El Bombardeo de la Abadía de Cassino (4). ¡Sentencia!

Gruenther se puso entonces en campaña para tratar de ayudar a su jefe. A las 21:15 del 12 de febrero habló con el General Keyes, que le dijo que estaba en contra del bombardeo del monasterio, así como otros jefes con mando en la zona: los Generales Ryder y Butler, y el Coronel Boatner. También habló con el General Mercer Walter, oficial de inteligencia del 2º Cuerpo de Ejército estadounidense. Este informó de que había refugiados civiles en el monasterio, y aunque había posiciones cerca, no había alemanes dentro, o a lo sumo un puesto de observación pero no estaba seguro.

El General Geoffrey Keyes, del II Cuerpo, quien se manifestó en contra del bombardeo.

A las 21:30 del 12 de febrero Gruenther volvió a comunicar con Harding. Este le comunicó que: “El General Alexander ha decidido que el monasterio debe ser bombardeado si el General Freyberg lo considera una necesidad militar. Lamenta que se deba destruir el edificio, pero tiene confianza en el criterio del General Freyberg. Si hay alguna posibilidad razonable de que se esté usando el edificio con fines militares, el General Alexander piensa que su destrucción se justifica” ***

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El Bombardeo de la Abadía de Cassino (3). Los Altos Mandos Tratan de Escurrir el Bulto.

El destino del edificio empezaba ya a dibujarse, a lo lejos.

Fue el 9 de febrero, encontrándose Mark Clark el del 5º Ejército en una reunión con su Estado Mayor, cuando se enteró (es posible que lo sospechara desde antes) de la intención de Freyberg de solicitar el bombardeo del monasterio. Su respuesta, según sus propias memorias, fue de lo más mordaz: “No más que los oficiales de mi Estado Mayor, no mas que los generales que habían comandado delante de Cassino antes que Freyberg, tenía yo la impresión de que fuera necesario”. ** escribió.

El Curtiss P-40 fue la primera opción para llevar a cabo el bombardeo, en una operación que debía ser más precisa que masiva.

Si analizamos este comentario veremos que la situación había evolucionado. Sentada la base de la teoría de la “necesidad militar” por Eisenhower y Alexander, superiores de Clark, este no hablaba ya de protección de bienes culturales, pero si de que no había necesidad de destruir el monasterio. Hay que decir que en aquel momento se encontró en una posición muy difícil; pues un general tan preocupado por lo mediático como él no podía permitirse dar una orden que le hiciera pasar a la posteridad como el hombre que había mandado destruir el monasterio de Monte Cassino.

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El Bombardeo de la Abadía de Cassino (2). No dañar la abadía pero si los monumentos.

Sir Francis Ivan Simms Tuker fue una persona intelectual y tímida, pero dotada, por otro lado, de un agudo sentido cínico. Como general no tenía especiales calidades, lo cual significa que sin ser uno de los grandes ases militares de la historia sabía hacer su trabajo con eficacia; sin embargo en aquel momento esta eficacia se estaba viendo mermada por una misteriosa enfermedad, tal vez una sinusitis crónica, que lo hacía sufrir mucho y debido a la cual debía someterse a molestos tratamientos a base de penicilina. No obstante a él debemos la decisión de que se bombardeara el monasterio. Su médico, John David, con el que le gustaba hablar,  menciona en su diario, en la entrada correspondiente al 7 de febrero, una conversación con Tuker en el que este le preguntaba qué le parecía que se bombardeara el monasterio. El médico reconoce haber contestado que dicho bombardeo era un sacrilegio, pero preguntado por Tuker si se le ocurría otra solución, reconoció que no se le ocurría ninguna.

Mortero alemán oculto en un agujero. Fueron armas fundamentales, y una de las razones de los durísimos bombardeos que se ejecutaron en la zona.

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El Bombardeo de la Abadía de Cassino (1). Freyberg contra Tuker.

El 15 de febrero de 1944 el infierno decidió derrumbarse repentinamente sobre uno de los lugares más venerables, hermosos y santos de Europa. Una impresionante armada aérea fue enviada sobre la vertical del Monasterio de Monte Cassino, fundado en el año 529 por San Benito.

Tras el brutal ataque sólo quedó del monasterio un montón de ruinas. Uno de los lugares más hermosos de la cristiandad y de la cultura europea y mundial había dejado de existir. ¿Cuáles fueron las circunstancias que llevaron a que esto sucediera? ¿Quiénes fueron los responsables? ¿Estuvo justificado?

La Abadía de Monte Cassino, en la actualidad.

