En ese momento, el Mando Sur intentó lanzar una gran contraofensiva, sin esperar a la acumulación de las fuerzas de reserva.
Al comienzo de la ofensiva, el Mando Sur disponía de dos divisiones (las 143.ª y 162.ª), mientras que la capacidad combativa de la tercera (252.ª) se había visto gravemente mermada durante los dos primeros días de lucha. Incluso las divisiones que disponían de un número completo o casi completo de carros de combate carecían de unidades de infantería y artillería. Para empeorar las cosas, la presión militar en los Altos del Golán provocó un desvío de casi todo el esfuerzo de la IAF al Frente Norte, de modo que el plan para destruir el sistema de defensa aérea egipcio solo se ejecutó de forma parcial.
De este modo, la IAF tuvo que operar en una zona protegida por misiles, lo que dificultó enormemente que pudiese prestar un apoyo aéreo cercano a las fuerzas terrestres. Ese fue el telón de fondo de la contraofensiva lanzada por las IDF el 8 de octubre encaminada a romper las líneas defensivas del 2.º Ejército egipcio. El Mando Sur dio instrucciones a la 162.ª División, al mando del general de división Avraham Adan, para que atacase de norte a sur en el extremo norte del frente, con el fin de unir fuerzas con los puestos avanzados asediados y proporcionar apoyo a las unidades atrapadas.
El Mando Sur dio también instrucciones al general Adan para que intentase capturar uno de los puentes flotantes egipcios al objeto de trasladar fuerzas a la otra orilla del Canal. Hay muchos factores que explican el fracaso de la contraofensiva israelí del 8 de octubre. Una de las explicaciones es el hecho de que la división lanzó el ataque sin apoyo de infantería, sin apenas artillería y si apoyo aéreo cercano. A este efecto, por ejemplo, la división solo disponía de tres baterías de artillería y el 113.er Batallón Acorazado, que fue atacado por una emboscada de carros de combate y artillería y que perdió 18 de sus 25 carros, no pudo obtener ningún apoyo de artillería.
En comparación, los egipcios emplearon una eficaz doctrina de armas combinadas, que incluía bombardeos y ametrallamientos ocasionales por parte de los aviones de ataque egipcios. Finalmente, la división no pudo cumplir su misión: el ataque fracasó por completo y a costa de grandes pérdidas, tanto de personal como de equipo. El despliegue defensivo egipcio consiguió neutralizar por completo la ventaja operativa de las IDF: la maniobra de los blindados y el poder aéreo.
El ejército egipcio mantuvo las mismas posiciones durante la primera semana de combates, sin salirse de las líneas prefijadas, con el objeto de mantener la protección de las armas contracarro y del sistema de defensa aérea. En ese momento parecía que Egipto había logrado sus objetivos, especialmente después de que sus fuerzas hubiesen derrotado la contraofensiva israelí del 8 de octubre. De este modo, los egipcios podían aprovechar sus logros militares para obtener beneficios políticos.
Desde el punto de vista militar, el alto mando egipcio estimó que el ejército egipcio había aprovechado al máximo su limitada capacidad frente a la ventaja de la maniobra israelí. Las fuerzas egipcias habían mantenido su capacidad de mantener las zonas esenciales para la defensa estacionaria, sin implicarse en las complejas operaciones que requiere una guerra móvil. Prácticamente, tan pronto como las fuerzas egipcias hubieron completado el cruce y se hubieron atrincherado en las líneas defensivas, el alto mando egipcio renunció a cualquier intento de continuar el avance y entrar en una guerra de maniobra.
El fracaso de la contraofensiva israelí llevó al Frente Sur a un punto muerto, sobre todo porque las IDF trasladaron su foco operativo a los Altos del Golán a fin de forzar a los sirios a una retirada o incluso acometer la invasión de Siria. Durante los días siguientes, el estado mayor dio instrucciones al Frente Sur para que mantuviese la defensa, reconstruyese la fuerza y evitase las batallas de desgaste. Sin embargo, durante los días 10 y 11 de octubre, ambos bandos lanzaron varios ataques locales y limitados. Estos ataques no aportaron ganancias significativas a ninguno de los dos bandos ni cambiaron las líneas del frente; sin embargo, son interesantes para el contexto del análisis, ya que su éxito o fracaso puede explicarse en términos de armas combinadas.
Por ejemplo, una brigada blindada egipcia lanzó un ataque el 10 de octubre en el sector sur de la Zona del Canal. Durante el ataque, la brigada salió del área protegida por el sistema integrado de defensa aérea y, como consecuencia, perdió cerca del 90 por ciento de su fuerza ante un ataque aéreo israelí. Algunos de los ataques acorazados israelíes fueron también derrotados debido a un uso eficaz de la artillería y las armas contracarro por parte de los egipcios, al tiempo que impedían que la IAF proporcionase un apoyo aéreo cercano eficaz a las fuerzas atacantes.