El ejército que cruzó el Rin (IV)

Habíamos dejado a la sección de blindados del teniente Robillard en una difícil posición, atascada en uno de los caminos que cruza el bosque de Bienwald y bajo el fuego de un 88 alemán. Tras llamar al puesto de mando, estos les avisan de que va para allá “el abuelo”, sin duda uno de esos personajes singulares que a veces da la guerra. Sigamos con el testimonio del oficial del oficial de la 9.ª Compañía del Regimiento de Marcha de la Legión Extranjera.

Hileras de dientes de dragón y alambre de espino, colocadas por los alemanes en el Bienwald. Sin duda, los troncos caídos no eran el único obstáculo
Hileras de dientes de dragón y alambre de espino, colocadas por los alemanes en el Bienwald. Sin duda, los troncos caídos no eran el único obstáculo

“Unos instantes después, conduciendo su Jeep con, las manos enguantadas y el casco colgando en bandolera, llega al lugar el capitán De Chassey. Deseoso de enterarse de cómo estaba la situación, se subió a los troncos caídos para ver mejor la amplia zona por la que se extendían. Sin embargo, no consiguió ver hasta dónde llegaba así que, con la desenvoltura de los que quieren ‘enterarse’ de cuál es la situación para informar a su jefe con exactitud, se paseó por todas partes, sorprendido de que no le cayera encima proyectil alguno. El teniente [Robillard], también se alegró de que esta ‘ronda de inspección’ no provocara ninguna respuesta belicosa de los de enfrente. Finalmente, convencido de que se podría pasar por aquel agujero de la línea Sigfrido tan solo con una buena sierra y mucho sudor, el capitán se marchó. El problema, claro, era que no había agujero –los alemanes son gente previsora– pero bastaba con hacer uno. De acuerdo con esta filosofía, una vez provista de una excavadora para que abriera camino, las agrupaciones avanzarían de nuevo. ¡Hacia la gloria!”

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El ejército que cruzó el Rin (III)

El bosque de Bienwald iba a ser, como todos los bosques, una auténtica ordalía para las unidades francesas, que tras una larga reconstrucción militar de cuatro años estaban llevando la guerra por fin a Alemania. Primero hubo que conquistar definitivamente la localidad de Scheibenhard, y luego establecer los medios para que cruzaran los blindados: un puente Treadway (básicamente dos listones de acero por los que pueden cruzar, con gran cuidado, los jeeps y los coches de mando), y luego algo más sólido, para que los carros de combate también puedan cruzar el Lauter. Finalmente, y tras diversos sinsabores, incluyendo el derrumbe del primer puente, la ofensiva prosigue. Como decíamos, los pueblecitos que jalonan el Rin son una cosa fácil, pero el bosque no.

Blocao alemán en el bosque de Bienwald.
Blocao alemán en el bosque de Bienwald.

“El 2.º Pelotón avanza hacia el claro de Büchelberg –nos cuenta el diario del 6.º Regimiento de cazadores argelinos–. Se encuentra con un foso anticarro y árboles derribados, mientras un fuego violento se abate sobre los hombres. Pronto entra acción un arma contracarro. Finalmente, la progresión tiene que detenerse y al anochecer la unidad regresa a Neulauterbourg”.

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El ejército que cruzó el Rin (II)

Habíamos dejado a los franceses justo al borde del río Lauter, un tributario del Rin que marca la frontera franco-alemana entre Wissembourg y Lauterbourg. Durante los días anteriores tropas galas se habían ido abriendo camino hacia el noreste siguiendo la orilla izquierda del Rin, avanzando en paralelo con tropas norteamericanas, desplegadas más al oeste. Sin embargo cuando llegaron a la frontera les esperaba una sorpresa. Cedamos la palabra a Pierre Lyautey, en su obra Carnets d’un Goumier, publicada en 1945.

Soldados del 4.º Regimiento de tiradores tunecinos avanzando hacia Alemania
Soldados del 4.º Regimiento de tiradores tunecinos avanzando hacia Alemania

“19 de marzo [de 1945]. Enviado en misión de reconocimiento para definir nuestras posiciones y las de los estadounidenses. Esta mañana no sabemos si la información que hemos recibido durante la noche es correcta: prohibido cruzar el Lauter. Solo Lauterbourg está en nuestro sector, nuestra misión parece haber terminado y nuestro sector acaba en un estrangulamiento. Por supuesto, los camaradas no se lo creen, están seguros de que, dentro de unas horas, atacaremos”.

