Tercios de España – La Toma de Kirchberg (1620)

Veamos hoy la forma singular y el ardid del que se valieron las tropas de Ambrosio Spinola al inicio de la Campaña del Palatinado para conquistar Kirchberg, una de las plazas del elector palatino.

(Composición de José Ferre Clauzel)

Nosotros nos hallábamos en Oppenheim, aguardando la llegada de nuestra gente [el socorro que venía de Flandes], habiéndose sujetado mientras tanto a la obediencia del ejército católico por conciertos tratados con el statthalter del Elector de Maguncia, la villa de Waldböckelheim con su castillo, los de Stromberg y Kastellaun, ambos con sus villetas, y las de Bad Sobernheim y Monzingen algo mayores, todas muy a propósito para alojar a la gente más esparcida y cómodamente durante el invierno, dominando por su medio la mayor parte del Hunsrück.

Pero por haber sido en forma más militar y ser la plaza de mayor importancia, supuso mayor reputación el haber ocupado Kirchberg, villa medianamente grande, situada en una eminencia que domina en extremo todos sus contornos, con una muralla de piedra muy fuerte y espesa, aunque sin terrapleno.

Y si bien carecía de traveses, no dejaban de ser a propósito para eso las torres de muy buena piedra de que estaba guarnecida a trechos. Está ceñida por un foso de agua no malo, y las dos únicas puertas que tiene están muy razonablemente guardadas y protegidas, en fin, es villa capaz de defenderse y en extremo a propósito para fortificarse extremadamente sin mucha costa.

Se habían puesto los ojos en ella con deseo de tomarla, pero ocupado el ejército en empresas mayores, como se ha visto, había quedado en suspenso por entonces aquella intención, considerada de menor importancia, hasta que en este tiempo, habiendo conferenciado con el Marqués la traza que para su ejecución parecía más a propósito, se decidió intentarla, enviando al capitán Baron a que le encargase la tarea a monsieur de Misiers, caballero de mucho valor y experiencia militar, que por entonces se encontraba en Bad Kreuznach, que la ejecutó de esta manera.

Salió de esta villa el tres de octubre (de 1620), a cosa de las cinco de la noche, con 150 infantes escogidos, la mayor parte de su compañía, 80 arcabuceros a caballo y una carreta llena de palas, hachas y todas las municiones [pertrechos y bastimentos] de guerra. Habiendo hecho salir a su gente a la deshilada [uno detrás de otro] para evitar sospechas y avisos, se encaminó con celeridad hacia Kirchberg, que está a una distancia de 7 horas de camino, evitando todo lo posible atravesar por lugares poblados, deteniendo a cuantos se topaba por el camino y habiendo preguntando a sus guías solamente cual sería el camino más diestro para dirigirse al río Mosela, por evitar todo lo posible decir el nombre de la villa.

Le sirvieron de mucho las hachas y palas para allanar los obstáculos que el enemigo había hecho en el camino. Llegado finalmente junto a la villa, tomó consigo 15 soldados de su compañía con arcabuces de rueda y cuatro o cinco con armas de asta [picas, alabardas, etc], con los cuales fue a reconocer la puerta y los sitios más adecuados para apostar a la gente.

Hecho lo cual y ordenado que a la señal de un pistoletazo acudiese la infantería y caballería que estaba más lejos, hizo que seis soldados de su compañía se pusieran los ropajes de los villanos que servían de guías, y tomando cada uno una espada corta y una pistola, del tamaño que podían esconderla cómodamente, les ordenó que cuando abriesen la puerta se llegasen a ella con disimulo, y sirviéndose de la lengua alemana, en la que eran muy pláticos, procurasen adueñarse del puente, tirando un pistoletazo, con lo cual al momento serían socorridos desde la posición más cercana, en que estaba dicho capitán.

Llegaron, pues, los primeros algo antes de haberse abierto la puerta y fueron preguntados por los centinelas si habían visto al enemigo, tomándolos por gente suya. Los soldados habiendo respondido que no, se pusieron a coger fruta de un jardinejo que había pegado a la puerta para con aquella excusa no tener que apartarse de ella. Poco después se abrió ésta, y habiendo salido seis mosqueteros a explorar, fueron derechos a dar con la emboscada de Misiers, donde con no poca dicha pudieron sin mucho ruido asirlos y detenerlos a todos, acudiendo los soldados disfrazados sin perder tiempo a la puerta y, apoderándose del puente levadizo, hacer la señal, con la que inmediatamente fueron socorridos desde todas las posiciones emboscadas.

