Catástrofe Báltica II, Estonia (y V).

Desde 1939, Estonia había perdido su independencia en dos ocasiones. Primero a causa de la ocupación soviética tras el tratado Molotov-Ribbentrop; y después con ocasión de la Operación Barbarroja. Tras expulsar a los comunistas los nazis se hicieron con el control del país, sin intención alguna de liberarlo pues los estonios eran considerados “germanizables”, es decir, que podían ser asimilados entre los pueblos germánicos y, algunos elegidos, convertirse en parte de la nueva raza dominante. Por supuesto, la idea no incluía, en ningún modo, una vuelta a la independencia del pequeño país báltico. Entretanto, los alemanes habían hecho lo posible por conseguir que cuantos más estonios mejor se unieran a su esfuerzo de guerra, ya fuera en unidades policiales en el interior del país, en misiones antipartisanos tras el frente o en unidades de combate.

File:Bundesarchiv Bild 101I-734-0019-15, Russland-Nord, Soldaten mit Raketen-Panzer-Büchse.jpg
Dos soldados estonios armados con un Panzerschreck. La fotografía fue tomada durante los combates por Narva.

En vez de autogobierno, lo que los alemanes sí concedieron fue el nombramiento de un primer director provincial estonio, eligiendo a Hjalmar Mäe, un matón pronazi que no convenció en absoluto a sus paisanos. Tras haber colaborado –un 85% de los estonios llamados a filas por los alemanes se presentó–, los estonios pasaron a la acción. En febrero de 1943, poco después del desastre de Stalingrado, se produjo una huelga en la universidad de Tartu; y posteriormente los oficiales exigieron la creación de un ejército propio. Sin éxito alguno. Una tercera forma de resistir fue emigrar, y mucho, un regimiento entero en 1944, decidieron marcharse a combatir al Ejército Rojo en las filas del Ejército finés antes que en las del alemán. Si bien los alemanes exigieron la devolución de estos soldados, Helsinki se negó, dejando claro de paso que ellos y los alemanes eran cobeligerantes, no aliados.

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Catástrofe Báltica II, Estonia (IV).

Tras haber sido “liberada” del yugo soviético, y mientras los alemanes luchaban por conquistar Leningrado, no muy lejos de sus fronteras, tal y como vimos en entradas anteriores, Estonia, intentaba obtener un mínimo de autogobierno, cosa que los alemanes no estaban dispuestos a permitir.

Un voluntario estonio en las SS

Tras haber nombrado a Hjalmar Mäe primer director provincial en septiembre, a finales de 1941 el país pasó a depender del Ministerio del Reich para los Territorios Ocupados en el Este, y quedó integrado en el Comisariado del Reich Ostland como Distrito General de Estonia, bajo la dirección del SA-Obergruppenführer Karl Litzmann, quien enseguida consiguió tener una relación cordial con Mäe. En lo que a la población se refiere, se mostraron muy reacios a las ideas nacionalsocialistas y su principal preocupación era la vuelta de la clase terrateniente de origen alemán y la creación de grandes latifundios que dominaran el sector agrícola. El hecho de que los alemanes no hubieran disuelto algunos Koljozes y repartido la tierra entre los más desfavorecidos, les hacía temer lo peor. Los informes de la seguridad alemana, por otro lado, manifiestan un sentimiento de indiferencia en la población y una elevada tasa de anglofilia.

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Catástrofe Báltica II, Estonia (III).

El 22 de junio de 1941 Alemania rompió todos sus acuerdos con la Unión Soviética y desencadenó la Operación Barbarroja. En dos semanas, la ofensiva del Heeresgruppe Nord se hizo dueña primero de Lituania, país del que ya hablamos, luego de Letonia, que trataremos, y por fin llegó a Estonia. Para cuando lo hizo, una buena parte de los estonios enrolados a la fuerza en el Ejército Rojo había desertado.  

En esta foto de propaganda, un oficial soviético eleva a un niño Estonio hacia las alturas

Algunos se pasaron a los alemanes, pero otros organizaron una guerrilla, los “Hermanos de los Bosques”. Esta fuerza, con apoyo de un pequeño núcleo de ochenta estonios exiliados al servicio de la Abwehr –el servicio secreto de la Wehrmacht–, que se habían infiltrado en el país nada más estallar las hostilidades, tuvo dos objetivos primordiales: reconocer el terreno para las tropas alemanas y ayudar a los estonios a acabar con los batallones de exterminio soviéticos, dedicados a implementar la táctica de tierra quemada en todo el país.  

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Catástrofe Báltica II, Estonia (II).

Catástrofe báltica II, Estonia (I)

Para Estonia, el periodo de entreguerras fue una época de aislamiento. Durante los años veinte, el país, empeñado en mantenerse neutral, observo el creciente fortalecimiento de los bolcheviques. Mientras, en Letonia el peligro percibido era el de Alemania, y en Lituania, Polonia, de modo que los tres países bálticos nunca lograron concertar una política internacional común. Esto no significa que no la afectaran las corrientes ideológicas propias del periodo. En 1934, los “Luchadores de la Libertad”, los fascistas estonios, intentaron dar un golpe de Estado que fue contenido por Konstantin Päts, jefe del es Estado, y por el Ejército, iniciándose una fase dictatorial que acabó en 1938 con la promulgación de una nueva constitución y la vuelta a la democracia.

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Konstantin Päts, quien fue jefe del Estado, jefe de Gobierno, regente, primer ministro y presidente de la Asamble en diversas ocasiones.

Durante aquellos años la situación europea se había ido degradando, y los estonios se vieron finalmente obligados a romper su estricta neutralidad, o al menos a simpatizar con alguno de los antagonistas. La visita de Franz Halder al país en junio de 1939, fue la demostración pública de que Estonia, profundamente antisoviética, miraba hacia Alemania para su protección, aunque en todo momento rechazarían cualquier injerencia de Berlín en sus asuntos internos, ya que tenían pendiente una profunda reforma agraria, y una parte importante de la clase terrateniente del país era de origen alemán.

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Catástrofe Báltica II, Estonia (I).

Hace unas semanas dedicamos tres entradas a narrar las peripecias de Lituania, desde su recreación a raíz del final de la Primera Guerra Mundial hasta el final la segunda guerra mundial, en una serie que titulamos, genéricamente, Catástrofe Báltica, por los sufrimientos y errores cometidos por los dirigentes y nacionales de dicho país, que llevó a que su breve sueño de independencia acabara torciéndose rápidamente, y durante muchos años.

Catástrofe Báltica, Lituania en la Segunda Guerra Mundial (I).

Catástrofe Báltica, Lituania en la Segunda Guerra Mundial (II).

Catástrofe Báltica, Lituania en la Segunda Guerra Mundial (yIII).

24 de febrero de 1919. Primera revista del Ejército Nacional Estonio

Como Lituania no fue el único país que sufrió estas peripecias, retomamos hoy la serie para referirnos a Estonia, con la esperanza de poder hacer otro tanto, en el futuro, con Letonia.

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