Los norteamericanos habían recibido ya muchos indicios de que venían los japoneses, no solo por sus aviones de observación, también al rada. A las 8.41, mientras los cazas japoneses se batían con la escuadrilla del Enterprise, el crucero Northampton detectó la llegada del enemigo a unos 100 km de distancia en dirección 295º. Convencido de que los radares de los portaaviones también habrían “visto” lo que sucedía, el Northampton se limitó a emitir señales de banderas y a mantener el rumbo. Formaba parte de la escolta del Hornet.
El Northampton entrando en Pearl Harbor el 8 de diciembre de 1941. Al fondo se pueden ver los incendios del ataque japonés del día anterior.
El gran portaaviones estaba bien defendido. A su misma altura, a babor,
navegaba el Pensacola, y a estribor el ya citado Northampton. Más hacia popa
los seguían el San Diego (babor) y el Juneau (estribor), dos cruceros ligeros
especialmente equipados para la defensa antiaérea; y los destructores se habían
dividido en dos grupos de tres: el Morris, Mostin y Hughes delante y el Barton,
Russel y Anderton detrás. Así, el gran portaaviones navegaba en medio de un
círculo de buques erizados de cañones antiaéreos. Esto, junto con sus propios
cazas, debía de ser más que suficiente.
Esta célebre batalla, que se libró en la península griega durante la Tercera Guerra Macedonia (171-167 a.C), terminó con la amenaza macedonia a Grecia y consolidó el control romano en Oriente Medio.
Roma intervino por primera vez en Grecia en el año 215 a.C durante la Segunda Guerra Púnica. El gran general cartaginés Aníbal Barca, esperando desviar algunas fuerzas romanas, concluyó una alianza con el rey Filipo V de Macedonia, dando lugar a la Primera Guerra Macedonia (215-205 a.C). Roma envió tropas a Grecia y operando en conjunción con las fuerzas de varias ciudades estado griegas, contribuyó en el transcurso de la década siguiente a evitar que los macedonios volviesen a tener el control de la península.
Hay algunos problemas para especificar el momento preciso en que los japoneses hicieron despegar su segundo grupo de ataque, en parte debido a que durante el bombardeo del Zuhio el personal de apoyo había arrojado bombas y torpedos por la borda, a fin de evitar una nueva catástrofe como la de Midway. Lo que sí podemos afirmar es que a las 8.10 horas el Shokaku había lanzado varios Zero (entre ocho y cinco, según las fuentes) y una escuadrilla de bombarderos en picado Val (diecinueve o veinte aparatos). También que media hora después el Zuikaku lanzó catorce (puede que dieciséis) torpederos Kate escoltados por cuatro Zero, pero para entonces los aviones del Shokaku ya se habían marchado. También a esa hora, el Hornet aproaba al viento para lanzar su segunda oleada de ataque, con nueve SBD Dauntless, nueve TBF Avenger armados con bombas en vez de torpedos y ocho F4F Wildcat, de los que uno tuvo que volver casi de inmediato. Con ellos marchó el Avenger, desarmado, del capitán de fragata Rodee, para evaluar el ataque.
Un Zero embarcando, despegando del Akagi en la mañana del 7 de diciembre de 1941. Un año después, estos aparatos seguían siendo los reyes del aire.
Con las escuadrillas de ambas flotas dirigiéndose hacia el enemigo, era
inevitable que las unidades aéreas de ambos bandos se cruzaran. A las 8.40
horas, el teniente Saneyasu Hidaka, que comanda una escuadrilla de 9 Zero del
Zuhio integrada en el primer grupo de ataque nipón, vio como el cielo se llenaba
de puntitos. Eran los norteamericanos, y aunque su misión era escoltar a los
bombarderos y a los torpederos, el deseo de vengar a su herido portaaviones
pudo más que la prudencia e inició la maniobra de ataque.
Según el modelo de avión, los pilotos kamikaze tenían varios métodos de ataque recogidos en manuales de ataque entregados por las fuerzas aéreas del Ejército y de la Marina.
Huella dejada en un buque por el ataque horizontal a baja cota de un Zero
A primera vista, el método de ataque en altura recomendado a los pilotos kamikaze parecía ser el modo más simple y potencialmente destructivo. Consistía en una aproximación al blanco a unos 6.000 metros de altura y picar en un ángulo suave desde el punto de avistamiento, que podía estar hasta unos 16 kilómetros de distancia, hasta situarse en la vertical del blanco, punto en el que se efectuaba un picado casi vertical desde una altura de entre 1.500 y 1.800 metros.
Comienza el mes de octubre y los españoles están acercándose al frente de batalla, teniendo su bautismo de fuego el 12 de este mes. Pronto se harán famosos sitios como “El Alcázar”, Schimsk y el Lago Ilmen.
DIARIO DE OPERACIONES CORRESPONDIENTE AL
MES DE OCTUBRE DE 1941
Día 1.- La Compañía de Veterinaria 250 emprende la marcha a las 8,00 horas desde su estacionamiento a la zona 2 kms., de NEKROPOLJE con., objeto de estar dispuesta para embarque.
Nos encontramos ante un precedente directo de las Santas Ligas que organizarían España, Venecia y el Papado contra el Imperio Otomano en el Mediterráneo, aunque esta vez con la presencia, aunque testimonial, de Francia.
