EL DÍA DEL ULTIMÁTUM, a primera hora. Todo Empezó con una Llamada Telefónica.

 

BELGRADO. Hoy es el día acordado por el Consejo Ministerial Conjunto de Austria-Hungría para presentar el ultimátum, y las cosas deben hacerse como es debido. Para empezar, el Barón Giesl, embajador de la doble corona en la capital Serbia, debe asegurarse de que habrá alguien para recibirlo. Por eso llama al Ministerio de Asuntos Exteriores Serbio, para informar de que al final del día debe entregar al Primer Ministro Pasic una comunicación importante procedente de Viena.

Lazar Pacu, Ministro de Finanzas y, en aquel momento, Primer Ministro en funciones de Serbia.

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22 de Julio, por la noche. EL Lobby Particular de la Gran Duquesa Anastasia.

 

Esta noche le toca al Gran Duque Nikolai Nikolaievich, jefe de la Guardia Imperial y primo del Zar, ser el anfitrión de la velada, en su palacio de KRASNOIE SELO, cerca de SAN PETERSBURGO.

La Gran Duquesa Anastasia Nikolaevna.

Todo es delicada mundanidad, incluidas la esposa del anfitrión, la Gran Duquesa Anastasia, y su hermana Militza, ambas hijas del Rey Nicola I de Montenegro. Pero la más fina exquisitez puede esconder también una llamada a la guerra.

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22 de Julio, a medio día. Viviani Pierde los Nervios.

Esta mañana, Londres se ha desayunado con una escabrosa noticia publicada en The Times: Europa se dirige directamente hacia una guerra continental. Aunque nada es menos seguro en ese momento, y el periódico solo está defendiendo una tendencia política, lo que si es cierto es que el nerviosismo está a flor de piel.

Nicolás II y Raymond Poincaré, fotografiados, en esta ocasión, a bordo del Alexandria, el yate del Zar.

SAN PETERSBURGO. Uno de los afectados por este nerviosismo es sin duda René Viviani, el Primer Ministro francés, quien hallándose sentado a la derecha del Zar durante el almuerzo, se ha quedado bloqueado, y parece incapaz de contestar las preguntas que se le hacen.

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21 de julio, por la tarde. Recepción en el Peterhof.

 

SAN PETERSBURGO. Es de buen tono cuando tiene lugar una visita diplomática del calibre de la que están llevando a cabo el Presidente de la República Francesa y su Primer Ministro que se ofrezca una recepción a los embajadores de diversas naciones acreditados en la capital visitada, y así está sucediendo a lo largo de la tarde.

Una calle de San Petersburgo en 1914. Todo tranquilo, aún.

Uno de los presentes en dicha recepción, que se celebra en el Peterhof, es el embajador de Austria Hungría Frygies Szápary, segundo en la fila para saludar al presidente francés. La conversación entre ambos empezó con Poincaré ofreciéndole sus simpatías por el asesinato y preguntando que más se sabía de Serbia, y el embajador austríaco contestando que la investigación judicial estaba en proceso. Pero a partir de aquí las versiones difieren.

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21 de julio, durante la jornada. Berlín Vacío, Alemania Espera.

BERLÍN. Ya hemos visto que el Kaiser está de crucero, pero no solo él ha salido. La ciudad está vacía pues casi todos los altos cargos, entre ellos Falkenhyan y Moltke, máximos dirigentes de las fuerzas armadas, están de vacaciones. No es casualidad, sino que en gran parte es buscado. El gobierno alemán pretende así mostrar que su intención es pacífica, evitando cualquier acto que provoque una escalada en la tensión.

El Café Stern, en Berlín, cuyo exterior parece tan vacío como las altas instancias de la nación.

Mientras tanto, el Canciller Bethmann-Holweg, quien, el sí, sigue al pie del cañón, envía una nota a sus embajadores en Londres, Roma y San Petersburgo, que indica que: “Deseamos urgentemente la localización del conflicto; la intervención de otra potencia, vistos los diferentes compromisos de las alianzas, llevará a consecuencias incalculables”.

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21 de julio, por la mañana. La Primera Reunión, Informal.

 

EL PETERHOF, SAN PETERSBURGO. El Presidente Francés Raymond Poincaré se halla en los apartamentos que le han sido asignados en la residencia del Zar, cuando el mismísimo Nicolás II se presenta para una conversación informal.

El Peterhof, en la actualidad.

Durante una hora los dos hablan, a solas, sobre diferentes focos de tensión que soporta Europa en ese momento: la ruso-británica en Persia, la albano-greco-turca con respecto a quien ha de ser propietario de las distintas islas del egeo; así como sobre la política italiana, en ese momento miembro de la Triple Alianza y, sobre todo, sobre Austria.

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20 de Julio, al alba. El Zar Recibe a Francia.

El sol acaba de alzarse sobre el puerto de KRONSTADT, mientras el acorazado francés “La France”, olvidado ya el incidente acontecido un tiempo antes, navega en medio del festivo ambiente que ofrecen decenas de barcos, engalanados para dar la bienvenida al Presidente de la República Francesa Raymond Poincaré, a su Primer Ministro René Viviani y el Director Político del Quai d´Orsay, Pierre de Margerie. Podría decirse que, por fin, Francia ha llegado a Rusia.

Maurice Paléologue, supuesto descendiente de emperadores bizantinos y fabulador embajador de Francia.

Entre los muchos barcos que esperan se halla el yate privado del zar, desde el que parte la lancha imperial, para ir a recoger a los dignatarios franceses. “Abandoné el “La France” con la emoción que siempre me embarga cuando, envuelto por el sonido de las salvas de honor disparadas por los cañones, abandono uno de nuestros barcos”.

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