Los que estaban de guardia en la puerta intentaron alguna defensa, tirando unos diez o doce mosquetazos, pero fueron rechazados con muerte de unos pocos sin más daño nuestro que matar a un soldado y herir a dos. Así las cosas, se retiraron a la última puerta y la cerraron; pero, sirviéndose los nuestros de las hachas y martillos que prudentemente se habían traído, fue derribada rápidamente y entraron a la villa. Los enemigos hicieron diligentemente escuadrón en la plaza, donde pensaron rehacerse al abrigo de cuatro piezas de artillería que había en ella; pero tras alguna poca defensa depusieron las armas, procurando salvarse confusamente.

Misiers, capitán borgoñón, con sus hombres no serían muy distintos de esta magnífica pintura del maestro Dalmau

Nuestra gente hizo escuadrón entonces para no malograr semejante victoria (como ha sucedido algunas veces al no hacerlo), diligencia muy necesaria en tales casos, dejando también guarnecida con un buen oficial la puerta por donde se había entrado y enviando a ocupar la otra. Entró tras esto la caballería, que tomó y corrió todas las calles para quitar al enemigo toda esperanza de recuperarse. Llegaba la guarnición al número de doscientos hombres sin contar los burgueses, dando de inmediato cuenta de todo al marqués Spinola, en cuya estima tuvo el lugar merecido en este suceso el valor y buena suerte del dicho Misiers. […]

Y no acaba aquí todo. En una próxima entrada veremos como el capitán Misiers logró conservar la ciudad frente a una fuerza protestante muy superior.

Este texto está extraído de mi libro LOS TERCIOS DE FLANDES EN ALEMANIA: LA GUERRA DEL PALATINADO (1620-23).

FICHA DEL LIBRO:
Colección Historia de los conflictos
14,8×21 cm.
Nº de páginas: 410 págs.
Incluye 27 páginas con mapas y croquis de batallas a todo color
Lengua: CASTELLANO
Encuadernación: Tapa blanda
ISBN: 9788494288418
Año edicón: 2014

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Aprovecho el hilo del artículo para adelantaros que en unos días estará disponible mi nuevo libro LOS TERCIOS EN AMÉRICA – LA JORNADA DEL BRASIL. SALVADOR DE BAHÍA 1624-1625

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LA GUERRA DE FRISIA: LAS CAMPAÑAS DEL CORONEL VERDUGO EN EL NORTE DE FLANDES 1579-1594

Los cañones del verano del 88 – Apuntes para la “Armada Invencible”

Como comentábamos en el artículo anterior [1], una de las opiniones “negras” que más pesan sobre la historia naval española y muy seguida por diversos divulgadores hispanos, es la superioridad armamentística de la flota inglesa sobre la armada española, esa cantidad ingente de cañones pesados y de largo alcance, supuestamente pulverizó a las naos y galeones hispanos. ¡Cómo era de esperar la incapacidad española y su atraso intelectual cortapisaban cualquier innovación en este sentido!

Todo esto nace a raíz de dos trabajos elaborados en distintas épocas por la historiografía inglesa. El primero el confeccionado por el profesor Lewis, y el segundo, posterior, del historiador Thompson [2]; de aquí parte la idea que la gran masa de artillería pesada por la inexistente española llevó a la “derrota” en Gravelinas el 8 de agosto de 1588. Pero la tesis de este último puede tener una distinta interpretación según cómo se realice su lectura. Y a ello nos disponemos.

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Tercios de España – La Batalla de Noordhorn 1581

Año de 1581, La Frisia se halla amenazada una vez más por los rebeldes, y la ciudad de Groninga conspira contra Francisco Verdugo, gobernador español de la provincia y capitán general de su ejército.

