asalto a las últimas posiciones alemanas en Küstrin, donde los hombres de Reinefarth iban a resistir a lo largo de toda la jornada antes de escapar. Mientras, en la ciudad vieja, los 135 hombres del Volkssturm que no habían conseguido escapar antes de la voladura de los puentes, se habían refugiado en el extremo norte de la península.