Sonderkommando Blaich (II) – Perdidos en el desierto

Tras observar Fort Lamy en llamas, el He-111 y el Bf-108 del Sonderkommando Blaich pusieron morro al norte entre un diluvio de fuego antiaéreo que comenzaban ahora a desplegar los sorprendidos defensores.

Blaich y Vimercati

Tras cuatro horas de vuelo de regreso, anocheció. Campo Uno, el aeródromo del Oasis, no se veía por ninguna parte. El piloto informó a Blaich que era necesario aterrizar. El He-111 se posó suavemente en el desierto y el radio operador, Wichmann, comenzó inmediatamente a enviar un SOS radiando la presunta posición, unos 120 km al sur de Agedabia.

Los intentos de contactar con el Mando Aéreo «Africa» no obtuvieron resultados. Pero Wichmann perseveró y finalmente logró establecer contacto 48 horas más tarde. El general Frohlich ordenó que se llevara a cabo una operación de rescate inmediatamente, pero una tormenta de arena evitó que las tripulaciones pudieran despegar. La tormenta afectaba también a la posición del Sonderkommando Blaich.

Los dos aviones el He-111 alemán al fondo y el italiano en primer plano

Cada uno de los seis hombres de Blaich disponía de una ración de un cuarto de litro de agua dos veces al día. El domingo, 25 de enero, Blaich dio un cuarto de litro extra a cada miembro como «sorpresa del domingo». Pero las horas seguían pasando, y el lunes finalizaba sin que se hubiera observado ni un solo avión.

El martes 27 de enero, se repartió la última ración de agua. Exactamente 3 minutos más tarde, el teniente Bohnsack divisió un avión. «Bengalas… rápido, rápido». Las luminosas se elevaron en el cielo. El aparato se volvió hacia ellos y aterrizó. Se trataba de un S1 italiano, un avión de reconocimiento de poca autonomía. El operador de radio, Skorzone, saltó del avión y corrió hacia los hombres de Blaich con dos cantimploras de agua de 2 litros.

«Volveremos mañana y os traeremos combustible». «Campo Uno está solo a media hora de vuelo de aquí». A la mañana siguiente, apareció otro avión. Se trataba de un Ju-52, pilotado por el teniente Becker, del servicio de rescate del desierto. Había despegado por su cuenta a medianoche para buscar a Blaich. Aterrizó sin dificultad y bajaron del avión tres barriles de combustible, suficiente para regresar sanos y salvos a la base.

La misión de bombardeo, que había resultado todo un éxito y que había estado a punto de acabar en catástrofe, había finalizado.

Viene de El Sonderkommando Blaich (I) – Ataque a Fort Lamy en el Chad

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