VII.- Los Instantes Previos.
El sistema de comunicaciones mediante radio que implementaron los “grupos especiales” soviéticos en el ártico estaba basado, durante la ruta de aproximación, en al menos dos contactos al día; luego, durante la acción, el ritmo se incrementaba hasta un contacto cada dos horas.
Sin embargo, la frecuencia de los contactos no significaba que los mandos sobre el terreno tuvieran en sus manos toda la información; así fue, al menos, en este caso. Aunque gracias a la concienzuda planificación y a los intensos entrenamientos ejecutados durante la fase de preparación Barchenko-Emelianov había partido de su base con un conocimiento preciso de su objetivo, había dos cosas que no conocía: su función como parte de una operación de mayor envergadura, y la fecha y la hora a la que iba a tener que atacar.
La primera cuestión es especialmente importante porque, en virtud de las tropas empleadas por los soviéticos –una mezcla de destacamentos diversos y voluntarios- para el asalto a Liinakhamari, se ha planteado la posibilidad de que esta fuera una operación improvisada. Sin embargo, si tenemos en cuenta que la misión de Barchenko-Emelianov llevaba gestándose desde hacía más de un mes, hay que llegar a la conclusión que la operación, en su conjunto, llevaba prevista desde hacía tiempo, y en consecuencia no se improvisó.