Hospitales en el desierto, la historia de Sidi Rezegh.

A menudo se ha comparado, con razón, la campaña del norte de África de la Segunda Guerra Mundial con una especie de guerra naval donde nada importaba el terreno conquistado y el objetivo eran las tropas y las armas enemigas. Sin embargo, las unidades militares no pueden luchar en la nada, y por mucho que Libia fuera un lienzo vacío, la orografía y las distancias tuvieron también su importancia, ya que esa guerra naval dependía de ellos especialmente en dos aspectos: el suministro y la atención médica. El primero porque tenía que organizarse para llegar al punto exacto en que lo necesitaban los soldados propios; algo que en aquel confuso escenario no siempre era fácil, o posible. El segundo, porque en algún lugar tenían que establecerse los puestos de primeros auxilios, avanzados o de retaguardia, y toda infraestructura fija acababa por recibir la visita de las tropas móviles, de ambos bandos.

El 24 de noviembre de 1941 –en plena Operación Crusader–, la 6.º Unidad Médica de Campaña estableció un MDS (Medical Dressing Station, lo que vendría a ser un hospital de campaña) en un uadi a unos siete kilómetros al este de Sidi Rezegh (donde en aquel momento estaba combatiendo la división neozelandesa), que muy rápidamente se vio inundado de heridos. Al día siguiente, 25, ya habían llegado al centro 450 de ellos y el 26, según uno de los presentes, las cifras alcanzarían las proporciones de una riada. Lo cierto es que el 28 por la mañana, el hospital, que en principio debía ocuparse de la 6.ª Brigada neozelandesa, tenía a 826 pacientes, no solo de esta nacionalidad, sino también italianos y alemanes capturados durante los combates.

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