En 1974 llegaron a Israel oficiales estadounidenses para investigar la guerra. Sus impresiones y conclusiones fueron procesadas por el TRADOC e incorporadas al intenso trabajo que supuso la publicación de la nueva doctrina.
La investigación del General DePuy dio como resultado varias lecciones importantes. La lección más relevante fue que el campo de batalla se había vuelto más letal que antes, lo que exigía que una fuerza de combate moderna emplease una metodología de armas combinadas totalmente integrada. Esta conclusión se derivó de la observación de que las FDI confiaban exclusivamente en el carro de combate como sistema de armas único, sufriendo así grandes pérdidas cuando luchaban contra los ejércitos árabes, que habían integrado unidades acorzadas con infantería armada con ATGMs y artillería.
La recomendación doctrinal norteamericana fue que el ejército debía mejorar la colaboración entre los distintos componentes de las fuerzas terrestres, equipar a las unidades de infantería con armas contracarro avanzadas, integrar las fuerzas de infantería en las unidades acorazadas, y mejorar la potencia de fuego y la precisión de la artillería. Estas recomendaciones pasaron a formar parte del proceso de desarrollo y adquisición de nuevos sistemas de armas para el ejército.
En 1976, el TRADOC publicó la doctrina de la «Defensa Activa», que recibió duras críticas en el seno del ejército, sobre todo porque se consideraba una doctrina más centrada en la prevención de la derrota que en la consecución de una victoria decisiva. Sin embargo, abocó al ejército estadounidense hacia una reflexión sistemática sobre las formas de ganar una guerra contra las masas de blindados y potencia de fuego soviética en el teatro europeo. El general Starry comenzó a desarrollar nuevos métodos de lucha después de asumir el mando del V Cuerpo, enfrentándose a cuatro ejércitos blindados del Pacto de Varsovia, desplegados en tres escalones.
En opinión de Starry, la doctrina de Defensa Activa era capaz de detener la primera oleada de asalto. Sin embargo, las fuerzas norteamericanas y del resto de la OTAN carecían de la capacidad necesaria para llevar a cabo una batalla de contención contra las dos oleadas siguientes, y mucho menos para tomar la iniciativa y lanzar una ofensiva. Por ello, Starry llegó a la conclusión de que tenía que encontrar una forma de golpear a las fuerzas blindadas en la zona profunda del teatro, con el fin impedir que se uniesen a la batalla en el frente. Siguió desarrollando estas ideas cuando asumió el mando del TRADOC en 1977.
La cristalización de la doctrina de Starry tuvo cierta dimensión práctica, ya que supuso el desarrollo y la adquisición de nuevos sistemas de armas: un carro de combate pesado (M-1 Abrams), un vehículo acorazado de combate que transportaba las unidades de infantería que acompañaban a los carros de combate (M-2/3 Bradley), un helicóptero de ataque (AH-64 Apache), un helicóptero de asalto (UH-60 Blackhawk) y un misil antiaéreo (HIM-104 Patriot). A esta lista hay que añadir también el lanzacohetes múltiple M-270 (MLRS).
Durante el mismo periodo, el Mando Aéreo Táctico (TAC) inició también el despliegue de nuevas aeronaves, destinadas a proporcionar un apoyo más eficaz y letal a las fuerzas terrestres, especialmente el A-10 (Thunderbolt II), que era un «destructor de carros» especializado. Estos innovadores sistemas de armas proporcionaron la capacidad de combate necesaria para la nueva doctrina. En 1982, el TRADOC publicó una nueva versión del Manual de Campo (FM) 100-5, Operaciones, en el que se especificaba la nueva doctrina del ejército: la Batalla Aeroterrestre (ALB).
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