Ediciones Salamina acaba de publicar, por fin, el primer volumen de la pentalogía de David Stahel sobre la invasión de la Unión Soviética en 1941, todo un clásico que ya podemos disfrutar en su totalidad en español.
El 3 de febrero de 1941, Hitler organizó una importante conferencia militar con motivo de los preparativos para la Operación Barbarroja –la inminente invasión de la Unión Soviética por parte de la Alemania nazi. Aunque Hitler estaba resuelto a aplastar a la Unión Soviética en una breve campaña de verano, ésta habría de convertirse en un gigantesco choque entre dos imperios despiadados que daría lugar a la mayor y más costosa guerra de la historia de la Humanidad. Hitler era tan consciente de la gran magnitud del conflicto y de las trascendentales consecuencias que produciría, incluso con la modalidad breve que había concebido, que a la concusión de la conferencia dijo de forma inquietante: «cuando Barbarroja comience, el mundo contendrá su aliento». No se trataba de otro típico arrebato rimbombante de la arrogancia desenfrenada del Führer. En un discurso pronunciado por radio a la nación el día de la invasión (22 de junio de 1941), el primer ministro británico, Winston Churchill, dijo a su pueblo:
«Así que ahora este canalla sediento de sangre lanzará a sus ejércitos mecanizados sobre nuevos campos de muerte, saqueo y devastación… E incluso la carnicería y la ruina que su victoria, en caso de que la consiga –que todavía no lo ha hecho-, traerá sobre el pueblo ruso, no será en sí misma más que un trampolín para el intento de hundir a los cuatrocientos o quinientos millones de personas que viven en China y a los 350,000.000 que viven en la India en ese pozo sin fondo de la degradación humana sobre el que hace ostentación el diabólico emblema de la esvástica. No es exagerado decir hoy aquí, en esta agradable tarde de verano, que las vidas y la felicidad de otros mil millones de seres humanos están amenazadas por la brutal violencia nazi. Eso basta para hacernos contener el aliento».
Si el espectro de la expansión del imperio nazi hizo que el mundo se quedase de súbito sin aliento, las palabras de desafío de Churchill señalaron la determinación de Gran Bretaña de oponerse al nazismo y ofrecieron, al mismo tiempo, una alianza sin fisuras a la Unión Soviética. Se trataba de una alianza nacida más de la necesidad que de una buena voluntad preexistente, por ser aquellos los días más oscuros de la Segunda Guerra Mundial. La Alemania nazi había reunido la mayor fuerza de invasión de la historia. En la sucesión de campañas precedentes, las naciones oponentes de Europa habían sucumbido rápidamente a la agresión alemana, dejando a la Unión Soviética como la única potencia continental restante. Con la planeada conquista de los territorios soviéticos, Hitler pensaba obtener incontables materias primas que lo liberarían del bloqueo continental británico y le proporcionarían la libertad estratégica necesaria para librar una verdadera guerra global.
Sin embrago, la Unión Soviética era un adversario muy diferente a cualquiera de los contendientes previos y Hitler era consciente de que las limitaciones internas de Alemania, sobre todo en el terreno económico, necesitaban una guerra victoriosa corta. De ahí que la Operación Barbarroja estuviese diseñada para derrotar a la Unión Soviética de forma decisiva en el verano de 1941.
La importancia de la nueva guerra de Hitler en el Este fue entendida por todas las partes de la época como el momento definitivo en el destino futuro de una guerra mundial en expansión. O Hitler se hacía con una posición casi intocable a la cabeza de un enorme imperio, o su mayor campaña acabaría por flaquear (algo que ningún gobierno de entonces consideraba probable), desembocando en el peligroso cerco aliado que el Führer buscaba eliminar para siempre. Por lo tanto, no es exagerado decir que la invasión alemana de la Unión Soviética representa un punto de inflexión extraordinario en la situación a escala global, fundamental no solo en nuestro entendimiento de la Segunda Guerra Mundial, sino también de ésta como uno de los acontecimientos más trascendentales de la historia moderna.
Muchas monografías sobre la materia han pretendido entender el fracaso de la Operación Barbarroja trazando el movimiento de ejér- citos hasta la gran batalla de Moscú, en el invierno de 1941 – 1942. La importancia fundamental que atribuyen los estudios sobre la Operación Barbarroja a esta batalla culminante se explica efectiva- mente por su aceptación generalizada como la primera gran derrota de Alemania en la guerra contra la Unión Soviética. La secuencia de victorias sin precedentes de Alemania en el campo de batalla, que concluyó con el malogrado avance sobre Moscú, ha bastado para convencer a muchos historiadores de su importancia primordial y ha fijado su atención en la batalla de invierno como el momento cla- ve de su final. Sin embargo, mucho antes de que comenzaran a caer las primeras nieves del invierno, e incluso antes de que las primeras lluvias del otoño detuviesen cualquier movimiento, en realidad, en fecha tan temprana como el verano de 1941, ya era evidente que Barbarroja era una empresa consumida, condenada inevitablemente al fracaso.
