Hasta ahora habíamos visto que los prisioneros de la tripulación alemana no habían podido comunicar a sus familiares que estaban vivos, en flagrante violación de la Convención de Ginebra.
El almirante King dio la orden, asumiendo toda la responsabilidad. La Marina norteamericana entendía que era esencial que nadie supiera que el submarino U-505 se hallaba en manos estadounidenses. Los prisioneros trataron por todos los medios de hacer saber a su gobierno y a sus familias lo que había sucedido. En cierta ocasión se hicieron con algunos globos y los llenaron con helio acumulado de forma casera a partir de algunos productos de limpieza que tenían a manos en el campo. Se adhirieron mensajes a los globos y se soltaron en la noche de Louisiana. Con toda seguridad no lograron llegar hasta nadie que pudiera hacer llegar el mensaje a Alemania. Tras la guerra, los prisioneros volvieron a casa para la sorpresa de sus seres queridos.