El hundimiento del Bismarck en mayo de 1941 paralizó a la Flota de alta Mar alemana. Hitler, furioso de que el símbolo del orgullo nacional hubiese sido destruido, ordenó al almirante Raeder que no arriesgase más buques de superficie en el Atlántico.
La fuerza naval más adelantada era el escuadrón de Brest, formado por los acorazados Scharnhorst y Gneisenau, y el crucero Prinz Eugen, que había recalado en dicho puerto tras separarse del Bismarck. En el verano de 1941, el Führer manifestó su temor a que los británicos pudieran estar preparando la invasión de Noruega. También presentía que si los Estados Unidos entraban en la guerra,