Cruz de Caballero – Heinrich Dittlof

En el verano de 1944 se desató el infierno en el frente del este cando el Ejército Rojo, que ya era superior al ejército alemán prácticamente en todos los aspectos, lanzó una ofensiva de unas dimensiones nunca vistas hasta la fecha.

Muy maltrechas, las fuerzas alemanas se retiraron hacia el oeste, abandonando una gran cantidad de territorio a los soviéticos. La Wehrmacht no pudo establecer posiciones defensivas coherentes de nuevo hasta llegar a Prusia Oriental y Polonia. Fue allí donde el capitán Dittlof libró los más terribles combates de su dilatada carrera en el frente oriental. Tenía a su cargo una compañía de asalto. En el transcurso de un mes fue herido tres veces, alguna de gravedad, lo que no impidió que volviera de nuevo al frente con sus hombres y acabara obteniendo la codiciada Cruz de Caballero.

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Rommel y las consecuencias de un ataque indebido (y III)

Terminaba el mes de abril de 1941, en el que Rommel había desencadenado un violento ataque contra las posiciones británicas en Cirenaica que lo había llevado a sitiar Tobruk y posicionar sus tropas en la frontera líbico-egipcia, duplicando la extensión de sus líneas de suministro, desgastando la capacidad combativa de sus unidades y poniendo en jaque la posición del eje en el norte de África. Tal vez consciente de ello, los informes que enviaba a Berlín no eran claros, excepto en su reiterada solicitud de refuerzos. Realmente, en ese momento, la suerte de Rommel fue que los británicos, cuyas tropas, enviadas a Grecia, estaban siendo derrotadas, tampoco tenían la fuerza suficiente como para atacarlo.

Messerschmitt 109 en Áfrika. Magnífico avión, fue la columna vertebral de la Luftwaffe en este escenario.

Como hemos explicado en las anteriores entradas de esta serie, las peticiones de refuerzos inicialmente enviadas por Rommel fueron rechazadas, pero finalmente, en parte por intercesión de Hitler y en parte porque el general Halder, jefe del Estado Mayor General, consideraba que, en la situación en la que estaban, el eje no podía permitirse una retirada en el norte de África, se acordó enviar al otro lado del Mediterráneo cinco batallones de tropas, uno de ingenieros de asalto y dos batallones de artillería costera. Además, se ordenó acelerar el transporte por ferrocarril de las fuerzas de la 15.ª División panzer que seguían en tránsito hacia sus puertos de embarque en el sur de Italia.

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Rommel y las consecuencias de un ataque indebido (II)

A mediados de abril de 1941, tras haber conquistado, “gloriosamente”, la Cirenaica excepto Tobruk y haberse plantado en la frontera Egipcia, Rommel, con sus líneas de suministro estiradas al límite y con sus tropas dispersas por todo el este de Libia, se vio metido en un aprieto. Así, mientras la propaganda del régimen nazi empezaba a crear el mito del invencible Rommel y su Deutsches Afrika Korps, el general, sobre el terreno, empezó a temer la posibilidad de un ataque británico en su flanco sur, desde la profundidad del desierto, y solicitó que se le enviaran tropas de refuerzo.

Tras los avances espectaculares, había llegado el momento de atrincherarse en posiciones fijas, una asignatura en la que los alemanes iban a demostrarse también muy capaces.

Esta situación no solo se oponía a la letanía de victorias que cantaba el ministerio de Goebbels, sino que también contradecía rotundamente los motivos alegados en su momento por Rommel para desencadenar una ofensiva que iba mucho más allá de los ataques limitados que se le había autorizado a llevar a cabo, saltándose “a la torera” la misión fundamental de las tropas germano-italianas en Libia: defender Tripolitania.

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Rommel y las consecuencias de un ataque indebido (I)

“En lo que a Rommel se refiere, mi punto de vista es que gracias a la propaganda, primero de Goebbels, luego de Montgomery  y, finalmente, después de que fuera envenado, de todas las antiguas potencias enemigas, se ha convertido en un símbolo de las mejores tradiciones militares. Su liderazgo es glorificado, así como su carácter, especialmente su caballerosidad, bondad y modestia… Cualquier crítica pública de su personalidad, ya legendaria, deñaría la estima en que se tiene al soldado alemán en general” Así hablaba, después de la guerra, el general Kirchheim, sobre el zorro del desierto negándose a criticar al hombre bajo cuyas órdenes había servido cuando era oficial de la 5.ª División ligera.

Erwin Rommel dando órdenes des uno de sus vehículos de mando. Su capacidad para controlar la situación no fue tanta como se cree.

Lo cierto es que la figura de Rommel se ha ido concretando a lo largo de los años, pasando del mito del gran general a ser considerado un buen táctico, pero un mal operador y un fatal estratega. El objetivo de este artículo no es, por otro lado, analizar el mito, sino exponer, a la luz de la historiografía más reciente, como uno de sus supuestos momentos de triunfo lo puso, en realidad, al borde del desastre.

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Medalla de Honor – Rudolph Blanco Dávila

De padre español y madre filipina, Rudolph nació en El Paso, Texas el 27 de abril de 1916 y se crió en Watts, California. Se alistó en el Ejército en Los Angeles.

Durante la Segunda Guerra Mundial sirvió como infante en la Compañía H del 7º Regimiento de Infantería de la 3ª División de Infantería. En 1944, el sargento mayor Dávila y su compañía formaban parte de la fuerza Aliada atrapada en la bolsa de Anzio. La invasión de Anzio (Operación Shingle) había sido un intento de los Aliados de flanquear las posiciones alemanas en Italia desembarcando a un contingente entre las líneas principales enemigas y la ciudad de Roma.

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Los libertadores de París.

 

« Paris outragé ! Paris brisé ! Paris martyrisé ! Mais Paris libéré! »

Decía el general De Gaulle un 25 de agosto de hace ya 71 años, en el Ayuntamiento de París. París ultrajada por la derrota, rota su población por creencias y fidelidades tan dispares como la colaboración y la resistencia, martirizada por la Gestapo y por los cañones de la guerra, pero finalmente, París liberada.

El semioruga «Guadalajara» con sus tripulantes españoles

La liberación de París sigue siendo uno de esos acontecimientos que provoca enfoques distintos de la historia. Para los anglosajones fue un episodio más de la cruzada por la liberación de Europa, sin duda de cierta importancia, pero en absoluto tan relevante como la operación Cobra (la ruptura del frene Normando) o la batalla de las Ardenas. Es más, para ellos la liberación de París supuso el origen de una larga serie de dificultades, pues se convirtió inmediatamente en la sede del Gobierno Provisional de la República Francesa, presidido por De Gaulle, que en ningún momento dejó de comportarse como el gobernante de una nación libre y soberana, manteniéndose en su negativa a la formación de una AMGOT (Administración Militar Aliada para los Territorios Ocupados), que era el instrumento que habían empleado hasta entonces los aliados anglosajones para administrar los territorios europeos arrebatados al enemigo.

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