Hoy veremos de la mano del diario divisionario de Dionisio Ridruejo, la maña que se daban los españoles para confraternizar con las poblaciones ocupadas, intercambiando comestibles por las innumerables piezas de sus equipos, de las que se fueron deshaciendo en su marcha de 1000 kilómetros.
En septiembre de 1941 en la localidad bielorusa de Radun un informador soviético camuflado como chófer holandés de la organización Todt preguntó a una campesina si los españoles habían estado por allí. La respuesta fue: «Sí estuvieron aquí. Gesticulaban con las manos en lenguaje de signos, preguntando por «Kikiriki» y «Oink-oink» a cambio de camisas, bufandas y calcetines.