Una bandera en el Reichstag (otra vez) (crónicas de Subbotin VIII)

Poco después, o no mucho antes, de escribir la historia sobre como Kosharbayev y Bulatov llegaron al Reichstag con su bandera, Vassili Subbotin escribió otra pieza corta, también titulada “La bandera de la victoria”, sobre los hombres que, oficialmente, izaron la bandera soviética en lo alto del Reichstag. La réplica del título llama la atención y añada confusión a la historia de la bandera. Baste una pequeña reflexión, si se izó de noche, justo antes de las doce ¿cómo es posible que las fotografías del evento nos lo muestren a plena luz del día?

El Reichstag, cuya cúpula se ve perfectamente, así como las escaleras y las ventanas tapiadas, incluidas las del segundo piso.

“La bandera, conocida como la bandera de la victoria, se exhibe en el Museo del Ejército de Moscú. Fue alzada sobre el edificio del Reichstag el 30 de abril de 1945. Antes del ataque a Berlín, el consejo de guerra del Tercer Ejército de Choque buscó banderas rojas por todas las divisiones. Había nueve, en correspondencia con el número de divisiones que tenía el ejército. Las banderas se numeraron. La que le tocó a la 150.ª División, Idriz, llevaba el número cinco”.

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El edificio gris (crónicas de Subbotin VI)

Las crónicas hablan de la marcha hacia Berlín, de cómo el periodista ruso consigue hacerse con un vehículo que lo lleve hasta la ciudad atacada, y del encontronazo con el cadáver colgado de un puente de un alemán, ahorcado por los suyos por derrotista. Sin embargo, a la hora de narrar la batalla por la ciudad, callan… hasta llegar al momento supremo.

Camino a Berlín, un T-34 cruza un canal.

“Cuando amaneció, todos los que estaban en la casa de Himmler –el ministerio del Interior–, se asomaban a las ventanas. Querían ver el Reichstag, pero un voluminoso edificio gris se interponía. Neustroyev, el comandante del batallón, estaba en pie ante una ventana del sótano, mirando hacia fuera él también. A la derecha había árboles, a la izquierda se extendía una zanja, desnuda y oscura. Olía a primavera, y a las hojas marchitas del año anterior. La niebla aún no se había levantado. El tejado goteaba. Neustroyev vio un edificio cuadrado plantado más allá de los árboles. No le pareció muy grande. Aunque es cierto que tenía una cúpula, y torreones, no parecía que fuera especial. Los soldados, mirando hacia él, estaban convencidos de que el Reichstag debía de estar allí fuera, en algún lugar, pero. ¿Dónde?

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