Batalla de Noordhorn (1581) – croquis de situación nº1 – La Guerra de Frisia

El general inglés Norreys (llamado Norys por Verdugo), al mando de un ejército inglés ha puesto los pies en Frisia y aumenta su ejército con gente de Brabante y otras partes, haciendo promesa de pelear con el español, seguro como estaba de la victoria. Sus soldados, Ingleses y Frisones, no mantenían buenas relaciones y provocaban frecuentes altercados entre ellos por los desmanes que los soldados ingleses hacían quemando casas y villajes como represalia por la muerte de algunos compañeros suyos asesinados, a su vez, por los campesinos del lugar. La situación llegó a tal extremo, que algunos soldados frisones entablaron conversaciones con Francisco Verdugo con la intención de mudar bando para poderlos degollar más holgadamente.

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La Guerra de Frisia – Las campañas del coronel Verdugo en el norte de Flandes 1579-1594

La crónica del coronel Francisco Verdugo de la defensa durante catorce años de los territorios de La Frisia (Frisia, Groninga, Overijssel y Güeldres) frente a los estados rebeldes liderados por Guillermo de Orange y los miembros de su familia es un testimonio de primera mano de valor excepcional de un militar español de la época de las Guerras de Flandes.

Tienda online: La Guerra de Frisia 

Las Campañas Militares del Coronel Verdugo en el Norte de Flandes 1579-1585

Desde que partiera en el año 1579 para Groninga por orden de Alejandro Farnesio en calidad de capitán general hasta que la ciudad terminara capitulando en 1594 defendió todas aquellas tierras situadas al norte de los grandes ríos Mosa, Bajo Rin y Waal en una multitud de asedios, batallas, y escaramuzas con los exiguos recursos que la Monarquía pudo poner a su alcance. De manera incansable tuvo que lidiar con la animadversión de los burgueses de las ciudades, con los motines de las tropas y con las intrigas, celos y envidias que le profesaban algunos caballeros de

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La Guerra de Frisia – Hugo A Cañete – Próximamente en Ediciones Salamina

Tras Los Tercios de Flandes en Alemania, la Guerra del Palatinado 1620-1623, Ediciones Platea continua adentrándose en los siglos XVI y XVII con una edición revisada, comentada e ilustrada del Comentario del Coronel Verdugo de la Guerra de Frisia, un clásico de la literatura militar de finales del siglo XVI revisado y adaptado por Hugo A Cañete, disponible próximamente en la tienda online de Ediciones Salanina Se trata de una crónica escrita por Francisco Verdugo, gobernador de Frisia y Groninga, que relata las campañas y asedios que durante 14 años sostuvieron los españoles con las tropas rebeldes orangistas en pos de sostener las provincias del norte de Flandes en manos de la Corona española.

El libro contiene 27 mapas de las operaciones militares y y 12 croquis de asedios y batallas entre los que se incluye la Batalla de Noordhorn, en la que Verdugo derrota en inferioridad de condiciones a su contrincante, el general inglés Norreys.

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Las Campañas Militares del Coronel Verdugo en el Norte de Flandes 1579-1594

Querido lector, tienes ante tus ojos un libro único: Las memorias de uno de los soldados españoles más eminentes del último tercio del siglo XVI. Que sepamos, la primera edición se realiza en Nápoles

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Tercios de España – La Aparición de la Bayoneta y el Ocaso de los Piqueros

Hoy analizaremos las circunstancias cambiantes en la dotación y tácticas de los ejércitos del siglo XVII que dieron lugar a la aparición de la bayoneta y la condena al ostracismo de las antiguas formaciones de piqueros.

Primeras bayonetas de mango cónico para ajustarse al calibre de cualquier cañón

La evolución de la bayoneta está estrechamente relacionada con las mejoras en las armas de fuego que tuvieron lugar en la segunda mitad del siglo XVII. Los mosqueteros, armados con armas de llave de mecha habían gozado de la protección de los piqueros contra las cargas de caballería mientras estaban ocupados en el prolongado tiempo de recarga de sus armas. A corta distancia también podían valerse de sus espadas e incluso de la culata de sus mosquetes para derribar al enemigo.

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Los Tercios de Flandes en Alemania. Tienda Online

Con el desarrollo de la artillería y en mayor medida del mosquete, las antiguas levas feudales, compuestas de campseinos sin instrucción en la guerra, se habían vuelto prácticamente inútiles. Solo los soldados profesionales podían ofrecer la necesaria precisión en la ejecución de las maniobras tácticas. La infantería se componía ahora de piqueros y mosqueteros/arcabuceros, los primeros para las acciones defensivas y los segundos para las ofensivas.

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