En febrero de 1944 se estaba librando en Europa la guerra más terrible que el mundo había conocido. Un solo país, la Alemania dirigida por los nazis, se batía contra medio mundo, y a pesar de que estaba siendo derrotada, disputaba cada metro de terreno con terrible determinación. En el frente oriental los rusos habían derrotado a las fuerzas armadas alemanas en Kursk el verano anterior, y avanzaban decididamente hacia el oeste preparando lo que sería, probablemente, la más importante operación terrestre hasta la fecha: el plan Bagration. En occidente los aliados estadounidenses, británicos y en menor medida la Francia libre, así como muchos otros, habían conseguido liberar el norte de África, tomar Sicilia y desembarcar en Italia continental, avanzando hasta la línea “Gustav”, la última barrera alemana antes de Roma. Mientras, estaban preparando el asalto definitivo contra la “Festung Europa”, el desembarco de Normandía.

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2 de Diciembre de 1943, el Raid Olvidado.

                  No deja de ser curioso que casi cualquier aficionado a la segunda guerra mundial conozca la fecha del 7 de diciembre de 1941, o la de la noche del 11 al 12 de noviembre de 1940; y sin embargo, así, a bote pronto, pocos sabrían identificar que sucedió al atardecer del 2 de diciembre de 1943. Aquel día, en Bari, los aliados sufrieron el ataque a un puerto más devastador desde Pearl Harbor.

Bombardero alemán Junkers 88, fueron los protagonistas del raid.

                Todo había empezado hacía tiempo, cuando Kesselring empezó a interesarse por el puerto, que en aquel momento era la principal puerta de entrada de suministros y pertrechos para el 8º Ejército Británico. Aquella mañana, como muchas otras, un suave zumbido delató la presencia de un (otro) avión de reconocimiento alemán sobrevolando el lugar. Sin duda no era el primero, pero el hecho de que hubiera dos convoyes en puerto, uno descargando en los muelles y el otro a la espera, hubiera debido ser razón suficiente como para reforzar la vigilancia. No fue así.

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Inteligencia Italiana: aciertos y errores antes de la ofensiva de Rommel de marzo de 1941.

                Estamos acostumbrados a “Ultra”, el excepcional servicio de información británico que permitió descifrar parte de las comunicaciones alemanas durante la guerra y que ayudó a que las altas esferas de Londres supieran con bastante precisión donde, cuando y como estaban desplegados sus enemigos. Sin embargo, dentro del marco de la guerra, “Ultra” no siempre fue una bendición, ya que la necesidad de no desvelar el secreto de su existencia obligó a los responsables de esta fuente a retener datos en más de una ocasión. Un ejemplo palmario de esto fue la lentitud con que reaccionaron los mandos responsables de la defensa de Creta, que habían sido advertidos, y se habían preparado, para rechazar un ataque desde el mar y no desde el aire.

Magnífica vista de un carro italiano M 13/40, un vehículo poco capaz, pero que formó la columna vertebral de las unidades blindadas italianas en África.

                Pero esta no es la historia que queremos contar hoy. La historia que hoy nos interesa, aunque casi contemporánea (es uno par de meses y medio anterior), tiene que ver con cómo se veían las cosas sin “Ultra”, es decir, con los métodos tradicionales: interrogatorio de prisioneros, escuchas radiofónicas, observación aérea y el empleo de espías locales, entre otros.

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Medalla de Honor – Charles E. «Commando» Kelly

El apodo ya lo dice todo de este soldado de infantería, que en el desembarco de Salerno neutralizó a 40 soldados enemigos, varios nidos de ametralladoras y resistió numantinamente en un almacén alemán de municiones llegando a disparar entre otras armas un cañón contracarro de 37mm.

Kelly nació el 23 de septiembre de 1920 en Pittsburgh, en una familia de nueve hermanos. Su padre era herrero y creció en un barrio problemático al norte de la ciudad, donde abandona la escuela a los 14 años. Posteriormente, se alistó en el ejército en mayo de 1942, pero antes de entrar en acción estuvo dos veces en la prisión militar por ausentarse del servicio sin permiso. En el otoño de 1943 era miembro de la Compañía L del 43 Regimiento de Infantería de la 36 División de Infantería. entró en combate por primera vez durante la Operación Avalanche, el asalto anfibio a Salerno en la península italiana, que tuvo lugar el 9 de septiembre de 1943. Una vez en tierra, la división avanzó hacia el interior. Cuatro días después de los desembarcos y una semana antes de su 23 cumpleaños, Kelly se presentó voluntario para arrastrarse por espacio de 3 kilómetros bajo el fuego alemán de morteros y artillería, y la amenaza de francotiradores para explorar una colina ocupada por el enemigo que constituía el próximo objetivo de su batallón.

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