Aquel día, y a pesar de la pérdida del Orient y del Bizarre, embarrancados, cuyas tripulaciones habían ido a reforzar los demás navíos, la flota francesa seguía escasa de hombres, una carencia que ni tan siquiera dejando en puerto varias fragatas y reuniendo a los marineros de los transportes se había podido suplir. A modo de ejemplo, los navíos de 74 cañones tienen una dotación de 500 personas, de los que tan solo la mitad son marinos.
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Sin embargo, como vimos anteriormente, Suffren ha decidido dar batalla, y para ello diseña, nuevamente, un plan audaz. Mientras sus ocho navíos de 64 cañones formarán una línea larga, bastante separados unos de otros, para entretener al centro y a la vanguardia británicos; sus 5 buques de 74 piezas atacarán la retaguardia para destruirla, apoyados por sus buques más pequeños: la fragata Consolante y los navíos Flamand y Petit Hannibal.