El destructor chatarra que defendió Alejandría de la Décima Flotilla MAS

Esteban Pérez Bolívar, autor de Los raids de la Décima Flotilla MAS, nos cuenta en este extracto de su libro el siguiente episodio entre el submarino italiano Gondar, equipado con torpedos tripulados, y un buque británico perteneciente a lo que Goebbels denominó la Flotilla Chatarra.

Submarino Gondar con los contenedores para los torpedos tripulados

Tras ser convertido en una moderna nave nodriza para el transporte de torpedos tripulados, el submarino Gondar, con tres torpedos tripulados en sus compartimientos estancos de cubierta, acechaba el 29 de septiembre de 1940 al largo del puerto de Alejandría de Egipto. Mientras esperaba la noche para enviar tres parejas de saboteadores contra las naves en puerto, su misión fue anulada por el Cuartel General de la marina italiana debido a la ausencia de blancos importantes. Iniciada la retirada el Gondar se topó con el destructor australiano HMAS Stuart, un buque tan obsoleto y vetusto que Joseph Goebbles lo incluyó en lo que los nazis llamaron, despectivamente, la Flotilla Chatarra…

Muchos años antes, en las postrimerías de la Primera Guerra Mundial, los navíos Stuart, Vampire, Vendetta, Voyager y Waterhen fueron construidos e incorporados a la Royal Navy. Después de servir desligados unos de otros estos buques fueron reunidos en una única flotilla y transferidos en 1933 a la Australian Royal Navy.

Con Sidney como su nuevo puerto base los destructores patrullaron aguas australianas hasta 1938, año en el que fueron puestos en lo que los anglosajones llaman Flota en naftalina, una reserva para ser usada en caso de necesidad, algo que ocurrió muy pronto ya que la invasión de Polonia por Alemania los hizo regresar tanto al servicio activo como al Mediterráneo, el mar en el que habían servido bajo bandera británica. Reagrupados en Malta como la 19ª División de Destructores australiana (más tarde 10ª Flotilla de Destructores), los cinco vetustos destructores fueron blanco de la corrosiva propaganda nazi.

El mismo Joseph Goebbles durante el invierno de 1939 les dio la bienvenida a Europa diciendo que los navíos australianos no eran más que una colección de vieja basura agrupada en una Flotilla Chatarra. También los ridiculizó burlándose de su poder de fuego, su antigüedad y sus carencias, como la defensa antiaérea. Pero los británicos, haciendo gala de su humor, se apropiaron del nombre usándolo con orgullo a medida que la veterana flotilla se anotaba victoria tras victoria. A pesar de ser un barco lento, pequeño y concebido para una guerra en la que la aviación estaba en pañales, el Stuart (al igual que el resto de la Flotilla Chatarra) recorrió sin cesar el Mediterráneo desde Suez hasta Gibraltar y desde Alejandría de Egipto hasta el Peloponeso. De enero 1940 a diciembre 1941, además de escoltar numerosos convoyes, participó en las batallas de Calabria y de Matapán, bombardeó la costa de Libia y cubrió las evacuaciones de Grecia y Creta.

Los raids de la Décima Flotilla MAS. Esteban Pérez Bolívar

En una de esas operaciones, la escolta de convoyes desde Egipto a Malta, el HMAS Stuart sufrió una avería en sus máquinas que lo obligó a regresar a Alejandría. Tras la puesta de sol del 29 de septiembre el destructor, a la sazón bajo el mando del teniente de la Royal Navy Norman Joseph MacDonald Teacher, divisó a solo 1.500 metros al submarino italiano Gondar que se alejaba de los alrededores del puerto de Alejandría.

Reaccionando como las otras veces en las que había sido descubierto, a las 20:30 horas el submarino se precipitó hasta los 80 metros para burlar al destructor. Al contrario del Íride, el Gondar pudo alcanzar esa profundidad sin dañar los delicados torpedos tripulados debido a que estaban resguardados en tres novísimos contenedores estancos instalados sobre cubierta. Confiando en que la navegación silenciosa y la gran profundidad despistarían al Stuart, el teniente Francesco Brunetti, comandante del Gondar y el capitán de fragata Mario Giorgini, Jefe del Reparto Medios de Asalto, esperaron pacientemente en la sala de control.

Pero el viejo barco tenía un As bajo la manga: El sonar, un aparato cuyas emisiones sonoras submarinas permitieron en todo momento conocer la ubicación del navío italiano. El sonarista del Stuart, manejando con habilidad el recién instalado aparato, suministró datos tan precisos al teniente MacDonald que la primera andanada de cargas de profundidad explotó alrededor del Gondar, ocasionando las primeras averías.

Advertida por el destructor, la base de Alejandría envió al arrastradero antisubmarino HMS Sindonis, que se sumó a la lucha del Stuart. El pequeño navío, cual perro ovejero, hacía regresar al submarino al corral dentro del cual se encontraba el perseverante destructor. Escuchando su entorno con los hidrófonos y limitado a la pírrica velocidad de 4 nudos para ahorrar baterías, el Gondar se vio obligado a jugar un peligroso corre-que-te-pillo en el que se llevó la peor parte ya que, cada vez que el sonarista australiano lograba una buena triangulación, el sumergible italiano era vapuleado con un rosario de potentes explosiones.

HMAS Stuart

Al amanecer del 30 de septiembre, doce horas después de comenzada la tenaz cacería, el submarino presentaba las siguientes averías: pérdida casi total del sistema neumático para la inundación/vaciado de los tanques de lastre; rotura de muchas de las palancas de control debido a las vibraciones generadas por las detonaciones; inundación parcial de los contenedores popeles de los SLC; disminución de un 40 % en la carga de las baterías; inundación parcial del compartimiento de torpedos popel y una elevada presión interna debido a la continua entrada de agua.

Evaluadas todas las posibilidades Brunetti y Giorgini concluyeron que la situación era extrema. Para no morir en vano decidieron emerger, abandonar el buque y hundirlo, para evitar su captura por parte del enemigo. Alcanzada la superficie la dotación se lanzó al agua entre las explosiones de las bombas lanzadas por un hidroavión Short Sunderland, incorporado a la búsqueda una vez salido el sol. Brunetti, Giorgini y un electricista llamado Luigi Longobardi, que mantuvo el flujo eléctrico hasta el último momento, abandonaron los últimos el Gondar. La mala suerte y la buena puntería del piloto del hidroavión hicieron que la última bomba alcanzara a Longobardi cuando estaba a punto de lanzarse al agua. El marinero electricista fue la única víctima de la batalla.

Aunque la dotación del Gondar fue rescatada por el Stuart, los británicos no fueron capaces de descubrir la misión del submarino aunque las fotografías de los contenedores y el elevado número de buzos en la tripulación les hicieron sospechar que algo tramaban. No por nada esos submarinistas eran descendientes directos de aquellos que dos mil años antes, nadando bajo el agua en ese mismo mar, atacaban barcos enemigos: los urinatores. Sometido a unos muy necesarios trabajos de modernización en Melbourne, el Stuart defendió Australia de 1942 a 1943. Ese año fue modificado nuevamente para servir como transporte de tropas, trabajo que llevó a cabo entre Australia y Nueva Guinea hasta el final de la guerra. El D00 fue retirado del servicio y puesto en reserva en 1946. El destino quiso que, irónicamente, el Stuart fuera vendido como chatarra en 1948.

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