A primeros de mayo, tuvimos la ocasión de hablar del Mito y realidad de las SS como fuerza de élite desde un punto de vista general: entrenamiento, reclutamiento, origen de las tropas, la fama que adquirieron en la propaganda y otras cuestiones relacionadas que tuvimos ocasión de repasar someramente. También planteábamos la idea de qué era una fuerza de élite. Sucintamente: “aquella que de forma habitual puede cumplir con su misión con la máxima rapidez y eficacia”, dijimos entonces.
Quedaba hablar de la realidad de la guerra. ¿Cómo se comportaron las SS cuando entraron, efectivamente en combate? Su participación en la campaña de Polonia fue escasa, solo dos regimientos, y estuvo alejada de las zonas de máximo esfuerzo, Schwerpunkt según la terminología germana, por lo cual su intervención no fue fundamental para la victoria. En este aspecto, no fueron tratadas como una fuerza de élite, sino relegadas a tareas de flanco.
La campaña francesa de 1940 cambió las cosas. En ella no solo se incrementaron (ojo, sin llegar a una cantidad significativa, pues tan solo fueron dos divisiones y un regimiento reforzado) las tropas SS, sino también la importancia de la misión que se les encomendó, pues aunque no lucharon en la ofensiva inicial, si participaron en el ataque desde el oeste, es decir, por “retaguardia”, contra el perímetro que estaban estableciendo entre Lille y Dunkerque las fuerzas franco-británicas que habían quedado aisladas. Una de las acciones que protagonizaron tuvo lugar en Wormhout, donde las crónicas indican que los soldados SS se lanzaron al asalto hombro con hombro, gritando “Heil Hitler” y sin apoyo de armas pesadas. Podemos reconocer aquí varios de los factores de los que hablábamos en nuestra entrada anterior: la falta de entrenamiento obligó a los hombres a lanzarse directamente contra el enemigo sin emplear truco táctico alguno, sin aprovechar el terreno, esperar apoyo de armas pesadas o moverse por los flancos del objetivo; el exceso de valentía y el fanatismo, sin duda, tampoco ayudaron.
El resultado de esta acción, y de otras en la misma época y región, fueron bajas en exceso elevadas y la consiguiente venganza que los soldados SS se cobraron sobre los prisioneros capturados. Hay que puntualizar que no fue la deshumanización de la guerra en el este lo que llevó a los soldados políticos del nazismo a masacrar prisioneros indiscriminadamente; nombres como Wormhout, Le Paradis o Aubigny en Artois son las de otras tantas masacres llevadas a cabo por combatientes de las SS, en 1940, en el frente occidental.
Los Balcanes fueron un asunto relativamente sencillo, sin embargo volvemos a encontrarnos con el exceso de valentía, tal y como nos narra el propio “Panzer” Meyer en sus memorias, cuando elementos de la unidad de reconocimiento de la División Leibstandarte se vieron copados en el paso de Kleisura y tuvo que arrojar una granada tras el último de sus hombres para que todos se lanzaran al asalto; por supuesto, en bloque.
Donde estas tácticas empezaron a pesar duramente fue durante la campaña en el este. En una campaña corta, las tácticas temerarias y las bajas que producen pueden reabsorberse convenientemente durante el periodo de paz y descanso que sigue, pero en el este no iba a ser así. Las cifras que presenta Jean Luc Leleu, obtenidas de las estadísticas preparadas en octubre de 1944 por Percy-Ernst Schramm, nos dicen que durante los cinco primeros meses de Barbarroja las unidades SS sufrieron 10 403 bajas entre sus efectivos de combate, un porcentaje del 9%, con una tasa de mortalidad doble a la sufrida por la Wehrmacht. Esta cifra debe ser matizada en dos sentidos. Primero, la Wehrmacht dispuso de muchos efectivos no combatientes, y la estadística no compara tropas de combate con tropas de combate; segundo, las SS no fueron empeñadas en los combates más duros, como sucedería en 1943. Ambas circunstancias se contraponen en cierto modo, pero sin duda ese “doble de bajas” debe ser matizado a la baja, aunque no cabe duda de una cosa, las SS sufrían demasiadas bajas.
Próximamente volveremos sobre esta cuestión para comentar qué soluciones se buscaron para remediar este problema.
Siempre un placer leer buenos artículos aquí. Respecto a las Waffen SS, al inicio de Barbarroja, el mismo general Heinz Guderian hace referencia a dificultades en la coordinación y maniobra con las unidades de las Waffen SS y un entrenamiento de estas unidades hasta ese momento, parece ser, por debajo del estándar de la Wehrmacht. Esto sin duda cambió conforme progresaba el conflicto. Saludos