A lo largo del día de hoy el encargado de negocios austríaco en la capital rusa ha tenido una entrevista con Sazonov, el Ministro de Asuntos exteriores del Zar, el cual, ante la idea de que Austria exigiera la ayuda serbia para la investigación del asesinato dentro de dicho país, ha contestado que ello crearía una impresión muy mala en Rusia, y que era mejor que los austríacos abandonaran esta idea si no querían meterse por un camino muy peligroso. Es la primera vez que una tercera potencia emite una amenaza clara contra uno de los implicados.
LONDRES
Mientras tanto, Sir Edward Grey, Ministro de Asuntos Exteriores de su Majestad Británica, empieza a interesarse francamente por dilucidar si los serbios son, efectivamente, culpables, pues considera que la opinión pública británica no aceptará que la Entente entre a apoyar a una nación agresora.
Por la tarde son convocados el General Conrad, Jefe de Estado Mayor de Ejército, y el Almirante Karl Kailer, representante de la marina.
Conrad explica que es posible iniciar la movilización aplicando el plan B (solo en los Balcanes), pero que una eventual intervención de Rusia lo trastocaría todo y obligaría a redirigir el grueso de las tropas en proceso de movilización hacia el noreste. También comunica que existe un problema con los permisos de verano (que se otorgaban a los hijos de familias campesinas reclutados para el ejército, a fin de que fueran a ayudar en la cosecha), porque muchos han partido ya y no estarán de vuelta hasta el día 25. No obstante, indica, el ejército está listo.
El éxito de la misión de Alexaner Hoyos ha asegurado a Austria-Hungría el apoyo alemán, sin embargo, la reunión del Consejo Ministerial Conjunto es tormentosa.
VIENA
El Conde Berchtold empieza recordando a sus colegas que la provincia de Bosnia Hercegovina solo podrá ser definitivamente estabilizada si se acaba con la amenaza que supone Belgrado; y que los irredentismos sud-eslavos y rumanos, patrocinados por Rusia, se vendrán arriba si no se actúa con energía en esta crisis.
Tras las difíciles conversaciones sostenidas con los austríacos el canciller alemán ha decidido marcharse el también a descansar a su finca de HOHENFINOW, acompañado por su amigo y confidente Kurt Rienzler, quien escribirá sobre esta jornada:
“Larga conversación sobre la situación, en la veranda, bajo el cielo nocturno. La información secreta [proveniente de un informador alemán en la embajada rusa de Londres] que me revela dibuja un cuadro destructivo: considera las negociaciones anglo-rusas para un acuerdo naval y un eventual desembarco en Pomerania, como muy serias, el último eslabón de la cadena”. “El poder militar de Rusia crece rápidamente; un refuerzo estratégico en el saliente polaco hará que la situación se vuelva insostenible. Austria es cada vez más débil y menos móvil”.
El día anterior el Kaiser había informado al embajador austríaco que nada podía contestar con firmeza hasta haberlo consultado con el Canciller Bethmann-Holweg. Hoy, este recibe en su despacho de BERLIN al embajador Szögyényi y al enviado Hoyos. También está allí con ellos el subsecretario Zimmermann.
Lo primero que llamará la atención del informe sobre esta reunión elaborado por el embajador austríaco es que de noventa líneas solo nueve se refieren al que debería ser el problema más acuciante a tratar: la crisis provocada por el asesinato. Estas nueve líneas dicen: “en lo que se refiere a nuestra relación con Serbia [el canciller] dijo que el punto de vista del gobierno alemán era que debíamos juzgar lo que debía hacerse para solucionar el problema. Que fuera cual fuera nuestra decisión, podíamos confiar en que Alemania, como aliada y amiga, nos respaldaría. En el transcurso posterior de la conversación averigüé que tanto el canciller como su soberano imperial veían una inmediata intervención nuestra contra serbia como la mejor y más radical solución para nuestros problemas en los Balcanes. Desde un punto de vista internacional considera que el momento presente es mejor que cualquier otro”.
BERLIN. Tras las reuniones sostenidas el día anterior, el Kaiser, quien el día 28 había suspendido su participación en la regata de Kiel, se prepara para partir de nuevo al norte, para embarcar en su yate, con el que dará la vuelta a Dinamarca. Está claro que no le preocupa la posibilidad de que estalle una guerra europea.
De hecho, antes de partir se reúne brevemente con el Secretario de Estado para la Marina, al que dice, precisamente, que no cree que haya complicaciones militares pues no cree que el Zar decida ponerse del lado de unos regicidas, y además considera que ni Francia ni Rusia están preparadas para entrar en guerra.
BERLIN MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES. Mientras el Kaiser almorzaba con el embajador Austríaco, el Conde Hoyos lo hacía con Arthur Zimmermann, subsecretario del ministerio, quien será conocido en el futuro por el telegrama que precipitó la entrada en guerra de los Estados Unidos.
En esta reunión, según el informe de Hoyos, ambos acordaron que Alemania apoyaría a Austria contra Serbia, a pesar de que el subsecretario consideró que si la doble corona actuaba contra su enemiga las posibilidades de una guerra europea iban a ser del 90%, es decir, era prácticamente seguro que estallaría. No obstante y con respecto a los dos documentos que habían sido llevados ante el Kaiser, respondió que nada podía decir todavía oficialmente. Es notable la diferente influencia ejercida por Hoyos y Szögyényi, pues mientras el primero solo ha conseguido apoyo contra una Rusia que aún no está preparada, el segundo lo consigue para una guerra que estallará prácticamente con toda seguridad. ¿Es posible, por contrario, que el belicoso Hoyos tergiversara las conclusiones obtenidas con Zimmermann?
Tras esta reunión Zimmermann abandonó el Ministerio de Asuntos Exteriores y marchó a POTSDAM, donde había sido citado por el Kaiser a las 17:00.
Allí se encuentran también el General Plessen, ayudante personal de Guillermo II, el General Lynckner, Jefe de su Gabinete Militar, el Ministro de la Guerra General Falkenhayn y el embajador austríaco. El Kaiser lee la carta del Emperador Francisco José a todos los presentes, que deducen que Austria está lista para entrar en guerra con Serbia, pero quiere asegurarse primero el apoyo de Alemania. Todos acaban concordando en que, dada la situación, cuanto antes actuaran los austríacos mejor, y que los rusos no intervendrían.
Al menos así lo cree, más concretamente, el General Falkenhayn, que no obstante pregunta a su soberano si debe preparar al ejército para una eventual guerra entre las grandes potencias. Este le contesta que no. ¿Se trata de un gesto de confianza hacia su ejército o bien es fruto de una clara intención de localizar el conflicto en los Balcanes?
Por otro lado, no deja de ser curioso que, si tal y como dice el informe de Hoyos Zimmermann y el han llegado a la conclusión de que hay un 90% de posibilidades de que se provoque una guerra europea, esta reunión terminara con tan pacíficas expectativas. Volveremos sobre este punto.
Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies