Yang Kyoungjong – Soldado japonés, soviético y alemán en la segunda guerra mundial

Os presentamos hoy la asombrosa historia de Yang Kyoungjong, un koreano que sirvió durante la segunda guerra mundial en el Ejército Japonés, en el Ejército Rojo y en la Wehrmacht.

Yang Kyoungjong en 1944,  después de haber sido hecho prisionero en Normandía por los paracaidistas norteamericanos

Kyoungjong era un soldado koreano de 18 años que se hallaba destinado en Manchuria cuando fue reclutado a la fuerza por el ejército de Kwantung del Ejército Imperial Japonés para luchar contra la Unión Soviética. Korea vívia en ese tiempo bajo la dominación japonesa, lo que arrastró a sus hombres a la guerra.

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Medalla de Honor – Lucian Adams el Tornado de Texas

Comenzamos hoy una serie sobre soldados norteamericanos galardonados con la Medalla de Honor del Congreso y los hechos de armas que les llevaron a obtener tal distinción.

Comenzamos con Lucian Adams, nacido en 1922 en Port Arthur, Texas, en el seno de una numerosa familia de origen mejicano. En 1943 ingresa en el ejército norteamericano y en el verano de 1944 era sargento en el 30º Regimiento de la 3ª División de Infantería, que estaba desplegada en el sur de Francia, después de desembarcar en Saint-Tropez.

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Los Errores Cometidos en la Campaña de Gettysburg según sus protagonistas (4)

Otro de los hombres que contestaron a la famosa carta fue el Coronel Walter H. Taylor, quien en tiempos de la batalla era miembro del estado mayor de Lee. En su respuesta Taylor decidió no ceñirse específicamente a los cinco puntos planteados, sino que planteó su respuesta partiendo de una pregunta básica: ¿Porqué no tuvo éxito la causa confederada?, para después ir desgranando los demás asuntos. Según Taylor la respuesta a su pregunta de partida es sencilla: <<Escasez de hombres y de recursos.>> De hecho, su primera explicación fue puramente numérica: según el censo de 1860, y excluyendo Maryland, Kentucky y Missouri, los estados secesionistas sumaban una población de 5.000.000 de hombres blancos, contra 19.000.000 en los estados unionistas. Además, el sur no tenía marina, y sus puertos se vieron bloqueados de inmediato, con lo que se vio aislado del resto del mundo.

El General Lee, con dos de los miembtos de su Estado Mayor. Taylor es el de la derecha.

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Bernardo de Gálvez (IV) – Pensacola. Yo Solo.

Tras nueve días de navegación se presenta ante la isla de Santa Rosa que cerraba la bahía que daba acceso a la ciudad. La entrada a dicha bahía estaba defendida por el fuerte de San Carlos en el lado continental y una batería de cañones en la isla de Santa Rosa.

Sitio de Pensacola 1781

Gálvez inmediatamente desembarca a su tropa en dicha isla tomando fácilmente su batería haciendo huir a los bergantines británicos, Mentor (16) y Port Royal que les hacían fuego desde dentro de la bahía. Se había anulado el fuego cruzado en la boca de entrada, así que el navío San Ramón (64), insignia de la flota y comandada por el jefe de la fuerza naval Calvo de Irázabal, intenta pasarla pero embarranca parcialmente con un banco de arena.

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Bernardo de Gálvez (III) – La toma de Fort Charlotte en Mobila (Alabama)

Sin embargo el militar español sabía que no debía perder la iniciativa que tan buenos resultados le había dado hasta entonces. Ya se había liberado de la amenaza que tenía a su espalda, al Noroeste, y podía actuar con las manos libres contra las posiciones inglesas en el Este: Mobila y Pensacola.

Maqueta del asedio español a Fort Charlotte en Mobila conservada en el museo Conde de Mobile

En realidad este era su ambicioso plan inicial, eliminar la presencia británica en todo el golfo de México. Para ello partió con premura hacia Mobila al frente de unos 1200 expedicionarios a bordo de 14 barcos menores pero al llegar a su bahía una tempestad los destrozó perdiéndose 6 de ellos y muriendo unos 400 hombres. El general Campbell recibe dicha información en Pensacola y sale con 1100 soldados para aniquilar a los españoles supervivientes.

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Bernardo de Gálvez (II) – Empieza la campaña de conquista de Las Floridas

El dominio naval adquirido por la anticipación franco-española, permitió llevar a cabo numerosas operaciones contra las posesiones británicas teniendo éstas que mantenerse casi por completo en situación defensiva.

Recreación del asalto a Baton Rouge (nótese que en aquel tiempo la bandera actual española solo era el pabellón de guerra de la Armada)

Precisamente una de las pocas operaciones ofensivas que posteriormente intentarían los ingleses fue contra Guatemala, donde Matías de Gálvez, padre de Bernardo y Virrey de Nuevo México, tras el ataque enemigo salió a su encuentro derrotándolos y poniéndolos en fuga. Gálvez, hombre de acción como su padre, tomó inmediatamente la iniciativa tras enterarse gracias a unos informes secretos que los ingleses se aprestaban a invadir la provincia. La guerra con Gran Bretaña se preveía inminente para 1779, a pesar del difícil equilibrio anglo-francés que se había mantenido hasta el momento.

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Bernardo de Gálvez (I) – Comienza la Leyenda

Si hay un ejemplo de un español más conocido en el extranjero que en su propia tierra, ese es el de Bernardo de Gálvez. Con sus acciones decisivas hizo posible el nacimiento de la gran potencia mundial de nuestros días. A pesar de todo, el reconocimiento que se le hace es muy inferior al que en justicia le corresponde.

Bernardo de Gálvez y Madrid

Nuestro personaje nace en Macharaviaya (Málaga) el 23 de julio de 1746. Pertenece, como veremos, a una familia destacada y muy conocida en la provincia. Si por algo se caracteriza su entorno familiar es por una gran tradición militar, algo que sin duda influyó cuando en 1762, con 15 años, se alistó voluntariamente para la invasión de Portugal, tradicional aliada de Gran Bretaña, participando como Teniente de Infantería gracias a sus influyentes allegados.

En 1770 pasa a ser Comandante de las armas de Nueva Vizcaya estando destinado en San Felipe el Real de Chihuahua, donde combatió a los Apaches que amenazaban la economía de la zona. Avanzó a través del desierto en condiciones durísimas que desanimaban a sus soldados, pero Gálvez demostrando su ya enorme carácter les espetó: «Me iré sólo si no hubiere quien me acompañare». Enardecidos por semejante frase, sus soldados le siguieron y consiguieron, cerca del río Pecos, derrotar y apaciguar a los Apaches que lograron herirle hasta en tres ocasiones.

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