1.- EL CAMINO HACIA LA GUERRA.
Qué duda cabe que el pacto Ribbentrop-Molotov pudo ser el origen de esta historia. El 30 de noviembre de 1939, aprovechando los acuerdos firmados entre ambas superpotencias, la Unión Soviética entró en guerra con Finlandia. Fue la guerra de invierno, que demostraría a unos que el Ejército Rojo era una estructura que podía ser derribada de una patada, y a otros que, desde luego, era necesario reformarlo en profundidad.
La llamada “Guerra de Invierno”, si bien concluyó en victoria para los soviéticos, no fue el paseo militar que todo el mundo había esperado. Stalin tuvo que firmar una paz que, aunque dura para los vencidos finlandeses, no satisfacía sus objetivos; Alemania se dio cuenta de que toda Escandinavia había sido desestabilizada y acabó invadiendo Noruega para asegurarse el puerto de Narvik; y las potencias occidentales fracasaron, tanto a la hora de ayudar a Finlandia como a la hora de cortar el suministro de mineral de hierro sueco a Alemania.
¿Y Finlandia? En el verano de 1940 el pequeño país escandinavo seguía siendo una nación democrática, pero rodeada por unas fronteras extraordinariamente preocupantes. Al este se hallaba la Unión Soviética, gobernada por Stalin, que de nuevo había comenzado a presionar a la nación, exigiendo esta vez importantes concesiones en las minas de Níquel de Petsamo/Pechenga. Al noroeste se hallaba Noruega, recientemente ocupada por el ejército Alemán, y al oeste la neutral Suecia, único país verdaderamente amigo, pero que carecía de peso suficiente como para ayudar a los fineses a defenderse. Las potencias occidentales, por otro lado, que eran los únicos amigos poderosos que tenía el país, no solo no tenían modo de acceder a Finlandia, sino que habían demostrado ser lentos hasta la ineficacia y, qué duda cabe, tenían complicaciones mucho más acuciantes.
Si además de todo lo dicho, tenemos en cuenta el apoyo que el ejército alemán había prestado a Finlandia en su proceso de independencia de Rusia, no es de extrañar que el democrático país nórdico se girara hacia la dictatorial Alemania nazi para preservarse de las ambiciones soviéticas. Sin embargo, los finlandeses acabarían yendo más allá de esto.
Si bien la planificación de “Barbarroja” empezó el 29 de julio de 1940, Hitler, por supuesto, no dijo ni una palabra de ello a los amigos finlandeses que estaba adquiriendo, pero comprendió que su posición geoestratégica podía resultar de vital importancia en dos sentidos: a la hora de atacar Leningrado, cuna de la revolución; y a la hora de hacerse con el puerto libre de hielo todo el año de Murmansk, aunque desconocía la importancia que tendría posteriormente en el apoyo aliado a la Unión Soviética. En consecuencia, y a pesar de que en su acuerdo con la Unión Soviética aquel territorio quedaba en la zona de influencia de Stalin, decidió dar el visto bueno al acercamiento a Finlandia, país con el que Alemania firmó un primer acuerdo –para el tránsito de tropas y suministros- el 22 de septiembre.
El resto de 1940 y los primeros meses de 1941 vieron un intenso tráfico diplomático entre ambos países, que fueron acercando posiciones y estableciendo acuerdos, llegándose a hablar en muchas ocasiones de la preparación de un plan conjunto de actuación para el caso de una “hipotética” (solo para los finlandeses) guerra contra la Unión Soviética. Este plan conjunto fue concretado en el transcurso de dos conferencias militares, que tuvieron lugar en Salzburgo, entre el 25 y el 28 de mayo; y en Helsinki a partir del 3 de junio; y cuyas conclusiones fueron aprobadas por el parlamento finlandés el 14 de este mismo mes. En ellas se previó el establecimiento de una fuerza de tierra Alemana en el centro y el norte del país, que se encargaría de defender las minas de níquel de Petsamo/Pechenga y de atacar en dirección a Murmansk y al ferrocarril que unía la localidad con el sur; mientras que los finlandeses se encargarían del frente en el sur de la nación, especialmente en Karelia, atacando por ambos lados del lago Ladoga. El acontecimiento más importante de estas reuniones, sin embargo, fue que Finlandia supo que la agresora sería Alemania.
El 14 de junio el parlamento finlandés aprobó las decisiones tomadas en estas conferencias militares, y el 17 ordenó la movilización general. El 22 de junio de 1941 Alemania invadió la Unión Soviética, y el 25 Finlandia declaró la guerra a su vez. Solo una pequeña cuestión había quedado pendiente: Alemania y Finlandia no eran aliadas, sino co-beligerantes. Alemania estaba extendiendo la Segunda Guerra Mundial, y Finlandia iniciaba la llamada “Guerra de Continuación” de la Guerra de Invierno de 1940-41. En ningún momento entró el país nórdico en guerra, junto a Alemania, contra los aliados occidentales.
Sigue en Hermanos de Armas (II): Finlandia en la Segunda Guerra Mundial.
Saludos.
Creo que se ha deslizado una errata. ¿No sería 30 de noviembre de 1939?
Si. Efectivamente, se trata de una errata, una vieja. Gracias Gustavo.