La Guerra de Irán: la invasión soviética.

Hay una interesante serie de fotos, tomadas a finales de abril de 1945, en la que se ven soldados estadounidenses y soviéticos dándose la mano y festejando a orillas del río Elba, en el centro de Alemania que, a menudo, han sido consideradas el primer encuentro de combatientes de ambos bandos. No fue así. Dejando de lado, si se quiere, las múltiples operaciones logísticas, el primer encuentro entre combatientes lo protagonizaron tropas soviéticas y británicas en Irán.

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En entradas anteriores nos hemos referido a la importancia geoestratégica de Irán y a las dudas morales que suscitó la invasión, considerada, por otro lado, necesaria, de un país neutral. Vamos a entrar en materia, de norte a sur.
A pesar de las derrotas que se estaban sufriendo en la frontera occidental de la Unión Soviética, hay que decir que el alto mando del Ejército Rojo tuvo la virtud de no perder jamás la perspectiva estratégica y, desde el primer momento, empezó a concentrar tropas en el Distrito Militar de Transcaucasia, comandado por el general Dimitri Timoféyevich Koslov, una amplísima región que, orientada hacia el sur, cubría ambas orillas del mar Caspio. Lo cual, por otro lado, nos da una pista interesante de que su misión no podía ser meramente defensiva contra el invasor proveniente de Europa.
La fuerza que cruzó la frontera entre la Unión Soviética y Persia contaba con alrededor de cuarenta mil hombres y un millar de carros de combate, probablemente de modelos ya anticuados, como el T-26 (a pesar de eso, el impacto de semejante masa acorazada contra el ejército del sah iba a ser inapelable), todo ello distribuido en tres ejércitos: 44.º, 47.º y 53.º.

El papel principal en la invasión recayó sobre los dos primeros (el 57.º Ejército se desplegaba al este del Caspio). El 44.º ejército siguió la ruta de la costa oeste del mar, que, precedido por una fuerte columna acorazada, recorrió desde la frontera hasta la región de Bandar e Pahlavi, donde se detuvo. Entretanto, el 47.º Ejército, desplegado unos 320 km más al oeste, comandado por el general Vasily Novikov y también con una poderosa columna al frente, se enfrentó a la tarea más compleja: avanzar hacia el sur, invadir el Kurdistán iraní y sellar la frontera con Turquía.

 

 

La ruta de invasión ya debía constar en las planificaciones soviéticas, ya que era la que habían seguido tradicionalmente los ejércitos zaristas. Había que cruzar el río Araxes cerca de Julfa y luego avanzar en dirección sureste, pasando por Tabriz para llegar a Kazvin, muy cerca ya de Teherán, una ciudad que sería ocupada en concierto con los británicos. Los objetivos secundarios de Novikov fueron las localidades de Urmia (entonces Rezaiyeh), en la orilla del lago del mismo nombre, y Maku, en el norte, casi en la frontera con Turquía y que había sido bombardeada desde el inicio mismo de la invasión.

Ni que decir tiene que las operaciones del Ejército Rojo, enfrentado a unos defensores que, si bien derrocharían valor no estaban preparados ni organizados para aquella avalancha (también por el sur, como veremos en entradas posteriores), fueron relativamente sencillas. Aun así, los iraníes marcharían a la guerra. Los cónsules occidentales informaron de largas columnas de vehículos cargados con soldados que se desplazaban hacia el frente, aunque no supieran muy bien donde se hallaba, dada la velocidad de las operaciones. Este desorden impediría que el ejército persa pudiera efectuar, al menos, las demoliciones necesarias en puentes y carreteras que, en su difícil orografía, retrasaran el avance enemigo.

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Finalmente, hay que recalcar que los invasores dispusieron, además, de una flota aérea de 400 aparatos, a la que los iraníes solo pudieron oponer unos cuantos biplanos Hawker Audax y Hawker Hind del 2.º Regimiento Aéreo, con base en Tabriz. Estos aviones cumplirían su misión bombardeando localidades y nudos de comunicaciones y dificultando, más todavía, la llegada de tropas al frente.

Finalmente, cabe mencionar que el 53.er Ejército avanzaría desde el este para llegar también a Teherán.

1 comentario en «La Guerra de Irán: la invasión soviética.»

  1. Pero ¿No os habreis comido un cero? 40.000 hombres para tres ejércitos ¿no es muy poco? Además da a un carro para cada 40 soldados.

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