En el contexto de las guerras turco-venecianas, una ofensiva otomana en 1500 conquistó numerosas plazas venecianas en la costa adriática, entre ellas Corfú, y trató de cortar el estrecho de Otranto con el fin de asfixiar a la Señoría. Los venecianos pidieron ayuda y se formó una coalición entre España, Venecia, el Papado y Francia. El contingente español zarpó del puerto de Málaga e iba a las órdenes del Gran Capitán, que fondeó finalmente tras la falta de viento en Mesina con la flota española.
Son las 6.58 horas del 26 de octubre de 1942. Apenas han pasado unos minutos desde que el Zuhio fue alcanzado en su cubierta de vuelo y obligado a retirarse de la batalla, cuando el oficial de complemento Ukita Tadaaki informa del avistamiento de un portaaviones escoltado por otros cinco barcos; y poco después concreta indicando que es de la clase Saratoga y que va escoltado por otras quince naves. Se trata de un error, pues los norteamericanos no tienen ningún buque de esta clase en la zona, pero no se equivoca el japonés al especificar que el portaaviones se halla a 340 km, rumbo 125º de la 1.ª División de Portaaviones de Nagumo.
Magnífica foto en la que podemos ver el USS Saratoga y el USS Lexington, reconocibles por sus grandes islas. Ninguno de ellos estaba en Santa Cruz.
La noticia es de suma importancia pues en ese momento los japoneses
creían estar navegando hacia su enemigo, y en realidad lo estaban dejando al
sur, es decir, se estaban metiendo en una emboscada. Sin embargo, como en casi
todos los avistamientos y comunicaciones de esta batalla, algo no estaba bien.
El avión de Ukita es el número cuatro, pero se ha identificado como el número
uno, lo que hace que la ubicación que comunica resulte sospechosa, pues el
avión número uno tenía asignada otra zona de búsqueda. La cosa se complica
cuando, poco después, un avión del Zuikaku (el número cuatro era del Shokaku)
informa del avistamiento de un segundo portaaviones. Al final, los japoneses
van a cortar por lo sano y, ante el temor de que se produzca una nueva
catástrofe como la de Midway (la pesadilla personal de Nagumo), deciden dar por
buenos los informes recibidos y se aprestan para la batalla.
Entretanto, tras recibir el mensaje de los Dauntless que ubica a los portaviones en dirección 300º a entre 300 y 320 km, Kinkaid ordena virar con rumbo 330 y aumentar la velocidad a 27 nudos. Son las 7.08 horas y ambas flotas avanzan ya, decididamente, una hacia otra. Entre las 7.32 y las 7.43, tanto el USS Enterprise como el USS Hornet viran, aproan al viento y lanzan sus escuadrillas.
Preparando la ametralladora trasera de un Dauntless
Del primero, que tiene 20 Dauntless en misión de búsqueda y que ha perdido
varios aviones el día anterior, por lo que su grupo aéreo no es tan numeroso despegan:
3 SBD Dauntless de la escuadrilla Bombing 10 pero conducidos por pilotos de la escuadrilla Scouting 10 bajo el mando del alférez de fragata George Glen Estes.
8 TBF Avenger de la escuadrilla Torpedo 10 bajo el mando del capitán de corbeta Jack Collet.
8 F4F WIldcat de la escuadrilla Fighting 10 bajo el mando del también capitán de corbeta Jimmy Flatley.
y un 1 TBF Avenger desarmado pilotado por el capitán de fragata Gaines para evaluar el ataque.
Estos aviones debían, inicialmente, unirse a los que despegan del Hornet, pero los norteamericanos no tienen doctrina ni práctica alguna en fusionar en vuelo escuadrillas de diversos navíos, y al final se les dice que vuelen por su cuenta.
En la cabina de un Avenger. A efectos puramente anecdóticos, este piloto se llamaba George H. W. Bush, y probablemente no sabía que acabaría siendo presidente de los estados unidos.
En lo que al Hornet se refiere, su fuerza de ataque llevaba lista desde
el día anterior, por lo que no solo va a lanzar más aviones, sino que lo hace
en un tiempo récord. En total, del Hornet parten:
15 SBD Dauntless de las escuadrillas Bombing 8 y
Scouting 8 bajo el mando del capitán de corbeta William J. “Gus” Widhelm.
6 TBF Avenger de la escuadrilla Torpedo 6 bajo
el mando del teniente de navío Edwin B. “Iceberg” Parker.
Y 8 F4F Wildcat de la escuadrilla Fighting 72,
equipados con depósito de combustible suplementario, bajo el mando del capitán
de corbeta Henry Sanchez.
Los aviones del Hornet no solo no se unirán con los del Enterprise,
como hemos dicho ya, sino que van a dividirse a su vez en dos grupos. Los
bombarderos, escoltados por cuatro Wildcat, suben hacia las alturas, mientras
que los torpederos, escoltados por los otros cuatro, van a volar hacia el
enemigo a 240 m de altura.
Con sus fuerzas en vuelo, ambos portaaviones retoman el rumbo hacia el
enemigo mientras reúnen los aviones que les quedan a fin de lanzar una segunda
oleada.
Mientras la máquina aeronaval estadounidense se despliega, suceden
cosas extrañas a su alrededor. A las 7.15 horas el crucero Northampton había
informado de un contacto radar que ninguno de los portaaviones ha sido capaz de
obtener; y a las 7.37 el acorazado South Dakota indica haber interceptado
conversaciones de radio en japonés. Sin duda, el enemigo también está ahí
fuera.
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