HMS Dreadnought: teme a Dios y no tengas miedo de nada más (II)

Sin embargo, la propuesta de Fisher no fue ajena a las críticas. Sus opositores creían que la construcción del HMS Dreadnought no sólo haría obsoletos a los acorazados de las potencias rivales, sino también a los propios.

En ese momento la marina británica era la mayor del mundo, pero si otras armadas copiaban el diseño del acorazado monocalibre, toda esa superioridad numérica se vendría abajo. En su defensa Fisher aseguró que Gran Bretaña seguiría siendo el mayor constructor naval del mundo y que botaría barcos más rápidamente que sus rivales.

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HMS Dreadnought: teme a Dios y no tengas miedo de nada más (I)

Hoy damos la bienvenida a un nuevo colaborador, Agustín Daniel Desiderato, historiador e investigador argentino, autor de un artículo sobre el HMS Dreadnought que será publicado en dos partes.

El 10 de febrero de 1906 la Royal Navy del Reino Unido de la Gran Bretaña botó un barco que cambió la guerra naval para siempre. Una nave que, de la noche a la mañana, convirtió en obsoletos a todos los acorazados del mundo. Su nombre fue HMS[1] Dreadnought y su lema “Fear God and Dread Nought” (Teme a Dios y no tengas miedo de nada más).

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Un ferrocarril en Irak para ganar una guerra naval

 

Cuando en 1906 los británicos decidieron poner en servicio el HMS Dreadnought es posible que fueran conscientes del hecho, fundamental en la historia contemporánea, de que con la aparición de este buque de guerra todas las flotas del mundo quedaban definitivamente igualadas, a cero, pues la aparición de este acorazado monocalibre, es decir, cuyas piezas principales eran todas iguales (10 de 305 mm, en cinco torre de dos tubos, en este caso), convirtió automáticamente en obsoletos a todos los demás acorazados del mundo. A partir de ese momento, el potencial naval de una flota iba a medirse en “dreadnoughts”.

El HMS Dreadnought
El HMS Dreadnought

Así, no es extraño que una potencia recién unificada como Alemania, que había llegado tarde a la carrera colonial y que era muy consciente de que la única forma eficaz, en aquella época, de proyectar su poder en el globo, era una flota poderosa, empezara a dedicar sus esfuerzos a construirla. Tampoco llama la atención que los británicos se preocuparan ante el crecimiento exponencial del poder marítimo de un país que, industrialmente, estaba empezando a superarlos. ¿Peligraban sus colonias?

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