Tras habernos referido, brevemente, en entradas anteriores, a algunas de las personas clave que formaron el cuartel general de Montgomery en Europa, y haber comentado como se desplazaba y se organizaba el mismo, vamos a fijarnos ahora en las misiones de este puesto de mando táctico, recordando que no hay que confundirlo con el cuartel general principal o con su sección logística.
Podemos referenciar las funciones de esta organización en tres cuestiones básicas: información, debe permitir que Montgomery esté perfectamente al tanto en todo momento de los combates que están llevando a cabo las unidades en el frente: donde, como y a ser posible contra quién; mando, esta organización no se encarga de emitir las órdenes a las unidades, sino que envía instrucciones verbales al cuartel general principal, que es el que se encarga de redactarlas (la rama correspondiente: blindados, ingenieros, artillería, etc.) y enviarlas a sus destinatarios; y enlace, dada su ubicación lo más cerca posible del frente, este cuartel general puede dirigir tanto el flujo de información hacia la retaguardia como el de órdenes hacia las tropas.
Esta unidad, que como ya comenzamos desembarcó en Normandía en torno al 7 de junio, inició las actividades encaminadas al cumplimiento de estas misiones de inmediato, ubicándose primero en Sainte Croix sur Mer (demasiado cerca del fuego enemigo) y después en el castillo de Creully. Entretanto, Montgomery había embarcado, a las 22.00 horas del 6 de junio, en el destructor HMS Faulkner, para llegar a tierra el día 8 a bordo de un DUKW. De inmediato se dirigió al puesto de mando, que llevaba actuando desde las 24.00 del día 7.
Se ha criticado a Montgomery la lentitud con la que se llevaron a cabo las operaciones en Normandía, y sin querer entrar en este espinoso asunto, hay que decir que a las múltiples tareas y misiones que incumbieron a dicho comandante en jefe, se añadió el tráfago de visitas oficiales que no tardó en recibir, algunas de ellas pertenecientes a la lista de “personalidades” de la que hablábamos en la entrada anterior, como el primer ministro Winston Churchill, que se personó el 12 de junio (D+6) junto con Alan Brooke y el mariscal Smuts; Charles de Gaulle, que hizo otro tanto el día 14 (D+8); el rey Jorge VI el 16 (D+10) y el secretario de Estado de Guerra James Griggs el 18 (D+12). Llegados a este punto, cabe preguntarse si el comandante británico llegó a disponer del tiempo suficiente para gestionar sus jornadas de trabajo tal y como le gustaba.
Terminemos este pequeño reportaje, precisamente, con la narración de una de las jornadas de Monty, tal y como nos la cuenta uno de sus edecanes:
“El cabo English despierta a Monty a las 6.30 horas cada mañana. Viene a tomar el desayuno en la cantina a las 8.00, y luego vuelve a su caravana, donde se reúne con Kit Dawnay [su asistente militar] durante veinte minutos. A continuación, entro yo y me dicta cual será el plan del día y a quien debo contactar para concertar las reuniones. A las 9.00 se junta con todos sus oficiales de enlace para darles instrucciones e indicarles cuáles son las unidades que deben visitar. A las 10.00 Monty suele querer conocer su horario para el día y las reuniones concertadas, y a las 10.30 abandonamos el cuartel general. En Normandía las distancias son cortas, pero según vamos progresando por Francia, Bélgica y luego Alemania, nos vemos obligados a desplazarnos en avión. Siempre llevamos una merienda, con sándwiches suficientes como para que Monty pueda invitar a sus interlocutores. Solemos estar de vuelta entre las 15.00 y las 16.00 horas. Entonces recibe a Kit Dawnay, y a veces a Freddie de Guingand o a Bill Williams. En torno a las 17.00 vuelven los oficiales de enlace y Monty pasa la hora siguiente, a veces dos, reunido con ellos para informarse de cómo van las cosas en el frente. Cada uno de ellos marca sobre un mapa gigante las posiciones de las unidades que ha visitado, así Monty sabe qué sucede en cada sector del frente. La cena se sirve a las 20.00 horas y la hora siguiente es dedicada al descanso, un tiempo durante el que al mariscal le gusta hablar de temas que no tengan que ver con la guerra, que habitualmente elige él mismo. A las 21.00 marcha a su caravana a acostarse: ‘la noche es para dormir’ como el mismo suele decir”.
Testimonio interesante aunque sin duda un tanto idealizado, cabe preguntarse si un jefe de guerra podía permitirse dormir durante casi diez horas (de 21.00 a 6.30) cada noche, y hasta qué punto se alteraba esta pacífica rutina durante las batallas, o las visitas de las “personalidades invitadas”.
Pues por eso le fue como le fue a los british en la guerra. De los generales que me caen mal de la guerra estan este Monty y De Gaulle: ambos eran engreidos hasta no poder. Los americanos les salvaron el culo. Del otro lado pues las memorias de Zhukov alabando en cada linea al «Supremo Lider» ni que decir…