Batallas navales – 1905 Tsushima (II)

El 25 de mayo, los navíos de guerra se separaron de sus auxiliares, que quedaron anclados en la boca del río Yang-tse. Ese mismo día por la tarde, el almirante ruso se dirigió a los estrechos de Tsushimam que separaban la isla del mismo nombre de Honshiu, la principal isla de Japón.

El tiempo era malo, con viento fuerte y agua nieve, lo que dificultaba enormemente la visibilidad. Esto beneficiaba a los rusos, que esperaban poder pasar inadvertidos por los buques de exploración enemigos. Mientras los rusos le estuvieron dando la vuelta a medio mundo, Togo tuvo tiempo suficiente para entrenar a sus escuadrones y flotillas, a mejorar la munición, que se había mostrado deficiente en combates anteriores, y para hacer los últimos preparativos. Tenía la ventaja de estar cerca de sus bases y conocía las aguas de la zona como la palma de su mano.

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Viento Divino – El fenómeno Kamikaze japonés (III)

Probablemente, el primer ataque kamikaze genuino fue llevado a cabo por pilotos del Ejército Imperial japonés el 27 de mayo de 1944 contra la cabeza de playa recién establecida por los norteamericanos en la costa sur de la isla de Biak en Nueva Guinea.

Ki 45 Nick

El mayor Katashige Takata, que estaba al mando de la 5.ª Escuadrilla Aérea basada en Nueva Guinea, pidió voluntarios entre sus pilotos para un ataque tai-atari contra los transportes navales norteamericanos de invasión. Su unidad contaba con cazas pesados bimotores Kawasaki Ki-45 KAI Toryu, Nick para los aliados, modificados especialmente para llevar dos bombas de 250 kilos.

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La batalla de Punta Araya, 1622 (II)

El plan para la construcción del fuerte se detuvo cuando se firmó la tregua entre España y Holanda en 1609 y no se reanudó hasta el fin de esta, en el año 1621.

Ese mismo año, las embarcaciones holandesas regresaron a Punta de Araya y el gobernador de Cumaná, don Diego de Arroyo Daza, insistió al monarca en la construcción del fuerte. Las escaramuzas entre españoles y holandeses se reavivaron cuando, en la desembocadura del rio Bordones, estos últimos trataban de aprovisionarse de agua. Estos combates se desarrollaban como emboscadas perpetradas por los españoles, que acompañados de arqueros nativos, hostigaban a los hombres mientras estos cargaban el agua. Los informes señalan que al menos veinte neerlandeses murieron a causa de estos ataques, viéndose obligados a abandonar el rio Bordones, donde ya había empezado la construcción de elementos defensivos.

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