El fracaso de Alemania en las primeras semanas de la campaña quizá no sea inmediatamente evidente porque no se atisba la característica histórica convencional de una gran derrota en el campo de batalla. De hecho, según la mayoría de historiadores, el periodo se caracterizó por éxitos aparentemente extraordinarios de los ejércitos germanos. Los cercos de Belostok – Minsk, Smolensko y Uman suelen enmarcarse en el contexto de enfáticas referencias al inminente colapso de la Unión Soviética. En consecuencia, no será sin cierta medida de escepticismo que algunos lectores puedan juzgar de paradójica la afirmación de que, en realidad, era Alemania la que tenía asegurada su desaparición en el verano de 1941. Una explicación breve de la derrota de Alemania en este periodo puede verse mejor con un simple concepto teórico concebido por el célebre estratega e historiador alemán Carl von Clausewitz. Basado en gran parte en sus propias experiencias de primera mano en las guerras napoleónicas, su obra clásica Vom Kriege (De la guerra) contenía numerosas máximas de la guerra que, en muchos casos, siguen estando vigentes hoy en día. Su teoría del punto culminante de la ofensiva proporciona un útil marco intelectual desde el que contemplar la Operación Barbarroja.
Dicho de forma simple, Clausewitz afirmó que la fuerza de la mayoría de los ataques disminuye cuanto más continuados son en el tiempo, por lo que finalmente llegan a un punto crítico en el que el poder del atacante es superado por la fuerza defensora. El teórico alemán determinó que en ese momento se alcanzaba el punto culminante o clímax del ataque, que según añadía, era generalmente seguido, aunque no siempre, de un poderoso contraataque enemigo. Esta hipótesis básica supuso un interesante punto de partida teórico para mi cuestionamiento de la literatura que trata la Operación Barbarroja y suscitó la cuestión de si era posible adelantar la fecha del fracaso militar alemán a 1941. A raíz de ello, el punto culminante de Clausewitz supuso un comienzo conceptual de lo que creo que la investigación posterior ha confirmado –que las operaciones alemanas en el Este habían fracasado hacia mediados de agosto de 1941.
ÍNDICE:
Parte I – Planes estratégicos y concepciones teóricas para la guerra contra la Unión Soviética
Capítulo 1 – Combatir al oso
.-La evolución de la planificación estratégica temprana
.-Dos formas de desollar a un oso – Los planes Marcks y Lossberg
.-Se pospone la crisis – de los juegos de guerra a la Directiva Nº. 21
Capítulo 2 – Se avecina la tormenta
.-La directiva de despliegue del ejército
.-El orden disfuncional – el engaño como discurso operativo
.-Barbarroja – el cénit de la guerra
Capítulo 3 – La espada de Barbarroja. Las fuerzas armadas de Hitler en 1941
.-Intimidando en el frente y generando expectativas en la retaguardia, el arma panzer de Hitler
.-Al borde del precipicio – la infantería y la Luftwaffe en vísperas de Barbarroja
.-El orden disfuncional – el engaño como discurso operativo
.-La ecuación imposible – la logística y el abastecimiento de Barbarroja
Capítulo 4 – La llegada de la guerra
.-«Bienvenidos al infierno en la tierra»
Parte II – La campaña militar y la crisis de julio – agosto de 1941
Capítulo 5 – Despertando al oso
.-Batallas fronterizas poco decisivas y la aparición de la dimensión estratégica
.-La bolsa de Belostok – Minsk, anatomía de una victoria pírrica
.-Forzando los límites – la carrera de Bock hacia los ríos
Capítulo 6 – El peligroso avance hacia el Este
.-La penetración a través de los ríos Dvina y Dniéper, a las puertas del fin
.-«El ruso es un coloso y fuerte» (Adolf Hitler)
.-Atrapados en las tierras del interior
Capítulo 7 – La batalla de Smolensko
.-El fin de la blitzkrieg
.-Surge la crisis – el mando alemán en pie de guerra
.-«Estoy al borde de la desesperación» (Franz Halder)
Capítulo 8 – El desgaste del Grupo de Ejércitos Centro
.-Los campos de aniquilación de Yel’nya
.-El cierre de la bolsa de Smolensko y el destino del Grupo de Ejércitos Centro
.-¿Victoria en Smolensko? La paradoja de una batalla
Capítulo 9 – En busca del resurgir
.-El arduo camino a la renovación
.-«¡Hoy comienza la guerra de posiciones!» (Fedor von Bock)
.-La aceptación de la guerra mundial y del apocalipsis – Hitler se decide
Capítulo 10 – La hora de la verdad
.-El triunfo de Hitler en la derrota
Conclusión
Blibiografía
Entender la decisión de la Operación Barbarroja me llevará tiempo. Lo último que he oído: si los alemanes hubieran izado la bandera ucraniana a su paso por Kiev, se dice, «hubieran ganado la guerra».