Sherman, el carro de combate estadounidense de la Segunda Guerra Mundial (IX)

 

Narrábamos en las entradas anteriores un ejemplo de cooperación carro-infantería en la que se apreciaba claramente como dos de los Sherman se establecían en retaguardia formando una base de fuego mientras los otros tres cooperaban en el avance con la infantería. Vamos a referirnos ahora, precisamente, al fuego del arma principal del Sherman; un cañón de 75 mm en la mayoría de los casos.

Cuando el Sherman llegaba a la posición de disparo, lo primero que había que hacer era asegurarse de que el cañón había sido liberado de su soporte y que se habían retirado las lonas de protección del mismo, cosa que sucedía siempre que el blindado iba a iniciar un ciclo de combates, ya fuera tras un periodo de descanso –por ejemplo el nocturno– o de mantenimiento.

A continuación se efectuaban una serie de verificaciones para comprobar que todo funcionaba correctamente, como por ejemplo: comprobar que había aceite en los cilindros de amortiguación del retroceso del arma, dar un pequeño golpe de manivela para alinear correctamente las ruedas dentadas del sistema de rotación, probar el sistema de puntería hidráulico y, también muy importante, el operador del cañón debía de asegurarse de que las escotillas de conductor y ametrallador, que viajaban en la caja, estaban cerradas, ya que de lo contrario se corría el riesgo de que estas interfirieran en el giro del arma. Esto último suponía que, durante el combate, estos dos hombres solo iban a disponer de sus mirillas de observación para saber lo que sucedía fuera, cualquier escena de combate que nos muestre a alguno de ellos asomando por su escotilla es, fundamentalmente, falsa o posada.

A pesar de todo, en combate cada dato es fundamental, y aunque limitado, todo lo que puedan ver estos dos hombres por sus episcopios es fundamental, y debe ser comunicado al jefe de carro por medio del sistema de comunicación interior. Así, antes de iniciar el combate cada puesto informará de que está listo: “Gunner ready”, “Driver ready”, “Cannoneer ready”… Entre las muchas tareas que llevan a este punto está la limpieza de los episcopios y, para el artillero y el ametrallador del casco, comprobar que sus armas tienen al menos media banda de balas cargada y sus armas están impolutas.

Otra de las verificaciones imprescindibles es que el estabilizador del cañón esté operativo. Este mecanismo se encarga de mantener el arma horizontal en toda circunstancia, sea cual sea la inclinación del vehículo, hasta que el artillero decida cambiar el alza. Para ello, hay que comprobar que el depósito de aceite lubricante del mismo está lleno al menos hasta los dos tercios, y en caso de que la temperatura ambiente sea bajo cero, hacer circular el aceite por el sistema durante al menos 30 segundos para que se caliente, ya que en caso contrario la excesiva viscosidad del mismo puede alargar el tiempo de reacción.

Llegado el momento del combate, quien se encarga de elegir el objetivo es el jefe de carro. Para ello, hace una alineación previa del cañón por medio del mecanismo de rotación de la torreta y del visor exterior fijado sobre el techo de su puesto de combate. A continuación, el artillero afina esta alineación con sus propios mecanismos, colocándolo primero en el centro del objetivo si el Sherman está parado, o calculando la velocidad de avance del mismo en caso contrario; y a continuación calcula el alza en virtud de la distancia a la que se halla el blanco, lo que en aquella época era en gran parte un ejercicio de estimación. Pongamos un ejemplo: en la retícula de su visor, el artillero observa que su blanco, pongamos un Panther, marca un tamaño de 9,14 m a una distancia de 365 m. La distancia real sería entonces de 365 x 6,87/9,14 [donde 6,87 es el tamaño real del Panther]; es decir, 274 m. Dado que el enemigo se halla cerca, el carro hará un disparo tendido (horizontal) y en consecuencia no es necesario modificar el alza. En caso de que el resultado hubiera sido una distancia mayor, por ejemplo 1200 m, entonces el artillero habría tenido que elevar el alza para efectuar un tiro más parabólico que alargara el alcance del proyectil. En este caso, sin duda, un perforante, una cuestión a la que nos referiremos en la próxima entrada.

 

 

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