La Chispa que prendió la Guerra de Secesión (1861-1865). Vuelta a la casilla de salida.

Cuando el Director General de Correos, Montgomery Blair, se posicionó a favor de ir a suministrar y reforzar fuerte Sumter, tal y como comentamos la semana pasada, lo hizo teniendo a su favor dos bazas que él consideraba importantes.

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El entierro del libre comercio, reza este cartel en contra de los aranceles de 1828 y 1832

La primera era la historia. En 1832, Carolina del Sur (el mismo Estado de siempre) había declarado inconstitucionales las leyes de aranceles de ese año y las de 1828, aún más elevados; porque la primera no reducía suficientemente las tasas de la segunda, diseñada, según los políticos de Carolina, para proteger la industria del Norte en detrimento del Sur. Esta decisión había provocado la llamada crisis de la nulidad, que obligó al congreso a votar una ley que permitiera al entonces presidente Andrew Jackson a actuar militarmente contra el Estado sureño. En 1833 el presidente reforzó la guarnición de Charleston, y Carolina del Sur se echó atrás, recordó Blair a quienes estaban con él reunidos, aunque parece que obvió el hecho de que también se aprobó una nueva ley de aranceles, con tasas más bajas. En todo caso, lo que el jefe de correos pretendía era dar un ejemplo de lo que se podía lograr, de lo que se había conseguido, con un poco de decisión.

La segunda baza de Montgomery Blair es un personaje conocido. Gustavus Vasa Fox, quien, nuevamente, tenía un plan para suministrar al fuerte asediado. Debía de ser un buen plan porque estaba decidido a viajar a Charleston para hacer las comprobaciones necesarias in situ. El 12 de marzo Lincoln autorizó el viaje, y Fox tomó el tren.

Fuerte Sumter en 2009

Parece que su entrevista con el comandante Anderson no fue demasiado animosa. Nadie puede culpar a Anderson por estar hasta… harto de la situación, y un tanto deprimido ante la falta de apoyo efectivo que le estaba llegando. Cuando volvió a Washington, en todo caso, Fox pudo informar de que el ánimo de la guarnición, aunque bajo, estaba a favor de resistir, y que los suministros no durarían más allá del 15 de abril. También afirmó que, en una noche oscura, un buque que fuera hacia el fuerte permanecería prácticamente invisible hasta llegar a su destino.

Tras la vuelta de Fox se inició el habitual baile de reuniones, de síes y noes, de tal veces, hasta que el 30 de marzo (a dos semanas de la fecha límite) Lincoln autorizó a nuestro personaje a viajar a Nueva York para la preparar la expedición, aunque con órdenes verbales explícitas de no comprometerse formalmente a nada. Entretanto, Simon Cameron (Guerra) y Gideon Welles (Marina) se pusieron también manos a la obra. El primero ordenó preparar a 200 reclutas y provisiones para un año, todo lo cual debía reunirse en Governor’s Island; y el segundo dio instrucciones a los mandos de las bases navales de Brooklyn, Washington y Norfolk para que aprestaran diversos barcos: el Pawnee, el Harriet Lane y los vapores Pocahontas y Powhatan.

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USS Powhatan

Este último debía de ser la baza principal de Fox para la aventura que preparaba, sin embargo, como nada en esta historia parece fluir con facilidad, el buque, que acababa de volver del Caribe, tenía los motores muy desgastados por lo que había sido puesto fuera de servicio para pasar por un largo periodo de reparaciones, y su tripulación había sido dispersada por diversos destinos. En esta ocasión, no obstante, los responsables políticos actuaron con decisión. Welles informó al capitán Samuel Mercer, al mando del buque, de que él –con su navío– habían sido puestos al mando del contingente naval destinado a suministrar fuerte Sumter, que tenía que presentarse ante Charleston el 11 de abril (cuatro días antes de la fecha límite). También informó al comandante en jefe de la estación de Norfolk, Comandante Andrew Foote, para que pusiera el Powhatan en condiciones en el más breve plazo posible. “Se está haciendo todo lo posible, trabajando noche y día, para tener listo al Powhatan el viernes”, contestó este.

Ese mismo 6 de abril, un hombre con las ilusiones gastadas se sentó a cenar con su familia.

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