A últimas horas de la tarde llegaron los biplanos Swordfish enemigos. Los aviones procedían del Ark Royal, que había llegado de Gibraltar.
El portaaviones se encontraba a apenas 160 km, distancia asequible incluso para los venerables Swordfish. Esta vez se presentaron 15 atacantes, volando a ras de las olas y avanzando tan lentamente que parecían estáticos. El Bismarck, en palabras de uno de sus marineros, se convirtió en “una montaña que vomitaba fuego”: