Antes de El Alamein nunca tuvimos una victoria…

“Antes de El Alamein nunca tuvimos una victoria. Después de El Alamein nunca tuvimos una derrota”. Winston Churchill

El genial estadista británico fue, sin duda, uno de los pilares sobre los que se asentó la victoria aliada contra la Alemania Nazi en 1945, y cabe preguntarse, no sin alivio, como habría sido la Europa del presente de no haberse plantado aquel hombre frente al expansionismo de la cruz gamada. Además, Churchill, futuro premio Nobel, fue uno de los grandes redactores de frases y discursos de su época: “nunca tantos debieron tanto a tan pocos”, “lucharemos en los campos…” muchas de ellas son perlas que levantaron el ánimo de la población de su época y que nos ayudan a rememorar hoy el milagro que se vivió entonces. Pero llegados a este punto, la frase con la que abrimos esta entrada fue un error, y resulta sumamente injusta.

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Paracaidistas en El Alamein (VI)

Tras haber superado un primer campo de minas y acabado con las compañías de paracaidistas italianos que defendían la posición avanzada, las tropas británicas del general Harding, que estaban atacando las posiciones del eje en el extremo sur de la línea de El Alamein, se enfrentaban ahora a un segundo campo minado: “febrero”, y a los defensores de la posición principal. Para superar ambos iniciaron primero un ataque en dirección sur, contra elementos  de la 16.ª Compañía que se hallaban posicionados por delante del campo de minas, que consiguieron rechazarlos. Victoria pues para los italianos, que más al norte, y como hemos narrado en las precedentes entradas de esta serie, habían resistido bien durante la noche, aunque al final habían sido derrotados. Sin embargo, se trataba de un éxito intrascendente, pues la partida más importante iba a jugarse más al oeste.

A las 5.30 horas de la mañana del 24 de octubre, el general Harding envió una fuerza de unos 70 carros de combate, entre los que se incluían modelos Crusader y Grant, contra la posición principal italiana. Estos blindados eran prácticamente invulnerables frente a los cañones de 47/32 utilizados por los defensores en sus posiciones avanzadas, pero cuando iniciaron el avance entraron a distancia de fuego de un enemigo mucho más peligroso: obuses de 100/17 y cañones de 75/27.

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Paracaidistas en El Alamein (V)


Al amanecer del día 24, tras la noche de combates caóticos que hemos narrado en las entradas anteriores, con elevadas bajas por ambas partes, las tropas británicas del 1.er Batallón de la Rifle Brigade, apoyadas por elementos acorazados del Royal Scots Greys y el 5 RTR, habían conseguido establecer sendas cabezas de puente al oeste del campo de minas Enero y eliminar las posiciones de ametralladoras y los blocaos de las compañías paracaidistas italianas de la división Folgore en la zona avanzada.

Así lo recuerda otro testigo de aquella noche, el cabo Luciano Maiolatesi, de la 6.ª Compañía, la que había estado orientada hacia el este y había recibido el grueso del ataque británico: “Las bombas que se estrellaban sobre nuestro blocao crearon una gruesa pantalla de humo que me impidieron utilizar la ametralladora, pero cuando el fuego de barrera se detuvo y el ambiente empezó a clarearse, pude ver muchos soldados acercándose a mi posición. Abrí fuego de inmediato. Podía ver tropas enemigas corriendo por todo el perímetro exterior de nuestras defensas. Hacían un avance a toda prisa, se tiraban al suelo y luego volvían a progresar hacia el campo de minas. El primer asalto de la infantería fue repelido y, un poco más tarde, un nuevo intento de romper nuestras defensas, con vehículos blindados ligeros y tropas de a pie, también fue rechazado. Finalmente, los carros pesados cayeron atronando sobre nuestra posición, las arroyaron y silenciaron numerosas posiciones de fuego […].

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Paracaidistas en El Alamein (IV)

Mientras narrábamos los combates del 7.º Batallón del Queen’s Royal contra la 22.ª y 6.ª compañías de paracaidistas italianos en el extremo norte de la zona avanzada del eje, dos escuadrones de los ingenieros reales, el 4.º y el 21.º, trabajaban intensamente, bajo el fuego de la artillería y de las ametralladoras, para abrir cuatro pasos en el campo de minas “Enero”, a fin de facilitar el paso de los carros de combate que tenían que sumergir la posición italiana. En su ayuda acudieron diversos vehículos blindados, entre ellos seis carros de combate Scorpion, diseñados para este tipo de tareas.

A la 1.00 horas del día 24, habían conseguido despejar tres pasos, y en torno a la 1.30 entraron en combate las compañías A y B del 1.er Batallón de la Rifle Brigade. La primera inició el progreso por el paso norte y el central (los dos al norte de los cuatro previstos), y no tardó en arrollar tres nidos de ametralladora italianos, pero cuando se acercaban a la posición principal, defendida por el campo de minas “Febrero” y por las compañías de paracaidistas 20, 21, 16y 17, recibió el contrataque de dos secciones de la Folgore, que se lanzaron sobre ellos a golpe de granada, apoyados por una pieza contracarro. Más tarde, la pieza sería encontrada rodeada por los cadáveres de sus sirvientes, pero las bajas sufridas por la compañía A, a la que solo le quedaban 40 hombres, obligaron a esta a detener su ataque. Más tarde sería amalgamada con la compañía B. Entretanto, esta compañía había tratado de cruzar la tercera brecha, pero se había visto contenida por una posición de ametralladoras especialmente activa, que obligó a los hombres a pegarse al suelo para sobrevivir. Entonces, el general Harding, al mando de la 7.ª División Acorazada, decidió enviar a los carros de combate mientras aún estaba oscuro y todavía tenían alguna posibilidad de avanzar sin verse sometidos a un fuego excesivamente certero por parte de la artillería y las piezas contracarros de los defensores.

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Paracaidistas en El Alamein (II)

Volvamos a la noche del 24, cuando los británicos desencadenaron su primer ataque, y tras haber narrado, de forma general, en la entrada anterior de esta serie, como fueron los primeros asaltos británicos en el extremo sur de la línea del eje en El Alamein, vamos a centrarnos en un solo lugar, los puestos 115, 105 y 103, defendidos por la Agrupación Ruspoli.

Es importante puntualizar que, bien entrenada y dotada del mejor material humano del que podían disponer las fuerzas armadas italianas en aquel momento, la división paracaidista “Folgore” podía ser considerada como una unidad bastante buena, y sus combatientes lucharán bien frente a la superioridad aliada. Con respecto a la Agrupación Ruspoli, nuestra protagonista, tenía tres compañías en vanguardia: la 22.ª orientada hacia el norte (con el 8.º de Guastatori a su izquierda; la 6.ª orientada hacia el este y la 19.ª orientada hacia el sureste. En total, eran unos 450 hombres que, además de morteros y otras armas pesadas, disponían también de 12 piezas de 47/32. Todos ellos formaban un arco y se hallaban metidos dentro de un perímetro minado. El campo de minas situado por delante de las posiciones defensivas se llamaba Enero, y el que corría por detrás era Febrero. Más al oeste se despegaba el resto de la agrupación, de norte a sur, las compañías 24.ª, 20.ª y 21.ª.

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Paracaidistas en El Alamein

El 23 de octubre de 1942, cuando la ilusión egipcia de Rommel estaba a punto de desmoronarse definitivamente con ocasión de la ofensiva británica en El Alamein, el extremo sur –la zona más peligrosa y aislada, aunque la menos importante– del despliegue del eje, había sido confiado, a las tropas italianas. En concreto, al X Cuerpo de Ejército, compuesto a la sazón por dos divisiones con gran solera en el frente desértico: la 27.ª División de Infantería, “Brescia”, al norte, y la 17.ª División de Infantería “Pavía”, al sur. En el centro se desplegaba una recién llegada, la 185.ª División, de Paracaidistas, “Folgore”, enviada a África tras suspenderse el asalto a Malta. Por la misma razón estaban allí los paracaidistas alemanes de la Brigada Ramcke.

Esta unidad alemana, reunida a primeros de 1942, había sido organizada específicamente para el ataque al bastión británico en el Mediterráneo central y constaba de cuatro batallones de paracaidistas: I/2.º Regimiento, I/3.er Regimiento, II/5.º Regimiento y batallón de entrenamiento del XI Cuerpo de Ejército del aire. Además, contaba con el II/7.º Regimiento de Artillería Paracaidista, una compañía de ingenieros y una compañía cazacarros equipada con 12 piezas de 37 mm.

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Rommel y las consecuencias de un ataque indebido (y III)

Terminaba el mes de abril de 1941, en el que Rommel había desencadenado un violento ataque contra las posiciones británicas en Cirenaica que lo había llevado a sitiar Tobruk y posicionar sus tropas en la frontera líbico-egipcia, duplicando la extensión de sus líneas de suministro, desgastando la capacidad combativa de sus unidades y poniendo en jaque la posición del eje en el norte de África. Tal vez consciente de ello, los informes que enviaba a Berlín no eran claros, excepto en su reiterada solicitud de refuerzos. Realmente, en ese momento, la suerte de Rommel fue que los británicos, cuyas tropas, enviadas a Grecia, estaban siendo derrotadas, tampoco tenían la fuerza suficiente como para atacarlo.

Messerschmitt 109 en Áfrika. Magnífico avión, fue la columna vertebral de la Luftwaffe en este escenario.

Como hemos explicado en las anteriores entradas de esta serie, las peticiones de refuerzos inicialmente enviadas por Rommel fueron rechazadas, pero finalmente, en parte por intercesión de Hitler y en parte porque el general Halder, jefe del Estado Mayor General, consideraba que, en la situación en la que estaban, el eje no podía permitirse una retirada en el norte de África, se acordó enviar al otro lado del Mediterráneo cinco batallones de tropas, uno de ingenieros de asalto y dos batallones de artillería costera. Además, se ordenó acelerar el transporte por ferrocarril de las fuerzas de la 15.ª División panzer que seguían en tránsito hacia sus puertos de embarque en el sur de Italia.

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