En el verano de 1944 se desató el infierno en el frente del este cando el Ejército Rojo, que ya era superior al ejército alemán prácticamente en todos los aspectos, lanzó una ofensiva de unas dimensiones nunca vistas hasta la fecha.
Muy maltrechas, las fuerzas alemanas se retiraron hacia el oeste, abandonando una gran cantidad de territorio a los soviéticos. La Wehrmacht no pudo establecer posiciones defensivas coherentes de nuevo hasta llegar a Prusia Oriental y Polonia. Fue allí donde el capitán Dittlof libró los más terribles combates de su dilatada carrera en el frente oriental. Tenía a su cargo una compañía de asalto. En el transcurso de un mes fue herido tres veces, alguna de gravedad, lo que no impidió que volviera de nuevo al frente con sus hombres y acabara obteniendo la codiciada Cruz de Caballero.