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El ejército que cruzó el Rin (I)

El 13 de mayo de 1940 los ejércitos blindados alemanes cruzaron el río Mosa, un acontecimiento que precipitó la caída de Francia y su salida de la guerra a través de un armisticio que hoy en día sigue siendo objeto de un intenso debate. Lo que siguió si bien puede considerarse como un acto de legítima defensa, también ha sido objeto de una intensa controversia entre historiadores: el internamiento de la flota francesa de Alejandría y otros acontecimientos similares y, peor todavía, el ataque no provocado a los buques galos en Mers-el-Kebir, definieron la desaparición de Francia de entre las potencias aliadas y su paso, convertida en Francia de Vichy, al eje.

Este cazacarros destruido bien pudo ser uno de los de la 257 Volksgrenadier que combatió en Oberhoffen
Este cazacarros destruido bien pudo ser uno de los de la 257 Volksgrenadier que combatió en Oberhoffen

Queda fuera del objetivo de la presente serie explicar la compleja lucha entre gaullistas y vichistas, y la posterior vuelta al bando aliado de las tropas francesas del Norte de África, así que nos trasladaremos directamente al mes de febrero de 1945. Para entonces, Francia había vuelto al bando aliado, y el Primer Ejército Francés, del general De Lattre de Tassigny, estaba a punto de cruzar el Rin.

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Panzer Meyer en el contraataque de Kharkov

Con motivo de la reciente publicación de Granaderos, las memorias de Kurt «Panzer» Meyer, por parte de Ediciones Salamina, os dejamos un fragmento de las mismas enmarcado en lo combates que tuvieron lugar durante el famoso contraataque de von Manstein sobre Kharkov en marzo de 1943.

 

 

Granaderos – Tienda online Salamina

El kampfgruppe se detuvo detrás de una pequeña elevación. Las columnas enemigas se movían incesantemente hacia el oeste. Una villa que se extendía a lo largo de la carretera se tragó a la columna soviética y la escondió de nuestra vista. Unos 1.000 metros nos separaban todavía de los soviéticos. ¿Debíamos arriesgarnos y atacar por la ligera pendiente de la carretera abajo? Los soldados del Ejército Rojo habían estado marchando hacia el oste durante casi veinticuatro horas. ¿Sería su superioridad demasiado grande? ¿Nos tropezaríamos con una pantalla de armas contracarro?

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Operación Epsom – Testimonio de un comandante de blindados del 12 Regimiento Panzer de las SS

Los combates por Caen estuvieron entre los más duros de toda la guerra. Traemos hoy un fragmento del diario de combate de un comandante de blindados del 12 Regimiento Panzer de las SS.

Normandía 27 de junio de 1944 a las afueras al suroeste de Caen. La 12ª División Panzer de las SS Hitlerjugend se defiende como gato panza arriba. Estamos en plena operación Epsom y Montgomery pretende estrangular Caen rodeándola por el sur. Los aliados estaban a las puertas de Cheux y allí solo había algunos elementos del batallón de reconocimiento que habían llegado procedentes de Rauray durante la noche (su puesto de mando estaba al norte del señorío de Coleville), la 1ª Batería del 53 Regimiento Flak, parte del Flaksturmregiment 4 y algunos grupos de los trenes de intendencia y rezagados, que habían aprestado la población para la defensa.

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Unidades particulares. El III Flak Korps (III): Artillería antiaérea y de campaña.

 

Prometimos en su momento fijarnos de modo concreto en el uso de los cañones del III Flak Korps durante su estancia en Normandía, por lo que vamos a dedicar la presente entrada tanto al fuego antiaéreo de la unidad como a su empleo contra objetivos terrestres que, contrariamente a lo que podría pensarse, no fueron solo los carros de combate.

B-26 Marauder, con las bandas de invasión de Normandía, fue uno de los objetivos de las piezas del III Flak Korps.
B-26 Marauder, con las bandas de invasión de Normandía, fue uno de los objetivos de las piezas del III Flak Korps.

Por supuesto, sus víctimas fundamentales durante estos meses de 1944 fueron los cazabombarderos y los bimotores aliados, a los que Pickert, el comandante en jefe de la unidad, llama Marauder independientemente de si se trata de B-26 Marauder, B-25 Boston o B-20 Havoc. Dado que estos estaban acostumbrados a dominar tanto el cielo como la tierra, la aparición de nuestro singular Cuerpo de Ejército va a ser una pésima sorpresa para los pilotos aliados, que aunque seguirán siendo una amenaza importante para cualquier vehículo alemán que circule de día, van a tener que volar más alto y atacar con más cuidado, pues las pérdidas en aviones de los primeros días de la batalla a manos de los tubos antiaéreos de esta unidad se elevarán a más de un centenar.

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