Batalla de baja intensidad, si es que puede existir tal cosa, fue lo que se dio en torno a Küstrin y el corredor de seis kilómetros de largo y entre tres y cinco de ancho que unía la ciudad con el resto del mundo. El Ejército Rojo aún no tenía prisa. Poco a poco se iban concentrando medios en el frente, y con la Conferencia de Yalta (4 a 11 de febrero de 1945) en desarrollo, Stalin no había sufrido todavía el ataque paranoico que iba a obnubilarlo después, cuando tras el reparto de las zonas de influencia en Europa, decidió que los aliados occidentales querían engañarlo y empezó a fustigar a sus comandantes para que tomaran Berlín lo antes posible, y antes de Berlín, estaba Küstrin.
El 18 de febrero, el bombardeo destruyó el puente de carretera que cruzaba el río Warthe y unía la ciudad vieja con la nueva. Nada grave, pues pudo ser reconstruido por los ingenieros aquella misma noche, cubriendo la estructura con planchas de modo que los vehículos volvieran a circular sobre él. Lo que no pudieron reconstruir, sin embargo, fue la tubería de agua que suministraba la ciudad vieja, tal vez el mejor bastión defensivo, que a partir de entonces iba a depender de las desuetas bombas que había en su interior. Tal vez a consecuencia de esto, y en un gesto extraño para el Reich, en las dos noches siguientes se dio la orden de evacuar a los civiles. Tampoco hay que hacerse ilusiones, por aquel entonces el término “civiles” excluía a hombre capaz de portar armas. Pronto hablaremos de la guarnición, pero vamos a fijarnos un poco en los soviéticos.
A mediados de febrero se dieron las órdenes de tomar la ciudad, y se designó al 5.º Ejército de Choque del general Berzarin para que se encargara de ello. A fin de que cumpliera su misión, no solo se enviaron reemplazos para cubrir las bajas de sus divisiones, sino que se le añadieron dos regimientos de obuses pesados, una brigada independiente de carros de combate, un regimiento de lanzacohetes de la Guardia, uno de ingenieros de puentes y otro de pontones. Con esto, el general soviético asignó la toma de la ciudad a uno de sus tres cuerpos, el XXXII, y decidió que la fecha de ataque fuera el 28 de febrero. El tiempo, climático, no iba a darle la razón.
Entretanto, se habían sucedido algunos combates de “baja intensidad”, a la escala del frente del este. En Kietzerbush, elementos del 500 Batallón de infantería, contenían a los soviéticos. Algo parecido sucedía en Kietz, donde la infantería alemana se vio reforzada por piezas antiaéreas que destrozaron los intentos del Ejército Rojo de hacerse con la localidad. Menos suerte tuvieron los defensores de la fábrica de celulosa, en la ciudad, nueva, combatientes del 16.º/186.º Batallón del Volkssturm. Tras ser derrotados, aquellos hombres vestidos de civil e identificados por una cinta para el brazo, fueron considerados como partisanos y fusilados, lo que iba a motivar que, en un esfuerzo logístico, se equipara a todos los demás combatientes del Volkssturm con uniformes militares. Más adelante, acontecida ya la tragedia, los alemanes reconquistarían la ciudad.
Y ya que hemos llegado hasta aquí. ¿Quiénes fueron los defensores de Küstrin? Allí había de todo –Luftwaffe, SS, Wehrmacht, Volkssturm–, hasta 16 000 hombres en el momento álgido de la defensa, aunque esta cantidad tiene más que ver con la fuerza en raciones que con la auténtica cifra de combatientes, que no fueron nunca muchos más de 10 000 (900 de ellos del Volkssturm local). Según los soviéticos, esta guarnición dispuso de 102 piezas de campaña, 13 cañones antiaéreos, 25 cañones autopropulsados, 10 lanzacohetes y 50 morteros. No era demasiado para enfrentarse a todo un ejército soviético.