Panzer Meyer en el contraataque de Kharkov

Con motivo de la reciente publicación de Granaderos, las memorias de Kurt «Panzer» Meyer, por parte de Ediciones Salamina, os dejamos un fragmento de las mismas enmarcado en lo combates que tuvieron lugar durante el famoso contraataque de von Manstein sobre Kharkov en marzo de 1943.

 

 

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El kampfgruppe se detuvo detrás de una pequeña elevación. Las columnas enemigas se movían incesantemente hacia el oeste. Una villa que se extendía a lo largo de la carretera se tragó a la columna soviética y la escondió de nuestra vista. Unos 1.000 metros nos separaban todavía de los soviéticos. ¿Debíamos arriesgarnos y atacar por la ligera pendiente de la carretera abajo? Los soldados del Ejército Rojo habían estado marchando hacia el oste durante casi veinticuatro horas. ¿Sería su superioridad demasiado grande? ¿Nos tropezaríamos con una pantalla de armas contracarro?

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Crimea, 1941, Asalto al Muro Tártaro (III y final).

 

                Era necesario atacar, expulsar a los alemanes de Armyansk y sellar la penetración, y por ello, dado que no había artillería, los hombres del Grupo Batov fueron enviados al ataque sin apoyo. Inicialmente tuvieron éxito, y para las 14.00 horas habían expulsado de la ciudad a los hombres del 213 IR del Oberstleutnant Hitzfeld, pero tampoco los alemanes podían permitirse ser expulsados. Aquella batalla había costado ya cantidades ingentes de sangre, y la única manera de terminarla iba a ser empeñar más vidas en la tarea.

Magnífica foto de dos combatientes alemanes, tomada en Crimea, según la leyenda de la misma.

                Durante la tarde Hansen envió al combate un kampfgruppe de la 50 ID, recién llegada de Odessa, que a su vez expulsó de Armyansk a los hombres del Grupo Batov. Al anochecer los soviéticos se agarraban al extremo este del muro, y la STAVKA, el alto mando del Ejército Rojo, estaba furioso con el resultado; pero los alemanes habían perdido 600 hombres.

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Crimea, 1941, Asalto al Muro Tártaro (II)

 

         La batalla comenzó a las 05.00 del 24 de septiembre con un bombardero de artillería. De no haber sido por la presencia de los bombarderos de la Luftwaffe se podría haber pensado que acababa de reiniciarse la primera guerra mundial. La hora del asalto fueron las 07.30 horas. Por la derecha avanzaron cuatro o cinco batallones de la 73 Infanteriedivision, y por la izquierda otros tantos de la 46.

El asalto al muro, según un mapa ruso.

                El primer objetivo importante fue la granja estatal Chervonyi Chavan, atacada por el 213 Infanterieregiment (73 ID), comandado por el Oberstleutnant Hitzfeld. Frente a ellos, bien atrincherados y apoyados por mucha artillería, les disputó la posición el 2º batallón del 361 Regimiento de Fusileros. Como suele suceder en estas ocasiones fue una tercera unidad la que rompió el empate, en este caso alemana, se trató del Pionier-Bataillon 173, cuyos especialistas rompieron los obstáculos soviéticos y se colaron en la posición, abriendo el paso a la infantería. La lucha fue dura en extremo y durante aquella jornada la división del flanco oeste iba a perder 770 hombres. Entretanto, en el lado este y aunque lo tuvo más fácil, la 46 ID perdió a su vez otros 329 hombres con muy pocas ganancias. Había sido un día duro, y solo asaltando la línea exterior soviética.

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Crimea, 1941, Asalto al Muro Tártaro (I)

 

                Solo hay cuatro caminos terrestres para entrar en Crimea. Los menos evidentes, los más difíciles, son el Sivash, una gran extensión pantanosa que no es ni mar ni tierra pero que, a veces, si se conjuran las mareas y los vientos, puede ser vadeable; la estrecha península del Chongar y la larga lengua de arena del Arabat. El camino más evidente es el istmo de Perekop, donde los tártaros erigieron su muro.

Los accesos terrestres a Crimea.

                A finales del siglo XVI el Kanato de Crimea era una potencia cuyos jinetes asolaban la estepa rusa para luego refugiarse en su península de origen. Apoyados por mar por el imperio otomano, los tártaros decidieron cerrar el acceso terrestre a su territorio construyendo un imponente baluarte defensivo a través del istmo. Su punto focal fue el gran fuerte de Perekop, unido por un muro a otros fuertes de menor tamaño. El conjunto estaba protegido por un foso de 22 metros de ancho y 12 de hondo y defendido por diversas baterías de artillería.

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