El 17 de Diciembre del año 2010, el joven tunecino Mohamed Bouazizi se inmoló en acto de protesta ante la falta de trabajo y el alza del precio de los alimentos.
Este hecho aislado habría de ser el desencadenante de las numerosas manifestaciones que acabarían resultando en la conocida como Primavera Árabe, cambiando el destino de ciertos países del Norte de África (Rodríguez-Pina, 2011). Estas manifestaciones se expandieron rápidamente, normalmente impulsadas por la juventud a través de las redes sociales, reclamando la instauración de la democracia y la mejora de las condiciones de vida.
Las protestas comenzaron en Túnez y lograron en el espacio de tiempo de unos días acabar con el gobierno autoritario que desde 1987 había mantenido el presidente Ben Ali. El éxito que supuso este cambio en el gobierno de Túnez impulsó a la población de otros países en circunstancias similares a salir a las calles a protestar. Sin embargo, el éxito que tuvieron las protestas en Túnez no fue similar en otros países, como Libia, donde la Primavera Árabe desestabilizó completamente el país sumiéndolo al borde del abismo.
En el momento en el que la Primavera Árabe estalló y captó la atención de todo el mundo, se encontraba gobernando en Libia Muamar el Gadafi. Gadafi había permanecido en el poder desde el año 1969, año en el que dio un golpe de estado que apartó del poder al rey Idris I. El régimen de Gadafi se caracterizó por la creación del Estado de la Yamahiriya (de las masas), un estado donde todo el poder se encontraba en manos de Gadafi, carente de instituciones funcionales y donde las masas no tenían ninguna voz.
Día de la ira
En Libia comenzaron a estallar las protestas el día 17 de Febrero del 2011, fecha que sería conocida como “el día de la ira en Libia”. Las protestas de los manifestantes serían duramente contestadas por el régimen, dando inicio a una escalada cada vez mayor de tensión en la que el número de muertos iría incrementándose progresivamente. La respuesta cada vez más desproporcionada de las fuerzas del régimen contra los protestantes hizo que pronto estallase una auténtica revolución ante la que Gadafi comenzó a desplegar fuerzas militares y a bombardear a la población.
Esta evolución de los hechos fue contemplada con preocupación en el resto del mundo, donde se percibió que esta situación podría acabar degenerando en una guerra civil. La gravedad de los hechos llevó a que el 26 de Febrero del 2011 el Consejo de Seguridad de la ONU emitiese la Resolución 1970, por la que se condenaba la violencia de Gadafi sobre los civiles, así como se establecía el embargo de armas y la congelación de las cuentas del dictador.
La escalada de la magnitud del conflicto llevó a que algunos países comenzasen a desplegar efectivos militares en el Mediterráneo a nivel individual ante la preocupación que causaba el estallido de una guerra civil en el sur de este mar. La imposición de las fuerzas de Gadafi sobre los rebeldes llevó a que países como Reino Unido o Francia decidiesen comenzar unilateralmente su intervención militar, apoyando y armando a los rebeldes libios.
La intervención de estos países, la presión que ejercieron sobre otros y la gravedad de la situación llevaron a que finalmente la OTAN comenzase a involucrarse en los hechos, desplegando ya aviones en este escenario desde principios de Marzo (Arteaga, 2011, pág. 2). Finalmente, el 17 de Marzo del 2011 el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la Resolución 1973, según la cual se exigía la necesidad de establecer un alto el fuego y buscar una solución política al conflicto, así como se establecía la autorización necesaria para adoptar aquellas medidas que garantizasen la protección de los civiles, así como la prohibición de vuelos sobre el espacio aéreo libio (Consejo de Seguridad. Naciones Unidas, 2011). Esta resolución careció de cualquier oposición , además la cercanía del escenario permitía desplegar fuerzas sin tener que invertir grandes recursos económicos.
El apoyo prestado por la Coalición (que llegó a desplegar 21 barcos y 250 aeronaves) fue de gran importancia para los rebeldes, aunque en última instancia fueron ellos quienes llevaron el peso de los enfrentamientos contra las tropas gadafistas. Hubo un total de 19 países que tomaron lugar en una intervención que se alargaría durante meses. Por su parte, los rebeldes establecerían un gobierno paralelo en Bengasi llamado Consejo Nacional de Transición, que sería incluso reconocido como el verdadero y legítimo gobierno de Libia.
Los enfrentamientos continuaron con la progresiva imposición de los rebeldes sobre las tropas del gobierno. A finales de Octubre del 2011 los rebeldes consiguieron hacerse con la localidad de Sirte, donde sería capturado el propio Gadafi. Con la muerte (en extrañas circunstancias) de Gadafi y con la desintegración del régimen, finalizó la guerra con la esperanza de comenzar una nueva etapa en la historia de Libia. A pesar de la reciente guerra pasada y de la naturaleza de Libia (escaso sentimiento nacional frente a una mayor importancia de la pertenencia tribal), había signos esperanzadores en cuanto a la implantación de la democracia en el país.
Continuará…
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