Sherman, el carro de combate estadounidense de la Segunda Guerra Mundial (III)

Como en cualquier carro de combate de la época, a bordo de un Sherman el comandante era una pieza clave. Ya adelantamos en la entrada anterior que la misión primordial de este era dirigir y organizar a sus hombres, supervisar el correcto mantenimiento del carro y, durante la lucha, servir como “director de orquesta” de toda la tripulación. Cabe añadir, en este caso, que además se trata de lo que podríamos considerar una tripulación de ciegos, pues si bien otros miembros de la misma tienen acceso al exterior: el conductor, el tirador o el ametrallador, por ejemplo, siendo habitualmente el cargador el que se queda completamente a oscuras, es el jefe del carro el que, tanto para proteger a los demás como para detectar al enemigo antes de que este pueda destruirlos, debe estar siempre en alerta cuando entran en combate.

En los primeros modelos de Sherman la escotilla del jefe de carro estuvo equipada con un periscopio que este podía hacer rotar para observar el terreno en todas direcciones, sin embargo, los destinatarios de tan fastuosa comodidad pronto se dieron cuenta de que resultaba mucho más eficaz asomar la cabeza y mirar directamente en todas direcciones. Mejor todavía, mientras asomaba la cabeza el comandante del tanque podía hacer girar la torreta, de manera que además de seleccionar el objetivo podía pre apuntar el cañón hacia él, dejando al tirador la simple tarea de afinar dicha puntería para aumentar las posibilidades de dar en el blanco. La contrapartida era que se exponía a recibir las atenciones de un francotirador alemán, por eso, más adelante se instalará una cúpula blindada con seis visores.

Además de observar el terreno y elegir el blanco, el jefe de carro se encargaba de las comunicaciones. Para entrar en contacto con otros carros en el campo de batalla disponía de una radio modelo SCR 508, 528 o 538 que emitía en frecuencia modulada con un alcance teórico de hasta 32 km, aunque en general estos quedaron reducidos a la, no obstante, cómoda cifra de entre 10 y 13, dependiendo de la conformación del terreno. La gran ventaja de la frecuencia modulada sobre el sistema de amplitud modulada utilizado por el Ejército británico y los de la Commonwealth, era que las radios norteamericanas emitían menos parásitos y era más fácil entenderse, un aspecto que no era baladí cuando uno estaba inmerso en la batalla. La gran desventaja es que, así, era imposible que los carros de combate de ambos aliados pudieran comunicarse unos con otros.

Estructura interior del Sherman

Además de comunicarse con los demás carros del campo de batalla, el jefe de carro tenía que poder hablar con el resto de la tripulación, imponiendo su voz por encima del motor, la ametralladora y el cañón por medio de un interfono; y si era jefe de una compañía, además le tocaba comunicarse con los escalafones superiores del mando, para lo cual disponía de una segunda radio modelo SCR 508, colocada sobre la puerta delantera derecha.

A su lado, también en la torre, se sienta el tirador, que es el segundo jefe del carro. Su misión fundamental es apuntar el arma principal del carro, cosa que hace con dos manecillas, calculando la distancia a ojo; y disparar la ametralladora coaxial de calibre .30 modelo 1919A4. Un truco que fue ampliamente utilizado por estos tripulantes fue aprovechar las trazadoras de la ametralladora para calcular a donde irá exactamente el proyectil del cañón, antes de hacer fuego; un hecho preocupante para los alemanes, que nunca sabían si tras la rociada no llegaría un proyectil.

Distribución de los proyectiles

Finalmente, queda el cargador. Situado frente a la ametralladora coaxial, dispone de mucho más espacio que el tirador, pero bien cierto es que es el que debe ir a buscar los proyectiles, es decir, se mueve mucho más por el interior del carro de combate para acceder al tipo de proyectil solicitado en cada momento por el jefe de carro en virtud del blanco elegido. Dicho esto, nada más lejos de la realidad que un cargador arrastrándose por todo el interior del vehículo para buscar la pieza adecuada; en un mundo en que la velocidad salva la vida, el cargador debe tener perfectamente ubicados los proyectiles. Doce en las paredes de la torre, son su última reserva o los obuses para caso de emergencia, ocho en el suelo de la misma son los primeros que va a utilizar siempre, y que tiene que preocuparse de reponer en todo momento. Para reponerlos, precisamente, tienen que cumplirse dos condiciones: la torreta tiene que estar alineada hacia delante, y necesita la ayuda de los tripulantes que van en la caja, que son los que le van a pasar los proyectiles; primero los diecisiete almacenados delante a la derecha, luego los treinta que van en el suelo frente a la torreta, tras lo cual se sacan los quince que están en el armero que hay detrás en el lado derecho. Los obuses colocados junto a la puerta izquierda serán los últimos en ser utilizados, ya que, excluyendo la reserva del cargador, son los más fáciles de coger.

1 comentario en «Sherman, el carro de combate estadounidense de la Segunda Guerra Mundial (III)»

  1. Por lo que he leído las tripulaciones en combate se las ingeniaban para llevar mucha más munición de la reglamentaria. Lo que no se es como lo harían con lo reducidos que son los carros por dentro

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