Publicamos hoy el artículo que nos ha remitido nuestro lector Pablo García Sánchez sobre la batalla más renombrada en la que participó la División Azul, acción que sirvió para frustrar una ofensiva soviética a gran escala como la de Stalingrado.
El 10 de febrero de 1943 tuvo lugar la mayor batalla en la que se vio envuelta la División Azul, la más sangrienta, importante y heroica de todas aquellas en las que participó durante su estancia en Rusia combatiendo el comunismo, en ella se consiguieron tres de las ocho laureadas de la División Azul en la URSS.
Por supuesto, no todos los inconvenientes estaban vivos.
Imagínese el lector una planicie arenosa bombardeada sistemáticamente tanto desde el aire como desde tierra, surcada, entre bombardeos, por miles de pies y cientos de vehículos, sobre elevada y llana y en consecuencia a merced de todos los vientos de la región. Aquello era Tobruk. Durante aquel verano de 1941, el machacamiento sistemático del terreno hizo que la violencia y la frecuencia de las tormentas de arena se incrementaran, y que una densa capa de polvo en suspensión espesara el aire, con consecuencias tanto para la salud de los hombres como para el desarrollo de los combates.
Tormenta de arena en el desierto. Cuando llegaba, era mejor no tener nada urgente que hacer.
Desde el punto de vista físico, el polvo y el viento provocaron constantes irritaciones de las mucosas y de los ojos de los hombres, perjudicaron su capacidad respiratoria, e incluso, en ocasiones, hicieron que la piel se cubriera de sarpullidos. Esto se debió a que en ocasiones el viento podía llegar a ser tan fuerte como el Khamsin, las terribles tormentas de arena del interior del Sáhara, hasta el punto de llegar a borrar, literalmente, la pintura de camuflaje de los vehículos.
Con la noticia de los primeros desembarcos en las playas de Normandía, las divisiones panzer alemanas desplegadas en el Oeste eran la única posibilidad de expulsar a los aliados al mar.
El Grupo Panzer del general Geyr von Schweppenburg había sido traído al frente el 7 de junio, pero no pudo hacer ninguna acción remarcable hasta la anochecida del 10 de junio. Sus órdenes eran expulsar al enemigo de Normandía con todas las fuerzas blindadas a su disposición.
La primera unidad en atacar fue el I Cuerpo Panzer SS, resultando su entrada en acción un fracaso. En medio de este contratiempo, un ataque aéreo de la RAF el 10 de junio provocó el desastre: el cuartel general del Grupo Panzer sufrió de lleno el bombardeo de los bombarderos británicos, matando al general Ritter und Edler von Dawans, junto a todo su estado mayor.
Las ratas, por supuesto, no eran el único problema, en lo que a alimañas se refiere.
Otro problema eran las pulgas. Las había por todas partes y eran capaces de resistir todos los modos tradicionales de acabar con ellas, como los insecticidas o el queroseno. Bunny Cowles contó todas las que mató en dos días: fueron 23, las aplastó con las uñas de sus dedos. Pero uno no podía pasarse el tiempo matando pulgas, en algún momento tenía que descansar y entonces, estas se cebaban: “las pulgas eran tan agresivas que cuando uno se levantaba por la mañana, tenía el pijama recubierto de puntitos de sangre”, sigue diciendo Bunny Cowles.
La zona cercana a la costa solía estar menos infestada, pero era una franja de terreno muy, muy exigua.
Otro de los que tuvo ocasión de <<disfrutar>> de ellas fue John Devine, quien recuerda que: “lo intentamos todo –airear la ropa de cama, rociarla con queroseno, cubrirlo todo, incluidos nosotros mismos, con insecticida, encender hogueras en el suelo- pero nada parecía aliviar el problema”.
El asedio de Tobruk fue uno de los más largos y es uno de los más conocidos de la guerra. Entre abril y noviembre de 1941, los alemanes tuvieron cercado el perímetro defensivo del puerto, sin poder tomarlo. Por parte británica, el perímetro de Tobruk, asentado sobre la vía de comunicaciones y de suministro de Rommel, sirvió como puesto avanzado de la defensa de Egipto, tan eficazmente que, finalmente, el Áfrika Korps tuvo que detenerse y esperar al ataque británico que habría de devolverlo a la Tripolitania.
Uno de los aspectos llamativos de este asedio fue la forma en que los defensores se organizaron para pasar sus horas de descanso, tan absolutamente necesarias cuando terminaban la jornada de lucha.
Además de trincheras individuales, también había amplias cuevas, en los acantilados, en las que los hombres podían instalarse.
Así, Leonard Tutt, del Essex Yeomanry, nos cuenta como era la trinchera en que dormía:
La cortísima vida operacional, en el norte de África, de la mayoría de los hombres del 18 Escuadrón fue equivalente a la de los periodos más intensos de la guerra.
El escuadrón estaba equipado con aviones Bisley, una versión de ataque a tierra del Bristol Blenheim equipada con más blindaje, que sería conocido posteriormente como Bristol Blenheim MkV. Su oficial al mando ganó la Cruz Victoria, describiendo la recomendación para su otorgamiento los riesgos que tuvieron que correr todos los hombres del escuadrón en el breve lapso de tiempo trascurrido hasta que el escuadrón fue barrido del cielo.
El Ala 151 de la RAF fue una unidad británica que combatió junto a los soviéticos en la Península de Kola durante los momentos críticos de los primeros meses de la Operación Barbarroja.
El Ala 151 estaba compuesta de los Escuadrones 81 y 134, equipados especialmente con Hurricanes, aunque también utilizaron Spitfires. Estuvieron en el teatro de operaciones hasta diciembre de 1941, ayudando a los soviéticos a hacer frente a la ofensiva alemana e instruyendo, como veteranos de la Batalla de Inglaterra, a los pilotos soviéticos en la utilización de los Hurricanes y del equipo moderno. Por alguna extraña razón, solo el Escuadrón 81 recibió el reconocimiento de haber servido en Rusia.
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