El 23 de octubre de 1942 comenzó la preparación artillera que antecedió a la segunda batalla de El Alamein. El general Georg Stumme, al mando de las tropas del eje en sustitución de Rommel se dirigió rápidamente a la línea de frente a ver de primera mano qué estaba pasando.
general Stumme
El 24 de octubre Rommel se recuperaba de sus dolencias en su casa en Alemania cuando recibió una llamada de Keitel comunicándole que los británicos habían comenzado la ofensiva durante la tarde del día anterior; y lo que todavía era peor, que el general Stumme estaba desaparecido desde entonces. Pocas horas después, esa misma tarde, era el propio Hitler el que
José Pascual Domingo de Ribas y Boyons, más conocido en la Corte del Zar como Осип Михайлович Дерибас – Испан, esto es, Osip Mijáilovich Deribas – Ispan (español).
Almirante de la Flota Rusa, gozó del favor de Catalina la Grande, y de la amistad del príncipe Potemkin, del generalissimo Suvorov, y del héroe de la independencia norteamericana John Paul Jones, por entonces al servicio de la emperatriz, y junto al cual combatió a los turcos en Ucrania. José de Ribas nació en 1749 y era hijo del cónsul de España en Nápoles, reino que en aquella época estaba bajo la protección de España. El padre de José pertenecía a la nobleza catalana, cuestión que José de Ribas dejó clara cuando se alistó en el ejército ruso al hacer constar en el documento que pertenecía a la nobleza española (iz ispánskij dvorián).
El 8 de julio, mientras los tanques del II Cuerpo Pz de las SS habían girado hacia el Oeste para ayudar al XXXXVIII Cuerpo Panzer (GD, 3 Pz y 11 Pz), que avanzaba bastante por detrás, sobreexponiendo en consecuencia el flanco izquierdo del cuerpo SS, a los rusos se les presenta la oportunidad de destrozar las posiciones ocupadas por las divisiones SS , que ahora se encuentran apenas sin tanques.
Franz Staudegger y su Tigre detuvieron a una Brigada Blindada soviética
La decisión de Hoth (4º Ej. Panzer) de virar los tanques de las SS (Das Reich y Leibstandarte) hacia el Oeste puede costar la batalla. Además, la Totenkopf tampoco está disponible para cualquier imprevisto, porque está realizando un intercambio de posiciones con la 167 Div. de infantería. El flanco del Este está sobreextendido y ahora está sin Panzers.
La teoría operacional alemana tuvo su origen en dos circunstancias muy concretas: por un lado que Alemania, rodeada de enemigos superiores a ella en algún aspecto: humano, industrial, comercial… se veía obligada a derrotar a sus enemigos con rapidez, para evitar que estos pudieran desplegar todos sus medios en una guerra de largo alcance que Alemania no podía soportar.
Por otro las teorías, anteriores al inicio de la Segunda Guerra Mundial, que promovían una guerra de movimientos rápidos para derrotar al enemigo mediante una batalla de aniquilación: Vernichtungsschlacht. Estas teorías, que tenían su origen en el ejemplo de la antigua batalla de Cannas y en la más contemporánea, batalla de Sedan de 1870, habían llevado a la escuela de Schlieffen a plantear una maniobra que llevara al cerco y a la destrucción del ejército enemigo en una única batalla. En el verano de 1914 esta maniobra fracasó, enfriando en gran medida al Estado Mayor alemán con respecto a las posibilidades de la guerra móvil.
La batalla de cerco de Sedan en 1870, que provocó la derrota definitiva de Francia.
Sin embargo, pensadores como Guderian, y sobre todo Manstein, y la aparición de nuevos medios técnicos como los carros de combate y los aviones, volvieron a poner la cuestión sobre el tapete: el resultado, no sin muchas discusiones, fue el plan operacional que derrotó al ejército franco-británico en mayo de 1940. Aquel fue el inicio de la llamada Blitzkrieg.
En la entrada anterior de esta serie nos dejamos uno de los tres elementos fundamentales del <<impulso>> operacional: la sorpresa. En esta nos referiremos brevemente a dos conceptos clave de las operaciones del Ejército Rojo: Maskirovka y Razvedka.
La primera es el arte de la disimulación y de la intoxicación, la que más¡s tiene que ver, en consecuencia, con la consecución de la sorpresa operacional. A lo largo de la guerra el Ejército Soviético desarrolló³ complejas técnicas para lograr este objetivo, que podemos desglosar, entre otros, en los siguientes objetivos parciales: evitar que el enemigo pueda localizar las concentraciones de fuerza propias; disimular los objetivos que se pretenden, y la profundidad a la que se hallan dentro del dispositivo enemigo; engañar al enemigo con respecto al centro de gravedad del ataque por venir, incluso sobre la existencia futura misma de dicho ataque.
La paja podía ser un medio tan bueno como cualquiera de esconder un carro de combate.
Cada uno de estos aspectos se lograba de maneras determinadas. Así, por ejemplo, los desplazamientos de las tropas se hacían solo de noche, y con todos los faros apagados, o cuando había una niebla lo suficientemente espesa como para evitar que las columnas fueran detectadas por la observación enemiga. Además¡s, durante el día, las tropas debían quedar camufladas en bosques, barrancos, edificios o bajo redes de camuflaje, de modo que no pudieran ser localizados por la observación aérea alemana.
Veremos hoy de la mano de las memorias de Hans Rudel un ejemplo típico del concepto operacional soviético de la Batalla en Profundidad.
Una de estas penetraciones blindadas en profundidad llegó por sorpresa, durante una glacial noche de invierno ucraniana, en un aeródromo de caza de la Luftwaffe distante unas millas del aeródromo donde estaban basados los Stukas de Rudel. De repente, aparece el oficial de guardia agitadísimo, despierta a Rudel y le comunica que varios pilotos de una escuadrilla de caza del aeródromo vecino acaban de llegar para pedirle que despegue inmediatamente: varios carros rusos, al parecer, han hecho irrupción súbita en su aeródromo, Malaya-Wisky; y se han puesto a destruir los aviones, entrando finalmente en el pueblo para disparar a bocajarro contra las ventanas de los alojamientos de las dotaciones y personal de campo.
Contaba un piloto: «Nos despertamos por los cañonazos. Por la calle pasaban los carros rusos, sobre los que iban montados soldados de infantería. Nos escapamos a toda velocidad». En efecto, los pilotos llevaban bajo su capote tan sólo un pijama. Rudel reflexiona, un ataque inmediato no serviría de nada, ya que con la oscuridad de la noche no se podría atacar a los carros. Por otra parte, un ataque con bombas para dispersar a los soldados de infantería no es eficaz, y menos entre material propio o entre casas donde hay tropas alemanas.
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